El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Sobre esta base, estrechar las relaciones de Occidente con India tiene mucho sentido. El cálido abrazo de Joe Biden en Washington al alguna vez excluido Narendra Modi, ahora su primer ministro políticamente dominante, y el de Emmanuel Macrontienen el objetivo de forjar una relación estrecha con el país que se espera sea un poderoso contrapeso de China.
¿Es una buena apuesta para las potencias occidentales? Sí.India, de hecho, puede ser una gran potencia en ascenso. Los intereses también coinciden, pero hasta qué punto se comparten los valores: esa es una interrogante. ¿En dónde se encuentra la nación ahora y adónde puede ir, política y económicamente?
En la actualidadIndia tiene la quinta mayor economía del mundo a precios de mercado y la tercera más grande en poder adquisitivo. Su población es de mil 430 millones de personas, casi la misma que la de China; sin embargo, la Organización de la Naciones Unidas (ONU) proyecta que para 2050 los habitantes indios serán mil 670 millones, en comparación con mil 310 millones en China.
El producto interno bruto (PIB) per cápita de India (en términos de poder adquisitivo) está cerca del 40 por ciento de los niveles de China, de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). En 1990, ambas naciones eran casi igual de pobres, con un PIB per cápita estimado en 4.6 y 4.1 por ciento de los niveles de Estados Unidos, respectivamente.
En lo que sin duda es el desempeño económico más notable en la historia del mundo, el PIB per cápita de China alcanzó 28 por ciento de los niveles de Estados Unidos el año pasado, en comparación con el de India, de 11 por ciento; sin embargo, mientras el desempeño relativo de China fue incomparablemente mejor, India ocupó el segundo lugar entre las siete economías emergentes más grandes.
El de China fue un ejemplo extremo de la estrategia de desarrollo más exitosa de la era moderna, alta inversión, rápida industrialización y mejora progresiva de las exportaciones de productos de fabricación. Este también fue el camino de Japón. India siguió uno muy diferente. Entre 2014 y 2023 su tasa de inversión registró un promedio de sólo 31 por ciento del PIB, en comparación con 44 por ciento de China, mientras que la tasa de sus ahorros nacionales tuvo un promedio de 30 por ciento en comparación con 45 por ciento de China.
Lo que es más sorprendente es que la participación del sector de fabricación en el PIB de India está cayendo, no aumentando, como se puede esperar en esta etapa de desarrollo. Esta participación fue de 13 por ciento del PIB en 2022, en comparación con 28 por ciento de China. Si bien las proporciones de comercio con el PIB (a precios de mercado) se volvieron casi iguales, China es ahora un exportador mucho más grande para los mercados mundiales.
Entonces, ¿qué podemos esperar para el futuro?
Empecemos por los fundamentos. La tasa de ahorro bruto de India, aunque no tan alta como la de China, es lo suficientemente elevada, sobre todo al tener en cuenta la posibilidad de importar capital, para financiar una tasa de crecimiento de al menos entre 5 y 6 por ciento. India también tiene una estabilidad macroeconómica razonable. El espíritu empresarial es abundante y la infraestructura está mejorando. En definitiva, India no sufrirá escasez de mano de obra, al contrario. Como señala Ashoka Modi, la incapacidad de generar suficientes buenos empleos es un gran fracaso. Otro es no poder educar a la población a un alto nivel: es probable que el capital humano resulte ser una limitación mayor que el capital físico.
India es una opción lógica para las compañías que siguen la estrategia de “China más uno”. También tiene la ventaja sobre otros competidores evidentes de contar con un gran mercado interno; sin embargo, en los últimos 75 años India ha fracasado en repetidas ocasiones a la hora de aprovechar las oportunidades para el rápido crecimiento de las exportaciones de productos de fabricación. La desconfianza que existe en el comercio abierto siempre se interpone.
Al igual que muchos países más, India ha sufrido un exceso de deuda incobrable desde la crisis financiera mundial. Este “doble problema de balance” representó un importante freno al crecimiento pero, de acuerdo con el informe de este año, “en el transcurso de la última década, los pasivos del sector privado no financiero y el de las empresas no financieras indias como porcentaje del PIB se redujeron en casi 30 puntos porcentuales”. Los balances bancarios también se sanearon. En conjunto, el motor del crédito vuelve a estar en una condición bastante buena.
El FMI pronostica un crecimiento económico anual ligeramente por encima del 6 por ciento de 2023 a 2028, con un crecimiento del PIB per cápita de casi un punto porcentual más lento. Esto estará bastante cerca de los promedios de las tres últimas décadas. Siempre que el país no se vea sacudido por grandes crisis mundiales o nacionales, esto suena factible, incluso hasta creíble, pero, ¿y a largo plazo?
Hay que recordar que India todavía tiene un enorme margen para ponerse al día. También es un país joven, con una fuerza laboral muy subempleada, potencial para mejorar la calidad de esa mano de obra, una tasa de ahorro razonablemente alta y esperanzas cada vez más extendidas de una mayor prosperidad. Será necesaria una gran adaptación para afrontar el reto del cambio climático, dado el fracaso en la reducción de las emisiones globales. Pero la transición energética también ofrece enormes oportunidades a India. En conjunto, creo que India debe ser capaz de mantener un crecimiento del PIB per cápita de 5 por ciento anual, más o menos, hasta 2050. Con mejores políticas, el crecimiento incluso puede ser un poco mayor, aunque también menor.
Así que, supongamos que el PIB per cápita de India sigue creciendo a 5 por ciento anual, mientras que el de Estados Unidos lo hace a 1.4 por ciento, más o menos como ha ocurrido en las tres últimas décadas. Entonces, en 2050, el PIB per cápita de India (en poder adquisitivo) alcanzará aproximadamente 30 por ciento del de EU, más o menos donde se encuentra ahora el de China. Según los pronósticos promedio de la ONU, la población de India también será 4.4 veces mayor que la de la Unión Americana. Por lo tanto, su economía será 30 por ciento más grande que la estadunidense.
En resumen, es bastante razonable suponer que India se convertirá en una gran potencia. No es tan difícil imaginar que su economía tendrá un tamaño similar al de Estados Unidos para 2050. Así que, los líderes occidentales hacen una apuesta sensata por una alianza de conveniencia con India, sin embargo, ¿India también será una democracia liberal? Discutiré esta cuestión la próxima semana.
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