“La geopolítica cambiará al término de la invasión rusa”

Henry Kissinger, ex secretario de Estado y asesor de seguridad nacional de EU, habla sobre el panorama mundial ante la ofensiva en Ucrania y las relaciones con China en el Festival FTWeekend

El especialista destacó en el foro que vivimos en una nueva era. Jaime R. Carrero/Reuters
Edward Luce
Washington /

Henry Kissinger, ex secretario de Estado y asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, platicó con Financial Times durante el Festival FTWeekend, realizado el 7 de mayo en Washington.

A principios de este año recordamos el 50 aniversario de la visita de Nixon a China. Usted fue el organizador de ese acuerdo, un cambio en la Guerra Fría: separar a China de Rusia. ¿Tenemos una nueva Guerra Fría con China?

En el momento en que nos abrimos a China, Rusia era el principal enemigo, pero nuestras relaciones con China eran tan malas como podían serlo. Nuestro punto de vista al abrirnos a ese país fue que no era prudente, cuando tienes dos enemigos, tratarlos igual.

Lo que produjo la apertura fueron tensiones que se desarrollaron de forma autónoma entre Rusia y China. (El ex jefe de Estado de la Unión Soviética Leonid) Brezhnev no podía concebir que China y EU pudieran unirse, pero Mao, a pesar de toda su hostilidad ideológica, estaba dispuesto a conversar.

En principio, la alianza (sinorrusa) estaba contra los intereses creados, ahora ya está establecida, pero no me parece una relación intrínsecamente permanente.

¿Está en el interés geopolítico de EU fomentar más distancia entre Rusia y China?

La situación geopolítica mundial sufrirá cambios significativos una vez que termine la invasión a Ucrania. Y no es natural que China y Rusia tengan intereses idénticos en todos los problemas previsibles. No creo que podamos generar posibles desacuerdos, pero creo que las circunstancias sí lo harán. Después de la ofensiva, Rusia tendrá que revaluar su relación con Europa y su actitud general hacia la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Creo que no es prudente adoptar una posición contraria frente a dos adversarios de forma que los acerque, y una vez que asumamos este principio en nuestras relaciones con Europa, creo que la historia ofrecerá oportunidades en las que podremos aplicar el enfoque diferencial.

Eso no significa que ninguno se convierta en amigo íntimo de Occidente, solo que en cuestiones específicas dejamos abierta la opción de tener un enfoque diferente. En el periodo que tenemos por delante no debemos agrupar a Rusia y China como un elemento integral.

La administración Biden enmarca su gran desafío geopolítico como el de la democracia contra la autocracia. ¿Hay una insinuación implícita de que es un marco equivocado?

Debemos ser conscientes de las diferencias de ideología y de interpretación que hay. Debemos aplicar esta conciencia en nuestro propio análisis de la importancia de las cuestiones mientras surgen, en lugar de que sea la cuestión principal de la confrontación, a menos que estemos dispuestos a hacer del cambio de régimen el objetivo principal de nuestra política. Dada la evolución de la tecnología y la enorme capacidad destructiva de las armas que tenemos (buscar el cambio de régimen) puede imponernos la hostilidad de otros, pero debemos evitar generarla con nuestras propias actitudes.

¿Dónde sitúa el lenguaje nuclear respecto a la amenaza a la que nos enfrentamos?

Ahora nos enfrentamos a tecnologías en las que la rapidez de los intercambios y la sutileza de los inventos pueden producir niveles de catástrofe inimaginables. Las armas se multiplican en ambos lados y su sofisticación aumenta cada año. Pero casi no hay discusión a escala internacional sobre lo que pasará si las armas llegaran a utilizarse. Mi petición, sea cual sea el bando al que pertenezcas, es que comprendas que vivimos en una nueva era, y que nos hemos salido con la nuestra descuidando ese aspecto. A medida que la tecnología se extienda, la diplomacia y la guerra necesitarán un contenido diferente y eso será un reto.

¿Dónde cree que está el límite que no quiere superar Putin en para usar armas nucleares?

Me he reunido con Putin, como estudioso de asuntos internacionales, cerca de una vez al año por 15 años para tratar asuntos académicos. Creo que sus convicciones básicas eran una especie de fe mística en la historia rusa y que se sentía ofendido, en ese sentido, no por nada que hiciéramos en particular al principio, sino por esta enorme brecha que se abrió con Europa y el Este. Se sintió ofendido y amenazado porque había una amenaza para Rusia por la absorción por parte de la OTAN de toda esta zona.

Creo que calculó mal la situación a la que se enfrentaba a escala internacional y calculó mal las capacidades de Rusia para sostener una empresa de tal envergadura —y cuando llegue el momento de alcanzar un acuerdo todos deben tener esto en cuenta, que no volveremos a la relación anterior sino a una posición para Rusia que será diferente debido a esto— y no porque nosotros lo exijamos, sino porque ellos lo produjeron.

¿Cree que Putin está recibiendo buena información y para qué otros errores de cálculo debemos prepararnos?

En todas estas crisis uno debe tratar de entender cuál es el límite interior para el contrario; la pregunta es cuánto tiempo continuará esta escalada y cuánto margen hay para una mayor. ¿O ya llegó al límite de su capacidad y tiene que decidir en qué momento la escalada de la guerra va a tensar su sociedad hasta un punto que limitará su aptitud para dirigir la política internacional como gran potencia en el futuro?

No puedo evaluar cuándo llegará ese punto. Cuando se alcance, ¿se intensificará al pasar a una categoría de armas que en 70 años de existencia nunca se han utilizado? Si se cruza esa línea, será un acontecimiento significativo. Porque no hemos analizado cuáles serán las próximas líneas divisorias. En mi opinión, una cosa que no podemos hacer es aceptarlo sin más.

¿Qué lecciones aprende China de todo esto?

Sospecho que cualquier líder chino está reflexionando sobre cómo evitar llegar a la situación en la que se metió Putin y cómo estar en una posición en la que, en cualquier crisis, no tener a una parte importante del mundo en su contra.


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