En un universo alternativo, Rishi Sunak pudo estar esta semana en la Asamblea General de la ONU en Nueva York promoviendo el liderazgo de Reino Unido en materia de cambio climático. En lugar de eso, el primer ministro se quedó en casa para pronunciar un discurso en el que prometía un “enfoque más pragmático” de la transición ecológica para “aliviar la carga sobre los trabajadores”, pero que equivale a diluir políticas clave que tienen el propósito de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de Gran Bretaña en 2050.
Se retrasa de 2030 a 2035 la prohibición de las ventas de nuevos coches de gasolina y diésel, se da más tiempo para cambiar los boilers de gas por bombas de calor y se abandonan las reglas de eficiencia energética más estrictas para los propietarios de viviendas. El antiguo zar del cero neto del gobierno tiene razón al sugerir que esta marcha atrás puede ser el mayor error del mandato de Sunak.
Sunak dijo que si el gobierno seguía por el camino anterior hacia el cero neto, “corremos el riesgo de perder el consentimiento de la gente”. Los gobiernos deben demostrar que le prestan atención a las presiones o se enfrentarán a una reacción negativa por las políticas ecológicas.
Sin embargo, la mejor manera de abordar esta cuestión es mediante ayudas específicas a los más vulnerables y a los que se encuentran en peor situación. Los costos de las medidas climáticas deben imponerse de la forma más progresiva y proporcional posible.
Sunak alardea con razón que Gran Bretaña ha logrado la reducción más rápida de emisiones de gases de efecto invernadero del G7 desde 1990; sin embargo, su gobierno ya había empezado a retroceder en su agenda climática al señalar que iba a conceder cientos de licencias más de perforación en el Mar del Norte. Ahora va más lejos.
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El gobierno conservador no es el único en este cambio; muchos partidos en Europa, en especial los de derecha, se mueven en una dirección similar, pero Gran Bretaña había demostrado liderazgo como la primera economía importante en consagrar por ley un objetivo de cero neto para 2050. Renunciar a la autoridad moral da cobertura a otras grandes economías para frenar sus esfuerzos y hace más difícil persuadir a los mercados en desarrollo para que hagan lo que se necesita.
Dar marcha atrás también es malo para la economía y la competitividad de Gran Bretaña. Exacerbará la incertidumbre y la falta de confianza en el gobierno, algo que condujo al estancamiento de la inversión empresarial desde 2016. La industria automotriz, que se encuentra entre los mayores inversionistas ecológicos mientras se prepara para el cambio a los vehículos eléctricos, se enfrenta a un panorama de demanda mucho más incierto. El presidente de Ford en Reino Unido dijo que el gobierno socavó su propia “ambición, compromiso y consistencia”.
Además, mientras Gran Bretaña, al igual que la Unión Europea, demora en el cambio a los vehículos eléctricos, los fabricantes chinos toman la delantera. Y la administración Biden está proporcionando miles de millones de dólares en subsidios para desarrollar tecnologías verdes. Con sus recientes subsidios verdes a Tata de India y BMW de Alemania, Downing Street parecía que avanzaba hacia una estrategia consistente. Su último cambio enturbia todo eso. Los conservadores solían verse a sí mismos como el partido de las empresas, pero están empujando a Reino Unido a retroceder en la carrera por dominar la economía verde del futuro.
Al parecer, el primer ministro considera que presentarse como alguien que va a desacelerar y aliviar la carga de la transición climática a corto plazo para las familias es una forma de trazar una división con la oposición laborista; sin embargo, el verdadero liderazgo implica encontrar formas de llevar a los votantes a través de los desafíos y aprovechar la transición verde para reavivar el crecimiento y estimular la innovación. Esta, y no dar marcha atrás, es la mejor manera para que Sunak demuestre que merece conservar su puesto después de las próximas elecciones.