Cuando el multimillonario Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce, apareció en el marco de la cumbre sobre el clima COP26 en noviembre de 2021, se mostró entusiasmado. “Es un gran momento en el que líderes mundiales, filántropos y directores ejecutivos se han unido en torno a la reforestación”, dijo.
En esa ocasión, más de 100 países se comprometieron a destinar 19,000 millones de dólares (mdd) de fondos públicos y privados para revertir la pérdida de bosques. “Hemos perdido 3 billones de árboles en nuestro planeta”, dijo Benioff. “Necesitamos plantar un billón de árboles”. Esta cantidad, añadió, absorberá 200 gigatoneladas de carbono, el equivalente a dos tercios de las emisiones actuales de origen humano.
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Su júbilo parecía sincero. Pero cuando un periodista le preguntó cómo mediría los resultados, su respuesta no ofreció claridad. Se limitó a responder que todos los directores ejecutivos debían ir hacia el cero neto, como lo hizo Salesforce, y pidió “una revolución de los ecoemprendedores”.
La idea de Benioff de luchar contra el cambio climático con árboles jóvenes es una de las tres campañas de “un billón de árboles” que líderes empresariales y organizaciones benéficas han lanzado en la última década, junto con más de un centenar de promesas gubernamentales de reforestación. El movimiento cobró tanta fuerza que ya hay escasez mundial de semillas.
Las intenciones son loables: reducir el carbono, nutrir la biodiversidad y mejorar los medios de subsistencia devolviendo los árboles al planeta. Pero la simple idea choca ahora con una realidad compleja, ya que algunos científicos plantean innumerables preocupaciones, desde la escasez de tierras libres hasta la poca fiabilidad de los nuevos árboles cuando se trata de almacenar carbono.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) dice que proteger y restaurar los bosques del mundo es fundamental para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, pero muchos argumentan que los líderes políticos y empresariales se enfocan demasiado en “restaurar” en lugar de en “proteger”, y se aferran a métodos que esperan ayuden a compensar las emisiones de carbono en lugar de evitarlas.
19 mil mdd
De fondos públicos y privados provenientes de 100 países se destinarán a revertir la pérdida de bosques
Al menos un tercio de las empresas que prometen plantar árboles en el marco de la campaña 1t.org (One Trillion Trees, por sus siglas en inglés), de Benioff, lo hacen para compensar emisiones, de acuerdo a un análisis del Financial Times de 73 documentos de compromiso ambiental.
“Es greenwashing” (cuando hay una estrategia de mercadotecnia para posicionar a una empresa como sustentable aunque no siempre lo sea), dice Kate Dooley, profesora especializada en contabilidad del carbono de la Universidad de Melbourne. “Las empresas hacen greenwashing cuando dicen que conseguirán el cero neto basadas en la eliminación de carbono mediante la siembra de árboles”.
Plantar árboles es más complicado de lo que parece. Hay que restaurar los ecosistemas para evitar el colapso de la biodiversidad, dicen los expertos, pero “en la tierra adecuada y de la forma adecuada”. Hasta ahora, muchos proyectos no han beneficiado a la población local, otros han creado plantaciones comerciales de monocultivo que no son buenos hogares para la fauna silvestre, y la falta de cuidados continuos hace que muchos árboles jóvenes simplemente mueran.
Veinticuatro de las empresas de 1t.org afirman que ya plantaron casi 300 millones de árboles desde 2004, pero solo dos proyectos revelan en sus informes cuántos han sobrevivido. Jack Hurd, miembro del comité ejecutivo del Foro Económico Mundial, que dirige 1t.org, dice que la campaña ayuda a las compañías a monitorear mejor sus proyectos, incluidas las tasas de supervivencia.
Una tierra limitada
El detonante del movimiento de plantación de árboles fue la improbable asociación entre la fundadora keniana del Green Belt Movement (Movimiento de la Franja Verde), Wangari Maathai, y el estudiante de primaria alemán Felix Finkbeiner.
En 2006, Maathai lanzó una campaña de 1,000 millones de árboles respaldada por la ONU, que inspiró a Felix, quien entonces tenía nueve años, a convocar una acción escolar para que los niños plantaran un millón de árboles en todos los países.
300 Millones
De árboles han plantado 24 empresas de 1t.org desde 2004, pero solo dos revelan cuántos han sobrevivido
Maathai murió en 2011, pero para entonces la incipiente organización de Finkbeiner, Plant-for-the-Planet, afirmaba que había plantado un millón de árboles. Pronto su objetivo original se convirtió en la Campaña Un Billón de Árboles.
A medida que crecía el entusiasmo, también lo hacía el movimiento. Desde 2011, el Bonn Challenge (Desafío de Bonn) del gobierno alemán alienta a los gobiernos nacionales a restaurar tierras degradadas equivalentes al tamaño de India para 2030. En 2016, una coalición de organizaciones no gubernamentales dedicadas a la conservación de la naturaleza lanzaron conjuntamente su propia campaña Un Billón de Árboles y, cuatro años más tarde, la iniciativa de Benioff se unió al grupo.
Ninguna de las tres da seguimiento a la cantidad de tierra etiquetada para la causa y no está claro hasta qué punto las campañas de un billón de árboles coinciden con las promesas de reforestación y restauración de tierras, a menudo vagas, de los planes de cero neto de los gobiernos en el Acuerdo de París. El año pasado, Dooley, de la Universidad de Melbourne, tradujo sus promesas a superficie terrestre y descubrió que equivalen a plantar y restaurar casi 1,200 millones de hectáreas.
Esto es casi una décima parte de la tierra del mundo, excluyendo el hielo y la roca estéril, o cerca de una cuarta parte de la tierra agrícola total. Dooley y otros argumentan que simplemente no hay espacio suficiente para cumplir las ambiciones.
Y para forestar 633 millones de esas 1,200 millones de hectáreas —casi el doble de la superficie de India— los planes implicarían cambiar el uso de la tierra y añadir árboles a zonas que actualmente no son boscosas.
Por otra parte, algunos critican al movimiento de reforestación por centrarse en las tierras del Sur, donde los árboles crecen más rápido y la tierra es más barata. Los partidarios del movimiento del billón de árboles dan brillo a su apoyo con estudios cartográficos; uno de ellos afirma que 900 millones de hectáreas de tierra en todo el mundo podrían albergar nuevos árboles, pero algunos científicos argumentan que esos mapas carecen de conocimientos sobre el uso local de la tierra.
John Lotspeich, director ejecutivo del proyecto Un Billón de Árboles, que conjunta a la Wildlife Conservation Society, el Fondo Mundial para la Naturaleza y BirdLife International, afirma que su coalición solo se centra en terrenos que están seguros de que no se utilizan. En tanto Finkbeiner, de Plant-for-the-Planet, dice que el riesgo de desplazamiento es “muy discutido”.
“Entiendo que al ver todas estas promesas, uno puede pensar: ‘Esto no cuadra, nos quedaremos sin espacio’, pero no estamos ni cerca de terminar con los sitios degradados que podemos restaurar”, dice Finkbeiner y señala que el mundo superó el pico de uso agrícola de la tierra y pierde 4.7 millones de hectáreas de bosque al año, en promedio.
¿Y los árboles?
Incluso si el espacio fuera infinito, plantar un árbol y esperar que almacene carbono de forma permanente es poco realista. Esto se debe principalmente a que muchos se van a talar en los siguientes 20 o 30 años, dice Simon Lewis, catedrático de ciencias del cambio global del University College de Londres y la Universidad de Leeds.
Según él, gran parte de la masa forestal acaba en productos temporales como aglomerados para la construcción o rollos de papel higiénico y el carbono de estos productos regresa después a la atmósfera cuando se depositan en rellenos sanitarios o se incineran. Además, casi la mitad de la tierra prometida para “restauración” en el marco del Desafío de Bonn estaba destinada a plantaciones comerciales, muchas de ellas madereras. Pero, independientemente de la especie, la evidencia en todo el mundo sugiere que muchos árboles jóvenes no sobreviven.
Es sabido que las emisiones de carbono globales se mantienen relativamente estables desde 2015. Si esta tendencia continúa, es probable que el calentamiento global alcance 1.5 grados centígrados en los próximos nueve años, mientras que los árboles tardan varias décadas en empezar a eliminar una cantidad significativa de carbono de la atmósfera. Antes de llegar a ese punto, pueden ser talados o morir por incendios y sequías provocados por el cambio climático.
El impacto para la gente
Los árboles no pueden hacer todo lo que se les pide, dice Meredith Martin, ecóloga forestal de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, y los beneficios para el desarrollo económico suelen estar especialmente mal estudiados. De acuerdo con estudios recientes, cinco décadas de repoblación forestal financiada por el gobierno en el estado indio de Himachal Pradesh tuvieron escasos efectos positivos. La composición de los árboles se alejó de las especies de hoja ancha preferidas por el ganado de la población local y algunas de las plantaciones provocaron una disrupción en las rutas migratorias de los pastores.
Los compromisos corporativos de 1t.org incluyen la plantación tanto de bosques agroforestales como de bosques silvestres no productivos. En este último caso, se considera que dejar que los árboles y arbustos se regeneren de forma natural ocasiona que el ecosistema sea más biodiverso y resiliente. Sin embargo, muchos de los compromisos mencionan la “regeneración asistida”, así como la “repoblación forestal” activa, lo que nos deja con al menos 31 empresas comprometidas a plantar activamente un número específico de árboles.
Algunos argumentan que esto es, en el mejor de los casos, una costosa distracción y, en el peor, un daño activo a la biodiversidad y la resiliencia de los proyectos. “A un donante le suena estupendo que le digamos que financió la plantación de un millón de árboles. Pero no suena tan bien decir: ‘Nos financió esta enorme superficie para que vayamos y retiremos selectivamente la maleza para asegurarnos de que las especies autóctonas no se vean desbordadas’”, dice Martin, de la Universidad de Carolina del Norte.
La atención que se presta a la plantación activa de árboles está fuera de lugar, sugiere. “Los bosques crecen por sí solos”.
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