Juegos Olímpicos de Tokio: las dificultades que enfrenta el evento

FT MERCADOS

Entre la pandemia y crisis económica, los Juegos Olímpicos de Tokio se convirtieron en un símbolo de supervivencia. ¿Tendrán éxito a puerta cerrada?

Los atletas, entrenadores o cualquier persona cercana al campo de juego se someterán a pruebas diarias de covid-19.
Kana Inagaki, Murad Ahmed, Robin Harding y Sara Germano
Ciudad de México /

Med y SaRa geRMano uando Shinzo Abe se convirtió en primer ministro de Japón en 2012, una de sus primeras acciones fue convocar al equipo a cargo de la candidatura de Tokio para los Juegos Olímpicos (JO) de 2020. Madrid y Estambul eran los grandes favoritos para obtener la sede, el derrotismo del equipo de la candidatura de Japón era muy evidente. 

Abe reprendió a sus funcionarios y se hizo cargo personalmente de la tarea para conseguir el apoyo global, que un año después culminó cuando obtuvo los Juegos Olímpicos de 2020 y más tarde su aparición —vestido como Super Mario—en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Río en 2016. 

Tokio 2020 se convirtió en algo fundamental para Shinzo Abe debido a que esto resumía su mensaje: Japón se reactivaría y tendría confianza después de décadas de estancamiento económico, abriría sus puertas al mundo y se reconectaría con la joven nación de los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, cuando el país asiático se presentó por primera vez como una gran potencia democrática.

 En pocos días, finalmente comenzarán los Juegos Olímpicos. La competencia deportiva será tan extensa, ecléctica y emotiva como siempre, con nuevos eventos como el surfing y el skateboarding. Sin embargo, una gran pregunta se cierne sobre toda la acción en el campo: ¿para qué son estos JO? Se celebrarán en una ciudad que todavía está paralizada por el estado de emergencia por el covid-19. 

En Japón no habrá aficionados extranjeros y en los estadios no se permitirá la entrada: los atletas se quedarán en una burbuja, sin ninguna oportunidad de encontrarse con el público. Más de la mitad de la población de Tokio quiere que se cancelen o aplacen los Juegos Olímpicos. El mensaje de la reactivación económica ya no tiene sentido, la comparación con 1964 suena hueca, y el mismo Abe dejó el cargo.

Un riesgo político 

Yoshihide Suga, el reemplazo de Abe como primer ministro, anunció los juegos como un símbolo del triunfo del mundo contra el covid-19, argumentando que Japón tiene el deber de seguir adelante.

“El mundo luchó contra las grandes dificultades del covid-19 y las superamos juntos”, declaró en junio. Celebrar los juegos, agregó Suga, “enviará un mensaje de esperanza y valor”. Esa retórica se ve socavada por la realidad de cómo van a funcionar estos juegos. 

Después de anunciar inicialmente que podrían asistir hasta 10,000 es- pectadores a algunos eventos, Suga se vio obligado a declarar un nuevo estado de emergencia en Tokio a medida que aumentaban los casos de covid. 

Los JO ahora se llevarán a cabo a puerta cerrada. Los Juegos de Tokio simbolizarán lo que se perdió con la pandemia, en lugar de cualquier triunfo sobre ella. Los patrocinadores japoneses también están amotinados, después de pagar más por Tokio 2020 que por cualquier otro evento deportivo en la historia. 

El comité de Japónrecaudó más de 3,000 millones de dólares (mdd) tan solo de patrocinadores japoneses, dejando de lado los ingresos de patrocinio global que van al COI. La decisión del COI de posponer por 12 meses, en lugar de simplemente cancelar los juegos, llevó a una lucha por renegociar miles de contratos comerciales, desde reservaciones de hoteles hasta acuerdos de patrocinio. 

Los patrocinadores de primer nivel, que pagaron alrededor de 100 mdd por los acuerdos originales, tuvieron que pagar 10 mdd adicionales después de que se pospuso el evento. Al resto de las marcas se les pidió que pagaran alrededor de 5 mdd cada uno, de acuerdo con personas con conocimiento de las discusiones. 

A pesar de la costosa inversión, los patrocinadores corporativos ahora se enfrentan con riesgos de reputación que difícilmente se podrían imaginar antes de la pandemia. Muchos se han resistido a los anuncios de televisión de los JO para promocionar sus marcas y servicios. Las emisoras de los juegos, que representan casi las tres cuartas partes de los ingresos del COI, son más optimistas.

 NBC, el titular de los derechos de Estados Unidos, mencionó en junio que había vendido más de 1,200 mdd en publicidad en torno a los juegos, más que para los de Río 2016, y apenas por debajo de su pronóstico anterior a la pandemia de 1,250 mdd para Tokio.

 Yuki Kusumi, el nuevo director ejecutivo de Panasonic, dice que algunos aspectos de los JO no se verán afectados incluso si el evento se lleva a cabo sin espectadores. “No hay ningún cambio en el hecho de que los juegos son un símbolo de paz donde todos compiten en un entorno justo y equitativo para producir resultados”, menciona. 

La compañía, que suministra grandes pantallas, equipos de audio y proyectores para los estadios, es un patrocinador global de los JO hasta 2024 y a mediados de 2019 estimaba que Tokio 2020 por sí solo generaría ingresos de más de 1,800 mdd. La proyección permanece sin cambios a pesar de las restricciones por covid-19.

Los juegos del aislamiento 

Para los atletas será una experiencia muy diferente. Solo se les permitirá ingresar a la Villa Olímpica durante los días que dure su competencia, habrá pruebas constantes de covid-19 y duras sanciones por romper cualquiera de las restricciones.

 Las complejas reglas que se necesitan para mantener la burbuja del covid-19 alrededor de los juegos están causando problemas cada vez mayores. A los competidores se les dijo que usen mascarillas en casi todo momento. No se pueden compartir las toallas ni las botellas de agua. Se instalaron pantallas acrílicas transparentes en todos los lugares con el objetivo de limitar el contacto entre los participantes del evento. 

Se espera que alrededor de 84% de los atletas, entrenadores y funcionarios del equipo hayan sido vacunados antes de su llegada a Tokio. Pero la principal defensa será un régimen estricto de pruebas diarias para el covid que se realizarán a los atletas, funcionarios y a cualquier persona cercana al “campo de juego”. 

“Cuando decimos que la seguridad de los participantes es el objetivo número uno, debemos predicar con el ejemplo, (incluso) si aumentan los costos”, dice Christophe Dubi, director ejecutivo de los Juegos Olímpicos del COI. Los organizadores de la justa deportiva admiten que será imposible mantener al virus completamente bajo control. 

Un centro especializado se ocupará de los casos identificados, aislandolos de otros deportistas dentro de la Villa Olímpica. Al tener en cuenta los apretados horarios de competencia, incluso una prueba de falso positivo puede significar que un atleta pierda su oportunidad de competir. 

Aproximadamente 11,000 atletas olímpicos y 4,400 paralímpicos llegarán en las próximas semanas, junto con 41,000 entrenadores, jueces y otros funcionarios. Una gran pregunta es si todas las precauciones contra el covid-19 tendrán un impacto en la competencia. Los organizadores de los JO dicen que hicieron adaptaciones a todo menos al deporte, que sigue siendo sacrosanto.

Un evento reducido 

Durante la última década, ciudades de todo el mundo se han retirado de la puja para organizar los juegos, creyendo que los costos financieros no justifican ninguna ganancia económica potencial de ser la sede. Esta visión se generalizó después de que los Juegos de Invierno de Sochi 2014 costaran, según algunas estimaciones, hasta 51,000 mdd una vez que se tomó en cuenta la construcción de rutas de transporte e infraestructura.

 Los siguientes dos JO de Verano en 2024 y 2028 se otorgaron a París y Los Ángeles, respectivamente, después de que otros rivales se retiraron del proceso de licitación. El presupuesto original para Tokio 2020 era de 12,200 mdd. Después del retraso de un año, se revisó al alza para llegar a más de 14,900 mdd, y gran parte del dinero provino del erario público. Con la decisión de celebrar los juegos a puerta cerrada, los contribuyentes de Tokio están atrapados para reembolsar hasta 819 mdd de la venta de boletos. 

Es posible que el verdadero costo para los contribuyentes japoneses nunca se explique claramente, o al menos no hasta mucho después de los juegos, pero es probable que sea significativamente superior a los 25,000 mdd. El evento retrasado y reestructurado demostrará sin lugar a dudas que el circo de cinco pistas de los Juegos Olímpicos puede acotarse. 

El número de asistentes no deportistas se redujo drásticamente, de 141,000 a 41,000, con la exclusión de patrocinadores y dignatarios. No obstante, Japón puede llevar a cabo con éxito unos JO, mostrará a otras ciudades lo que es esencial y lo que no, dándoles una ventaja para exigir un evento más pequeño en el futuro. 

“Creo que se nos brindó la oportunidad de volver a examinar de qué se tratan los JO”, dice Yamashita del Comité Olímpico Japonés. “Creo que esa es la importancia de Tokio 2020”. En lugar de un resurgimiento nacional japonés o un combate de la humanidad contra un virus, la mejor posibilidad para los Juegos de Tokio puede ser que son más que un evento deportivo. Suga esperará que se alcance la línea de meta con una gran cantidad de medallas de oro para los atletas japoneses, y casi ningún caso de covid-19. Ya no se trata de una reactivación nacional sino de una supervivencia política.


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