Google, Apple y el punto de inflexión antimonopolios

Aún se necesitan varios años para cantar victoria en la regulación de las plataformas tecnológicas y la economía digital

Autoridades van contra los negocios de búsqueda y publicidad ilegales. SHUTTERSTOCK
Rana Foroohar
Nueva York /

Las últimas semanas serán recordadas como un punto de inflexión histórico en los esfuerzos globales por regular la economía digital. Tan solo en los últimos días hemos visto el comienzo del tercer caso antimonopolio de Estados Unidos contra Google, así como un fallo de la Unión Europea contra Google y Apple.

Mientras, este verano un juez federal determinó que el negocio de búsquedas de Google tenía un monopolio ilegal, la Comisión Federal de Comercio (FTC, por su sigla en inglés) abrió una investigación histórica sobre la discriminación de precios digitales contra individuos en línea y Gina Raimondo, la secretaria de Comercio —a menudo considerada uno de los miembros de la administración Biden más amigable con las empresas— dio un enérgico respaldo a la lucha contra el poder monopolístico en la Convención Nacional Demócrata.

A todo esto hay que sumarle la ofensiva francesa contra el fundador de Telegram, Pavel Durov, y el apoyo de Taylor Swift a Kamala Harris en una publicación en la que repudia la desinformación en línea luego de la publicación por parte de Donald Trump de deepfakes de inteligencia artificial en los que ella lo apoyaba. Todo esto acaparó los titulares de todo el mundo.

¿El resultado? Si bien todavía se necesitarán varios años para construir las estructuras regulatorias y las soluciones legislativas necesarias para que las plataformas digitales vuelvan a estar al servicio de los ciudadanos promedio, podemos declarar una cierta victoria narrativa sobre los argumentos que desde la década de 1990 presentan las plataformas tecnológicas más grandes para afianzar su poder.

Por ejemplo, ya quedó bastante claro que, no, las grandes compañías de tecnología no son de alguna manera únicas entre las industrias y, por tanto, merecedoras de reglas especiales. Y, sí, el comercio y la comunicación digitales deben seguir las mismas directrices que sus pares de los establecimientos físicos.

Este cambio filosófico comenzó con dos fallos federales que concluyeron que Google es un monopolio ilegal. El tercer caso de Google irá más allá y arrojará nueva luz sobre la infraestructura de la publicidad en línea. Esto debe mostrar la asimetría de poder que existe entre la compañía y los creadores de contenido y los anunciantes, así como también cómo el capitalismo de vigilancia en su conjunto ha creado las condiciones necesarias para que empresas de todo tipo discriminen algorítmicamente a sus propios clientes.

Tomemos el primer punto. La capacidad de vigilancia de Google sobre los editores y anunciantes le permite cotizar por debajo de las tarifas publicitarias de varios competidores para impulsar su propio negocio de publicidad.

Pero la vigilancia de Google va más allá de los propios anunciantes. Como intermediario digital puede recopilar información sobre casi todo lo que hacemos en línea: trabajo, juego, acceso a servicios del gobierno, pláticas con nuestros médicos, nuestras familias y nuestros bancos, reservaciones de vacaciones, compra de casas, estudios para obtener títulos.

Esa información luego puede ser utilizada por los anunciantes para darnos diferentes precios por diferentes productos y servicios. ¿Alguna vez sintieron que tal vez les estaban cobrando más por los hoteles, por ejemplo, porque son viajeros de negocios acostumbrados a pagar el flete completo en una cuenta de gastos? Probablemente así sea, y, si es así, eso es ilegal.

Como lo expresó la FTC en un comunicado reciente con el que inició una investigación profunda sobre la discriminación algorítmica de precios, si bien el uso transparente de información proporcionada libremente para fijar precios de productos y servicios es normal, “en la actualidad la recopilación de datos se ha vuelto común en todos los dispositivos, desde los autos inteligentes hasta las aspiradoras robóticas y los teléfonos que llevamos en el bolsillo. Muchos consumidores hoy no son conscientes de que sus dispositivos recopilan datos sobre ellos y que esos datos pueden usarse para cobrarles más dinero por productos y servicios. Una práctica ancestral de fijación de precios dirigidos está dando paso a una nueva innovación de fijación de precios por vigilancia”.

La nueva investigación está en consonancia con varios casos del Departamento de Justicia presentados por el principal encargado del combate antimonopolio de EU, Jonathan Kanter, quien presentó una cantidad récord de casos. Más importante que la amplitud es el enfoque, su departamento avanzó en cuestiones como la fijación de precios algorítmicos antes de que los actores privados pudieran acumular un conjunto de victorias judiciales en tribunales inferiores que dificultarían hacerlo.

En 2022 Kanter puso en marcha lo que él llama Proyecto Gretzky, que recibe su nombre por el jugador de hockey sobre hielo Wayne Gretzky, porque, como él dice, “lo que lo hizo grandioso es que no patina hacia donde está el disco, sino hacia donde va”. Cuando se trata de grandes plataformas tecnológicas que pueden aprovechar el efecto de red para crear fosas competitivas en áreas ajenas a sus industrias —como salud, alimentos, automóviles o inteligencia artificial— ese tipo de premonición es crucial.

Se necesitarán años para declarar una victoria a medida que se desarrollen luchas por casos individuales en industrias que van desde el comercio hasta agricultura, vivienda y seguros. Estas batallas se unirán con otras áreas de políticas, como la reforma del sistema de comercio global y la adopción de nuevas reglas digitales, o cuestiones de seguridad nacional (el espionaje digital y los cuellos de botella son una preocupación importante).

El punto de inflexión está claro. Y aunque Harris ha sido comprensiva con Silicon Valley, sospecho que los esfuerzos regulatorios continuarán si ella gana, en parte debido a su preocupación por las libertades civiles y la discriminación. El modelo de negocio de las grandes compañías de tecnología permite que las personas sean divididas, que se les ponga en desventaja y que sean discriminadas de innumerables maneras. Eso ahora empieza a cambiar. A medida que entendamos a través de estos casos lo problemático que es el modelo y de cuántas formas nuestras vidas se ven afectadas, sospecho que las reglas digitales finalmente se pondrán a la altura de la realidad.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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