Alibaba, la compañía pública de tecnología más valiosa de China, marcó su vigésimo aniversario el martes con un rito de sucesión: su fundador, Jack Ma, se retiró como presidente ejecutivo y entregará el mando al director ejecutivo Daniel Zhang.
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Es la primera transición en el máximo nivel de una gran compañía china de tecnología —sus pares Tencent y Baidu aún son manejados por sus fundadores, Pony Ma y Robin Li— y en muchos sentidos es la más difícil de realizar.
Ma, de 55 años de edad y el hombre más rico de China, es un líder carismático que construyó Alibaba desde un apartamento compartido hasta convertirla en una empresa de 462 mil millones de dólares. Su sucesor es un ex contador de bajo perfil.
Pero los inversores de Alibaba no se inmutan. El precio de las acciones de la compañía subió 9.4 por ciento en el año desde que anunció que se retiraría y Alibaba se entrelaza en el tejido de la vida cotidiana de cientos de millones de chinos como medio para comprar y vender productos, hacer pagos y como una fuente de entretenimiento.
La compañía funciona como una máquina, dicen sus partidarios, mezcla el idealismo y la forma de pensar optimista de Ma con el enfoque pragmático y de resultados de su sucesor. Además, como miembro de toda la vida de la asociación que controla Alibaba, Ma se mantendrá cerca.
“Jack dejó una huella muy profunda en todos los rincones de Alibaba”, dijo Alan Hellawell, socio de Alpha JWC Ventures, con sede en Jakarta, quien como analista le da seguimiento a la compañía desde sus primeros días.
La sucesión se planeó de manera muy cuidadosa y Alibaba a menudo habla sobre su gran fuente de talento.
Pero Ma también le deja a su sucesor algunos objetivos ambiciosos: para 2036, la “economía” de Alibaba creará 100 millones de empleos, apoyará a 10 millones de negocios rentables y atenderá a 2 mil millones de clientes en todo el mundo, en comparación con la cifra actual de 654 millones.
En el corto plazo, su objetivo es de un billón de dólares de valor bruto de mercancías, el valor de los bienes vendidos en sus plataformas, este año, en comparación con 853 mil mdd del año pasado.
Los compromisos a largo plazo de Ma se ven cada vez más heroicos en el clima actual. La guerra comercial entre Estados Unidos y China está amargando la globalización, y ya tuvo como víctima otro compromiso de Alibaba de crear un millón de puestos de trabajo en EU al darle a las pequeñas firmas una ruta para vender sus productos en China.
Los propios esfuerzos de globalización de Alibaba más cerca de casa, en el sudeste de Asia y en India, aún no rinden muchos frutos; la plataforma de comercio electrónico Lazada ya pasó por varias versiones desde que Alibaba la adquirió. Los mercados extranjeros son clave para que Alibaba cumpla con su objetivo de 2 mil millones de clientes.
“Creo que todas estas promesas se van a desvanecer”, comentó Duncan Clark, autor de Alibaba, the house that Jack built (Alibaba, la casa que construyó Jack). El propio enfoque de Ma, señala, giró cada vez más hacia África, donde puso en marcha una serie de iniciativas filantrópicas.
La filantropía es donde el fundador del sector de tecnología planea su próximo acto: en áreas como la educación y la pobreza rural, sectores que tal vez no encajen con los objetivos del gobierno chino.
Pero entonces, como señala Clark, el talento de Ma siempre ha sido una habilidad asombrosa para leer las runas varios pasos por delante. Lo hizo con el comercio electrónico, ahora un mercado de 2 billones de dólares en China, y en los pagos móviles, en un país donde incluso los mendigos aceptan limosnas a través de Alipay.
Entonces, con su retiro, apenas en la madurez para los estándares chinos, de 55 años de edad. “Otros han quedado atrapados por no darse cuenta de que la guardia había cambiado”, destacó Clark. “Sus antenas están bien sintonizadas”.
El alcance de Ma sigue siendo amplio. El mes pasado, en un debate con Elon Musk, el fundador de Tesla, mostró una racha más optimista y sólida que su contraparte. “Necesitamos héroes como tú (que quieran ir a Marte), pero necesitamos héroes como nosotros (que son los que van a arreglar la Tierra)”, destacó.
Pero en un video de despedida publicado en el sitio web de la compañía, volvió a un modo más edificante. Muchas compañías, dijo, crecen y luego fracasan. “Muchas empresas, aprendí la razón por la que fracasan. Porque quieren el próximo trimestre. Quieren los ingresos, quieren las utilidades. Se olvidan de los sueños. Es importante que Alibaba sueñe”.
MRA