Incluso en la euforia de finalmente llegar a un acuerdo comercial con China después de meses de conversaciones tempestuosas, el representante comercial de EU, Robert Lighthizer, se mostró cauteloso sobre si Pekín cumpliría los compromisos que acababa de acordar.
“Creemos que fue una buena negociación y marcará una verdadera diferencia. Un escéptico diría que ya veremos, probablemente esa sea la posición sensata que asumir”, dijo Lighthizer a periodistas el viernes. “Pero esperamos que cumplan con sus obligaciones”.
El acuerdo limitado entre Washington y Pekín para poner una pausa a su guerra comercial animó a los mercados y despejó una enorme nube sobre la economía global a medida que entramos al año 2020.
Para Donald Trump, ofreció un respiro político de los procedimientos de juicio político y otro logro económico después de sellar un acuerdo por separado con los demócratas para permitir la ratificación del Congreso de un nuevo pacto comercial con Canadá y México, en sustitución del TLCAN.
Pero la distensión china depende en gran medida del éxito de una complicada fase de implementación en los próximos meses, durante la cual la administración Trump examinará cada paso económico que tome Pekín para asegurarse de que sea consistente con su pacto.
Esto podría determinar si la tregua evoluciona hacia un acuerdo comercial mucho más ambicioso y amplio, o se rompe de alguna manera. Pocos analistas apuestan por lo primero.
“Cualquier mejora en las relaciones es probable que sea temporal, con tensiones, tanto en el comercio como en otros temas como la tecnología, que continúen aumentando y disminuyendo en el futuro previsible”, comentó Elena Duggar, directora gerente asociada de Investor Service de Moody’s. “Cualquier acuerdo parcial a corto plazo no resolverá las diferencias fundamentales en los intereses económicos, políticos y estratégicos de los dos países”.
Los funcionarios estadunidenses solamente publicaron un breve resumen del acuerdo, no las 86 páginas totales que se firmarán con China a principios de enero. Incluso si no surgen tensiones antes de eso, ya que el texto se somete a traducción y revisión legal, los puntos críticos potenciales ya son evidentes.
EU estableció un objetivo de al menos 40 mil mdd en ventas agrícolas anuales a China, algo que es crucial para la reputación de Trump con los agricultores del Medio Oeste, pero los funcionarios chinos todavía no confirman ningún número e insisten en que cualquier compra debe basarse en las fuerzas del mercado y ser coherente con las normas de la OMC.
Una segunda fuente de tensión será que las otras concesiones limitadas que hizo Pekín -sobre la protección de la propiedad intelectual de EU y detener la transferencia obligada de tecnología de las empresas estadunidenses- todavía tienen que reflejarse en pasos prácticos con respecto a las inversiones de EU, algo que podría llegar a decepcionar.
En ese momento, cualquier esperanza de un rápido avance hacia una segunda etapa del acuerdo que aborde las mayores preocupaciones de Estados Unidos con respecto al comercio con China —desde subsidios industriales hasta el uso de empresas estatales, el robo cibernético y el comercio digital— flaquearía.
Sin embargo, todavía es probable que haya algunos meses de relativa afabilidad entre EU y China, un marcado contraste con la reciente frialdad, algo que será un alivio para ambos países.
Lighthizer destacó que “no tenía expectativas” de que Estados Unidos volvería a aumentar los aranceles contra los productos chinos en un nuevo brote, y que los gravámenes planeados que debían afectar a un conjunto de importaciones chinas el domingo se retrasaron indefinidamente.
“Creo que el trato se mantendrá. Creo que habrá algunos problemas, pero creo que ambas partes tendrán un incentivo para resolverlos antes de seguir adelante con cualquier nuevo arancel”, explicó Wendy Cutler, ex negociadora comercial de Estados Unidos ahora en el Asia Society Policy Institute.
Si bien China mantendrá los aranceles de represalia que ya se impusieron sobre las importaciones estadunidenses, el Ministerio de Finanzas del país dijo el domingo que va a suspender temporalmente los planes de aranceles de 5 y 10 por ciento sobre 3 mil 361 categorías de productos, que van desde caviar hasta scooters que estaban programados para entrar en vigor el fin de semana.
Aunque Trump sigue siendo extremadamente impredecible, Cutler sugirió que, en combinación con el acuerdo de la semana pasada con los demócratas del Congreso para aprobar el reemplazo del TLCAN, y un acuerdo con Japón que se alcanzó en septiembre, la administración parecía haber adoptado un enfoque más “pragmático y realista” en el comercio.
“Tenían que reconocer los límites para hacer concesiones de nuestros socios comerciales y trabajar en torno a ellos”, dijo.
En un viaje a Qatar, Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro de EU, pareció disfrutar de la extraña sensación de que Estados Unidos podría estar reduciendo la incertidumbre en todo el mundo.
“Estos acuerdos no solo serán buenos para EU, sino que también serán muy buenos para el crecimiento global”, dijo Mnuchin.
Sin embargo, la relación económica bilateral entre Estados Unidos y China todavía sigue siendo muy tensa. A pesar de que la comunidad empresarial aplaudió la pausa en la guerra comercial, todavía hay gravámenes estadunidenses sobre bienes por valor de 360 mil mdd, y menos de un tercio de ellos se benefician con la reducción de aranceles bajo el acuerdo.
Estados Unidos no dio marcha atrás en ninguna de sus medidas de control de exportaciones dirigidas a compañías chinas como Huawei, y China no renunció a redactar una lista polémica de “entidades poco confiables” que podría amenazar a algunas compañías estadunidenses.
Aunque los funcionarios de la administración Trump van a afirmar que ya lograron más con China en el comercio que las administraciones anteriores, la cuestión es si para los resultados limitados y vagos que se lograron hasta ahora valió la pena la perturbación comercial infligida.
MRA