Giorgio Armani, la leyenda de las pasarelas

FT MERCADOS

A los 89 años, Giorgio Armani es el único dueño de su emporio y ya prepara la estrategia para mantenerlo en la familia, lejos de manos francesas.

Giorgio Armani, diseñador de moda. Foto: Reuters
Silvia Sciorilli Borrelli
Ciudad de México /

No sé cómo alguno de nosotros puede pensar que algo de esto se puede replicar sin mí”, dice Giorgio Armani, hablando en una pequeña sala de juntas, detrás del escenario, unas horas antes de su desfile One Night Only Venice, que se celebró en el Arsenale di Venezia, un antiguo complejo de astilleros que data del siglo XII. 

Giorgio Armani, cuyo espectáculo coincidió con el discreto Festival de Cine de Venecia de este año, se ha empeñado en hacer las cosas de manera diferente a muchos de sus contemporáneos italianos. Si bien Valentino, Gucci y Versace fueron vendidos a inversores extranjeros, él se mantiene como el único accionista de la empresa que lleva su nombre, una decisión que, según algunos analistas, subvaloró al grupo de diseño de alta costura. 

Pero el diseñador y director ejecutivo de 89 años, dice que nunca ha dudado de sus decisiones y le interesa evitar una adquisición por parte de uno de los conglomerados franceses de lujo. “Estos grupos quieren hacerlo todo, no lo entiendo... es un poco ridículo”, dice. “¿Por qué debería dominarme una de estas megaestructuras que carecen de personalidad?” 

Aunque le dijo a la revista Vogue estadunidense en 2021, que está abierto a un “enlace con una importante compañía italiana” —lo que rápidamente generó especulaciones de que la empresa estaba en venta— ahora dice que no se irá a ninguna parte: “Todo el mundo me dice que debería retirarme y disfrutar los frutos de lo que he construido, pero yo digo que no.... un rotundo no”. 

Cuando Armani asistió por primera vez al Festival de Cine de Venecia, a finales de la década de 1970, dice que se sintió como un “intruso”, un personaje menos conocido entre un firmamento de estrellas. 

Me tomaron fotografías con algunos amigos actores y pensé que no lo merecía, sabía que tenía que trabajar muy duro para merecerlo y finalmente lo merecí”, recuerda Giorgio Armani. 

El desfile, la colección renovada de alta costura primavera/verano 2023, inspirada en arlequines, que presentó en París en enero, subrayó lo lejos que ha llegado. Los actores Sophia Loren, Jessica Chastain y Benicio Del Toro estuvieron presentes a pesar de la huelga de SAG-AFTRA que mantiene alejados a muchos (actores y estrellas) de Hollywood. Se unieron a personalidades de la moda, como Santo Versace y Remo Ruffini de Moncler, en una ovación de pie de cinco minutos al final. 

Para muchos de los presentes, entre ellos algunos miembros del personal de alto nivel de Armani, el evento de dos días se asemejaba a una especie de despedida

Más temprano ese mismo día, el diseñador —conocido por su rigor y formalidad— tomó por sorpresa una conferencia de prensa, al desviarse de los detalles del desfile para describir cómo es el público en general quien lo aprecia como persona y no las estrellas que lo componen. Sus esfuerzos valieron la pena

“El otro día (me tomé) una foto con una mujer mayor, que debía tener 85 años y probablemente nunca pudo permitirse ninguno de mis diseños en su vida, y lloró. ¡Fue difícil contener las lágrimas!”, dice el diseñador. 

Armani comenzó a trabajar en la moda en 1957 después de abandonar la escuela de medicina. Aceptó un trabajo en el equipo de diseño, como encargado de aparadores en las tiendas departamentales de lujo milanesas La Rinascente, y luego diseñó para la colección masculina Hitman, de Nino Cerruti, antes de fundar su propia casa de moda en 1975, junto al fallecido arquitecto Sergio Galeotti. Su versión deconstruida de los sacos masculinos fue la antesala de los típicos trajes estructurados de Savile Row. Su gran avance se produjo cinco años después, cuando vistió a Richard Gere en la película American Gigolo

Los historiadores de la moda consideran a Armani uno de los favoritos de las estrellas de Hollywood, que abarcan varias generaciones, la figura más influyente del siglo XX en la alta costura italiana junto con los fallecidos Gianni Versace y Valentino Garavani. 

El grupo, que incluye las marcas Emporio Armani y Armani Exchange, así como la línea de gama alta Giorgio Armani, registró ingresos de 2 mil 350 millones de euros (mde) en 2022, 16.5 por ciento más que el año anterior. Armani es el segundo hombre más rico de Italia, después del heredero del imperio Nutella, Giovanni Ferrero, y su negocio ahora también incluye restaurantes, hoteles de lujo y una licencia de belleza con L’Oréal

Él dice

“Todo el mundo me dice que debería retirarme y disfrutar los frutos de lo que he construido, pero yo digo que no... un rotundo no”

Giorgio ha estado trazando planes para el futuro de la empresa y admite con franqueza que tiene “miedo de morir”. “Sé que Giorgio Armani, la compañía, se identifica conmigo, por lo que es mi responsabilidad asegurarme de que esto continúe y que la empresa tenga una presencia que se parezca a il signor Armani”, dice. 

En 2016, Armani creó la Fundación Giorgio Armani, diseñada para financiar proyectos sociales y proteger a su grupo de una futura adquisición o división, una configuración similar a la del relojero suizo Rolex. Como parte de su plan de sucesión, la fundación será propietaria de una participación que no se ha dado a conocer de su imperio de la moda y el resto irá a su familia. 

Las sobrinas Roberta y Silvana Armani trabajan para el grupo, mientras que Andrea Camerana, su sobrino, es miembro del Consejo de Administración de la empresa. 

Pantaleo Dell’Orco, que dirige la oficina de estilo masculino y trabaja con Armani desde hace 46 años, también empieza a asumir un papel cada vez más importante dentro de la compañía. En un desfile de moda masculina de 2021, Dell’Orco se unió al diseñador para la habitual reverencia de final de desfile, una insinuación de que algún día podría suceder a Armani como diseñador de ropa para hombres. Mientras tanto, Silvana Armani trabaja con su tío en la colección femenina. 

Los diseños de Armani han evolucionado a lo largo de las décadas. La pasarela veneciana brilló con tocados negros y cuellos con volados tipo arlequín, vestidos de lentejuelas con estampado de rombos, blusas y pantalones en una variedad de colores poco convencionales.

Giorgio Armani dice que ha cambiado con el tiempo y acepta la evolución de la moda, pero solo hasta cierto punto. “En un momento supe que podía (apegarme) a mi propio estilo o (renunciar, porque) nunca me habría adaptado a las nuevas tendencias”.

El cambio está ocurriendo y yo también he cambiado.... lo que pasa es que los diseñadores de la actualidad se inspiran en el pasado y no es como que estén inventando nada a menos que hagan una mattana (expresión coloquial italiana para describir un comportamiento errático)”, dice el diseñador. 

Sin embargo, lo que le preocupa a Armani es lo que él define como una falta de lealtad por parte de la generación más joven de consumidores de moda. “Hoy en día es muy difícil, porque lo que hoy le gusta a los jóvenes, mañana no les gustará.... y en este submundo de (los VIP) que marcan tendencias, falta cultura, falta sustancia.... todo es muy, muy superficial”, dice. 

Armani sigue estrechamente involucrado en el día a día del manejo del negocio. Sus asistentes afirman que no hay un solo documento que Armani no apruebe personalmente, ni una sola cifra que no tenga en cuenta en la dirección de la compañía. 

La noche anterior al desfile recibió a sus invitados, entre los que se encontraba un pequeño grupo de periodistas, en su yate para tomar una copa. Cuando se dirigieron a cenar, también organizado por Armani, tomó un taxi acuático hasta el lugar del desfile. Quería asegurarse de que las luces de la pasarela fueran perfectas.

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