Citigroup no es el más fuerte de los grandes bancos estadunidenses. Es el más interesante. El trabajo de Jane Fraser, su próxima CEO, es volverlo un poco más aburrido.
Lo que hace que Citi sea tan fascinante y la tarea de Fraser tan difícil es la historia del banco. En el siglo XX, Citi fue la división bancaria internacional del sector corporativo de EU, una suerte de Departamento de Estado del sector privado. Es un gran banco global corporativo y de inversión, líder en la gestión global de efectivo y divisas. A escala nacional fue innovador en tarjetas de crédito en los 60 y 70, y aún es un importante emisor.
Esas dos áreas aún son las fortalezas de Citi. Gran parte del resto del banco se remonta a Sandy Weill, CEO a principios de siglo, que fusionó Citi con Travellers y compró más negocios. La crisis de 2008 reveló que esta estructura de “supermercado financiero”, lejos de ofrecer estabilización, proporcionó conductos para el pánico.
La reparación del balance requirió una venta de garaje de varios años, administrada admirablemente por Mike Corbat, el predecesor de Fraser. Los restos del imperio de Weill son: un banco global de inversión, los antiguos Salomon Brothers y sólidas operaciones minoristas en México y Asia.