Es casi imposible pasar un día en China sin tocar alguna parte del imperio Huawei. El gigante chino de tecnología vende una variedad de productos electrónicos de consumo, desde televisores y sistemas domésticos inteligentes hasta smartphones. Sus redes de telecomunicaciones y centros de datos mantienen a la población en línea; sus soluciones de conducción autónoma están integradas en un número cada vez mayor de coches eléctricos. Diseña semiconductores, construye paneles solares e incluso tiene hoteles. Y también opera sistemas de vigilancia para los gobiernos locales, al tiempo que aprovecha su enorme poder de compra y distribución para presionar a los proveedores y competidores.
No es una exageración llamarla “la compañía más poderosa de China”, como lo hace Eva Dou en su nuevo libro, House of Huawei. La periodista de The Washington Post y excorresponsal en China escribe un relato fidedigno sobre una empresa que se convirtió tanto en sinónimo de la creciente supremacía tecnológica del país asíatico como en un foco de tensión en las relaciones entre Estados Unidos (EU) y China.
Huawei es una empresa muy ambiciosa. Desde su fundación en 1987 en Shenzhen, llegó a dominar las redes globales de telecomunicaciones a través de apuestas tecnológicas estratégicas. En el camino, atrajo un escrutinio cada vez mayor de los gobiernos fuera de China, que temen que el equipo de red de Huawei permita el espionaje por parte de Beijing.
Sin embargo, se sabe poco sobre el funcionamiento interno de esta misteriosa empresa. Saltó a la fama mundial en 2018 después del arresto de su directora financiera, Meng Wanzhou, en Canadá. EU intentó extraditar a Meng, también hija del enigmático fundador de Huawei, Ren Zhengfei, por su papel en las operaciones de la compañía en Irán, un país sancionado. El libro narra con detalle el drama y explica por qué Huawei se encontró en el centro de tanta controversia.
Es una historia que se sitúa en el corazón de la relación geopolítica más importante de la actualidad y lleva al lector a un largo camino para comprender por qué Washington y Beijing están en desacuerdo sobre el destino de una empresa que ha hecho tanto por reforzar el ecosistema tecnológico de China y extender su influencia en el extranjero.
Washington presionó a sus aliados para que dejaran de usar el equipo 5G de Huawei, a lo que el Reino Unido inicialmente se resistió antes de ceder, ordenando que el equipo fuera retirado de las redes públicas.
Donald Trump impuso por primera vez sanciones a Huawei en 2019 durante su primera presidencia, restringiendo a algunas compañías estadunidenses a hacer negocios con ella por preocupaciones de seguridad nacional. La acción convirtió a Huawei en un mártir en China. El ataque de Washington continuó bajo el presidente Joe Biden, que endureció aún más las restricciones a la empresa.
Beijing ha hecho todo lo posible para apoyar a Huawei durante su crisis después de que se le cortó el acceso a tecnología extranjera crítica que utilizaba en sus productos. El gobierno la colmó de subsidios, presionó a los clientes para que compraran sus productos en lugar de alternativas importadas y quedó exenta de cualquier acción durante un periodo de medidas enérgicas contra empresas de tecnología que apaciguó el poder de otros gigantes tecnológicos de China, Tencent y Alibaba.
EL DATO.."Huawei refleja el ascenso de muchas otras compañías chinas
Que se han aventurado en sectores dominados por Occidente”
Ahora, Marco Rubio, el nominado de Trump para ser el secretario de Estado en la administración entrante de EU, apunta a otros cuatro años turbulentos para Huawei. Rubio escribió recientemente un artículo de opinión para el Miami Herald en el que dice que el objetivo de Huawei es el “dominio global”, llamándola “menos una compañía de telecomunicaciones que un activo geopolítico del Partido Comunista Chino”. Huawei insiste en que es una empresa privada y que el gobierno no interfiere en sus operaciones ni con la seguridad de sus productos.
El arresto de Meng obligó a Huawei a abrirse al mundo exterior. El fundador de la compañía, Ren, tímido ante los medios, concedió entrevistas a medios extranjeros como parte de una campaña para agradar, con el objetivo de ayudar al caso de su hija. Dou narra la vida de Ren --desde su infancia creciendo en la pobreza en Guizhou, una provincia montañosa en el suroeste de China, hasta dirigir al mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo-- de una manera que ayuda al lector a entender qué motiva a este ingeniero famoso por ser despiadado.
El primer negocio de Huawei fue la importación de conmutadores telefónicos antes de construir sus propias versiones más baratas, copiando diseños extranjeros en el proceso. Más tarde, la compañía se benefició de una política gubernamental de eliminar la tecnología extranjera de la red de comunicaciones de China.
Huawei se ganó una reputación de generosidad con los funcionarios gubernamentales y los ejecutivos de telecomunicaciones, pagando viajes internacionales y organizando banquetes suntuosos en su campus. Dou retrata a Ren como un experto en el desarrollo de redes de contacto, que incluso envía pasteles de cumpleaños a expertos en telecomunicaciones jubilados que le ayudaron a Huawei.
Hay muchas preguntas sin respuesta con respecto a Huawei que son la raíz de sus problemas con EU. ¿Cuál es su relación con el Partido Comunista Chino? ¿Su tecnología facilita el espionaje de Beijing en el extranjero? ¿Cuál es la relación de Ren con el Ejército Popular de Liberación, donde solía ser ingeniero? ¿Las primeras innovaciones tecnológicas de Huawei en tecnología de enrutadores surgieron, como dicen sus críticos, del robo desenfrenado de propiedad intelectual a rivales occidentales que luego aniquiló?
Dou no da una respuesta definitiva a estas preguntas, pero expone elocuentemente los hechos disponibles y permite a los lectores sacar sus propias conclusiones. También es transparente con respecto a los límites de la información para comprender a esta empresa deliberadamente opaca. El lector se queda con la impresión de que el apoyo político ha sido decisivo para el ascenso de Huawei y que Beijing tiene un gran interés en que triunfe.
House of Huawei da lo mejor de sí cuando describe cómo la empresa ganó la batalla por dominar los sistemas de comunicación de redes globales. Las compañías chinas de tecnología son famosas por sus jornadas laborales brutalmente largas y su cultura de compromiso al trabajo. Pero ninguna tanto como el “guerrero lobo” Huawei, que envió trabajadores durante la pandemia del SARS en 2003 para ganar contratos frente a empresas extranjeras que redujeron su fuerza laboral durante la crisis sanitaria y desafió las advertencias oficiales de salir de los países en crisis durante la Primavera Árabe, enviando ingenieros para reparar los equipos que destrozaron los manifestantes.
Huawei refleja el ascenso de muchas otras compañías chinas que se han aventurado en sectores dominados por Occidente. Al principio, sus rivales la desestimaron, diciendo que no podía innovar. Eso resultó ser un error fatal, ya que Huawei llegó a dominar el despliegue de la tecnología 5G y puso sus ojos en proyectos cada vez más ambiciosos.
Si bien el libro ofrece un relato claro del creciente dominio de Huawei en las comunicaciones en red, no cubre sus negocios más nuevos que ve como el futuro de la empresa, incluidos los centros de datos, la inteligencia artificial generativa y la conducción autónoma. Pero sí ofrece al lector un relato equilibrado y detallado de una compañía que ha superado varias crisis existenciales y surgió más poderosa que nunca.
Después del regreso de Meng a China a finales de 2021, el breve periodo de apertura terminó. Dejó de cortejar a periodistas extranjeros y de proporcionar desgloses financieros detallados en los informes anuales. No cooperó con Dou en el libro. A medida que Huawei se retira del centro de atención y los reportajes sobre esta empresa se han vuelto más difíciles, un libro que describa sus orígenes y su lugar en la historia corporativa china es más necesario que nunca.
OMM