Mientras Donald Trump estaba sentado en su complejo de Mar-a-Lago la noche de las elecciones, dos de los hombres más influyentes del sector petrolero de EU estaban a unos cuantos metros de distancia, brindando por su victoria: el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, y el magnate del esquisto Harold Hamm.
Fueron incondicionales de la campaña del republicano durante meses: Burgum, que brevemente hizo su propia apuesta por la Casa Blanca, haciendo campaña por Trump en los mítines, y Hamm ofreciendo consejos sobre energía y dinero.
Los dos estuvieron en una cena organizada por Hamm y a la que asistieron altos ejecutivos del sector petrolero estadunidense en abril, cuando Trump pidió 1 mil millones de dólares en donaciones, prometiendo desmantelar la agenda climática del presidente Joe Biden si recuperaba la Casa Blanca.
Su lealtad rindió sus frutos.
Trump nombró a Burgum como su secretario del Interior y su “zar de la energía”, otorgándole una autoridad de gran alcance para abrir las tierras federales a los frackers y desregular las agencias para impulsar la producción de gas y petróleo de EU. El sábado, el presidente electo escogió como su secretario de energía a Chris Wright, un ejecutivo del sector del esquisto que durante meses fue promovido por Hamm.
“He estado en esta industria durante mucho tiempo y, por lo tanto, tengo una gran lista de amigos que trabajan en el sector de energía. No sería una sorpresa que conociera algunas de las mejores recomendaciones para puestos en el gabinete para desatar nuevamente la prosperidad estadunidense”, declaró Hamm al Financial Times.
En la agenda de la administración entrante están los planes de retirar a EU, nuevamente, del acuerdo climático de París, permitir que los perforadores ingresen a las reservas de vida silvestre de Alaska y liberar los combustibles fósiles, dicen personas con conocimiento de los planes.
La búsqueda de lo que Trump llama “dominio energético” convertiría a EU, que ya es el mayor productor de gas y petróleo del mundo, en un poderoso rival de Rusia, Arabia Saudita y los otros grandes exportadores de crudo del cártel de la OPEP+.
Los activistas ambientales critican el “vergonzoso” plan de Trump de entregar el poder a una industria responsable de una emergencia climática global.
Pero los veteranos de la industria de combustibles fósiles desde el oeste de Texas hasta Dakota del Norte sienten el júbilo de que los petroleros sean los que definan la política energética de Trump, no los grupos de expertos sobre el clima tan cercanos a la administración de Biden.
“Decir que es una bocanada de aire fresco para quienes estamos en el negocio de la energía nacional sería un eufemismo”, dijo Kirk Edwards, director ejecutivo de Latigo Petroleum, un productor de petróleo independiente en Odessa, Texas.
“Ellos entienden lo que hacemos”, dijo Steve Pruett, director ejecutivo de Elevation Resources, con sede en la vecina Midland, y presidente de la Independent Petroleum Association of America (Asociación Independiente del Petróleo de Estados Unidos).
Si Biden nombró a un zar del clima para poner el tema en el centro de la toma de decisiones de todo el gobierno, el papel de Burgum hará lo mismo, pero para los combustibles fósiles.
Pruett fue más directo. No habrá más “fanatismo en torno a colocar al cambio climático como la mayor amenaza existencial conocida por la humanidad”, dijo. “Son gente de negocios madura que entiende la intersección de la energía, la economía y el clima”.
El tercer nombramiento clave para la industria de energía es Lee Zeldin, el excongresista de Nueva York que Trump eligió para dirigir la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).
La EPA ha sido crucial en los esfuerzos de Biden para aplicar mano dura en contra de las emisiones de metano y otros contaminantes. Todas esas regulaciones ahora están en juego mientras Trump impulsa una radical agenda de desregulación. Zeldin es poco conocido en la industria, pero fue recibido como que hay poca probabilidad de que se oponga a esa intención.
Los asesores de Trump esperan que ejecute la agenda rápidamente.
Carla Sands, asesora de políticas del America First Policy Institute, de derecha, dijo que la EPA sería fundamental en el movimiento de Trump para poner fin a las políticas ecológicas de Biden, incluidas sus normas sobre emisiones de vehículos y las que promueven los coches eléctricos.
“Lo van a hacer a través de la EPA y el departamento de energía”, dijo Sands, que era embajador de Trump en Dinamarca cuando lanzó la idea de comprar Groenlandia.
Pocas personas han influido tanto en Trump en materia de energía como Hamm, el jefe de Continental Resources que hace una década también lideró los esfuerzos para persuadir a la administración Obama de que permitiera más exportaciones de petróleo estadunidense.
En declaraciones al FT antes de las elecciones, Hamm descartó un puesto para él en la administración, pero dijo que Trump “me pide consejo y ayuda”. Apuntó a Burgum y Wright para los puestos más importantes.
En la cena de abril en Mar-a-Lago, Hamm proporcionó una plataforma para que Wright hablara, catapultando al ejecutivo con residencia en Colorado a la contienda por el gabinete de Trump.
El jefe de servicios petroleros es conocido por su comportamiento con los pies en la tierra, organizando regularmente fiestas para sus empleados de Liberty Energy en los partidos de la NFL de los Broncos de Denver y repartiendo cervezas hasta bien entrada la noche.
Burgum, que hizo su fortuna en software y bienes raíces, desde 2016 es gobernador de Dakota del Norte, el estado donde Continental de Hamm abrió el yacimiento petrolero de Bakken, desatando la revolución del petróleo de esquisto.
La familia de Burgum todavía arrienda 200 acres (aproximadamente 81 hectáreas) de tierra a Continental para la perforación y extracción de gas y petróleo, un contrato sobre el CNBC fue el primero en informar.
En una entrevista con el FT en una conferencia organizada por Hamm en Oklahoma el año pasado, Burgum criticó a Biden por “empoderar a los dictadores” al “matar” al sector de gas y petróleo del mismo Estados Unidos.
Wright, que fundó Liberty en 2011, también formará parte del nuevo consejo nacional de energía de Burgum, donde los miembros estarán en la búsqueda de burocracia que puedan eliminar y presionar a otras agencias para que hagan lo mismo.
David Banks, asesor de energía en la primera administración de Trump, dijo que una mentalidad de “buscador de petróleo” de riesgo está llegando al centro del gobierno de EU, a expensas de los grupos de cabildeo de las grandes compañías petroleras más acostumbrados al poder de Washington.
“No son las grandes asociaciones comerciales o las grandes multinacionales de energía las que tienen más influencia en la administración Trump, sino las empresas más pequeñas, los independientes en el centro del país, los inversores de riesgo de petróleo”, dijo.
Los activistas en materia del clima se preparan para cuatro años de activismo para debilitar la agenda de la nueva administración, y especialmente a Wright, que criticó un “enfoque miope sobre el cambio climático” y dijo que “no hay una crisis climática”.
Hannah Saggau, activista senior de financiamiento climático de Stand.earth, dijo que Wright ha estado “engañando” a los estadunidenses que ya viven con el impacto del calentamiento global.
“Necesitamos líderes que comprendan y actúen con base en la ciencia climática, no que la nieguen deliberadamente”, dijo.