Flota de petroleros rusos, clave para apretar a Putin

Occidente debe exigir que las firmas de seguros dejen de proteger a las embarcaciones que transportan el crudo, pues mueven tres cuartas partes de las exportaciones del hidrocarburo de Moscú

Boris Johnson se reunió con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el 9 de abril. Reuters
Gillian Tett
Londres /

A principios de este mes, el primer ministro británico, Boris Johnson, acaparó los titulares al viajar a Kiev para demostrar su solidaridad con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.

Fue un acto llamativo y de gran impacto, pero si Johnson quiere apoyar a Ucrania debe hacer una visita simbólica a un destino más cercano: la sede de Lloyd’s, el mercado de seguros más grande del mundo, en la City de Londres.

Hasta ahora, el sector de los seguros ha atraído poco escrutinio público en comparación con los bancos, en relación con las sanciones de Occidente contra Rusia. No es de extrañar: la mayoría de los políticos (y de los votantes) solo tiene un conocimiento limitado del complejo, pero crucial papel del sector en las finanzas y el comercio.

Pero el sector importa mucho ahora. Si el gobierno británico, junto con la Unión Europea y de Estados Unidos, exigiera que las compañías de seguros dejaran de proteger a los buques que transportan el petróleo ruso, sería otra potente arma en los esfuerzos de Occidente por apretar a Moscú.

Para entender por qué esto es importante, consideremos los flujos actuales de petróleo. En las últimas semanas, la creciente indignación por la agresión rusa llevó a que algunas empresas occidentales, como Shell, se sancionaran ellas mismas al negarse (de forma tardía) a tocar el petróleo ruso. Y el gobierno de Biden también impuso un embargo sobre el petróleo, aunque con un valor más bien simbólico.

Pero eso no ha detenido las exportaciones. “El movimiento de crudo ruso por buque tanque fue de poco más de 3 millones de barriles diarios en febrero y marzo, pero de más de 4 millones de barriles diarios en los primeros 17 días de abril”, como señalan en un artículo reciente los economistas Anette HosoiSimon Johnson.

Esto se debe a que la Unión Europea no ha impuesto un embargo sobre el gas y el petróleo, lo que llevó a Josep Borrell, jefe de la política exterior de la Unión Europea, a lamentar a principios de abril que “desde el comienzo de la invasión, le hemos dado (al presidente ruso Vladímir Putin) 35 mil millones de euros, en comparación con los mil millones de euros que le dimos a Ucrania para que se armara”. 

Pero los países no occidentales, como China e India, también están devorando la materia negra a un ritmo acelerado. “India elevó sus importaciones de forma enorme: (desde la invasión) se multiplicó por cinco”, afirma Florian Thaler, cofundador de OilX, empresa de análisis del sector petrolero.

Una forma de contrarrestar esto puede ser introducir un embargo de la Unión Europea. Sin embargo, no impedirá a los países que no pertenecen a la Unión Europea acelerar sus propias compras, ya que “China e India no se dejan disuadir fácilmente” por los llamados de Occidente, como señala Thaler.

Esto puede cambiar si se imponen sanciones a los comercializadores o a los bancos que financian las operaciones. Sin embargo, otra opción es fijarse en los buques petroleros. En la actualidad, transportan cerca de tres cuartas partes de las exportaciones de petróleo ruso, según Thaler, y casi todo el petróleo que llega a India. Incluso China depende en gran medida de los buques petroleros.

Más de la mitad de los últimos envíos de crudo desde Rusia se transportaron en buques pertenecientes a compañías con sede en Grecia, de acuerdo con los datos recopilados por el Instituto de Finanzas Internacionales. La mayoría del resto lleva banderas rusas, chinas, escandinavas y de Singapur.

Una manera para que Occidente reduzca el flujo de buques petroleros es prohibir que los barcos de la Unión Europea toquen el crudo ruso. Otra táctica es que el gobierno británico impida a los asociados de Lloyd’s Marine y Aviation asegurar a las flotas que transportan petróleo ruso, y que Reino Unido, la Unión Europea y EU prohibieran la provisión de seguros de propiedad e indemnización.

La mayoría de los Estados no harán tratos con flotas no aseguradas, y a los grupos de transporte marítimo les resultará difícil encontrar una cobertura alterna. Como señala Roberts, 95 por ciento de la flota mundial utiliza el seguro P&I, y Londres proporciona 80 por ciento de la cobertura de guerra.

Las firmas de seguros no pueden retirar de forma legal los contratos existentes sin una orden del gobierno. Además, los ejecutivos de las aseguradoras cabildean de manera discreta contra cualquier medida draconiana, ya que temen que perjudique el estatus de la City de Londres. Tal vez eso ocurra.

A menos que se reduzcan las exportaciones del sector energético de Rusia, las arcas de Putin seguirán llenas. Y aunque un embargo de la Unión Europea será perjudicial, no será exhaustivo. Es hora de que Occidente vea con lupa esas armas de los seguros, aunque los contratos de Lloyd’s y P&I no sean tan telegénicos como un paseo con Zelenski por Kiev.




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