La nueva derecha en EU va más allá de Ronald Reagan

Los conservadores lo siguen siendo en temas como migración y aborto, pero algunos son ahora más pragmáticos

Tanto republicanos como demócratas están más interesados en el crecimiento de los ingresos y el empleo que en el valor de las pensiones. Shutterstock
Rana Foroohar
Nueva York /

Hace casi cuarenta años, el presidente estadunidense Ronald Reagan resumió la mentalidad del Partido Republicano con su proclamación de que “las palabras más aterradoras de la lengua inglesa son: soy del gobierno y estoy aquí para ayudar”. Los mercados, no los políticos, sabían lo que más convenía, y mientras más poder tuviera el sector privado en relación con el público, mejor.

En la actualidad no es así. Pensemos en el aspirante conservador a las primarias presidenciales Vivek Ramaswamy durante los recientes debates republicanos. En respuesta a la insistencia del ex vicepresidente Mike Pence de que los estadunidenses (e implícitamente el partido) no necesitaban una nueva identidad ni nuevas soluciones, Ramaswamy espetó: “No es de día en Estados Unidos. Vivimos en un momento oscuro y tenemos que afrontar el hecho”.

Algunos republicanos hablan tanto de desaciertos del mercado como de soluciones. Pensemos en el columnista conservador Sohrab Ahmari, que algunas veces apoya a Trump y otras no, cuyo reciente libro, Tiranía, S.A.: cómo el poder privado aplastó la libertad estadunidense, y qué hacer al respecto, ha sido elogiado por los progresistas.

Al igual que el ex presidente, Ahmari está en contra del capitalismo woke (progre) que pone a las empresas en la mira de las cuestiones de justicia social, pero también suena positivamente marxista en su crítica de cómo los dueños del capital oprimen a sus trabajadores. Y las cuestiones sobre lo que debe y no estar fuera de los límites del capitalismo —por ejemplo, rechaza tener hijos a través de maternidad de alquiler— no son muy diferentes de los límites morales de los mercados que explora el profesor de Harvard Michael Sandel, un crítico de la ortodoxia del libre mercado, en su libro Lo que el dinero no puede comprar.

Hay muchas controversias políticas de las que pueden sacar ventaja los republicanos al conectar la erosión de los valores morales con la explosión del consumismo en una sociedad capitalista de última etapa. Robert Lighthizer, ex representante comercial estadunidense de Trump, por ejemplo, a menudo critica la política comercial neoliberal (sobre la que se refiere al flujo sin restricciones de capital y bienes a los lugares de fabricación más baratos y rentables) como “cambiar el control futuro de nuestro país, la riqueza de nuestros hijos y nietos, por el consumo actual: televisiones y tenis más baratos. Esto es una locura”.

Estos sentimientos son de sentido común para la mayoría de los estadunidenses una vez que se alejan de los centros de poder de las costas. Como argumenta el grupo de reflexión conservador American Compass, tanto los republicanos como los demócratas estadunidenses de clase media suelen estar más interesados en el crecimiento de los ingresos y el empleo que en el valor de sus 401K (un plan de pensión estadunidense). Están dispuestos a sacrificar el desarrollo profesional a cambio de más tiempo para la familia, tienen opiniones encontradas sobre el aborto y es menos probable que consideren que las costosas universidades de élite son el mejor camino hacia el progreso económico.

Se puede decir que están más interesados en la comunidad, la familia y el trabajo que en la riqueza. Y aunque “trabajo, no riqueza” es un lema político de Biden, también remite a un tipo de capitalismo menos extremo, común hace unas décadas. En aquel momento, muchas comunidades estadunidenses eran más diversas económicamente, se enfocaban tanto en la producción como en el consumo, y había menos concentración de poder en industrias específicas. También había mucha menos desigualdad en la riqueza, que ha crecido de la mano de mercados sin control y de un mayor poder del sector privado.

Esto es importante porque significa que el trustbusting (las acciones del gobierno que tienen la finalidad de terminar con los monopolios) puede convertirse ahora en una cuestión más bipartidista. La idea de que la “tiranía” del sector privado —en forma de un control económico y político desmesurado por parte de las empresas— amenaza la libertad individual en Estados Unidos es un tema que tanto conservadores como progresistas están adoptando como punto en común.

Por supuesto, los conservadores siguen siendo conservadores cuando se trata de cosas como la migración y muchas cuestiones sociales, incluido el aborto. Pero incluso en este ámbito vemos algunos movimientos para volverse más pragmáticos (como los llamados de la aspirante a las primarias republicanas Nikki Haley a favor de una postura más moderada sobre el aborto).

La cuestión es que los republicanos, al igual que los demócratas, ya empezaron a ver que las próximas elecciones —de hecho, unas cuantas elecciones futuras— girarán en torno a la economía que a cuestiones sociales divisivas.

Eso no necesariamente significa que vamos a terminar con un candidato presidencial republicano que en verdad se preocupe por los trabajadores. Recordemos que la gran estafa electoral de Donald Trump, que aún puede repetir, consistió en decir a los votantes lo que en el fondo sabían que era cierto: que hay una trastienda llena de humo en algún lugar de Washington donde los poderosos hacen tratos en su propio interés. Su solución, por supuesto, no fue ventilarlo, sino invitar a los votantes a entrar (metafóricamente al menos) a fumarse un un enorme puro con él.

Ramaswamy es menos tóxico que Trump, pero puede ser igual de egoísta. Hace crítica de las Reaganomics, pero todavía no ofrece una alternativa convincente. De hecho, muchas de sus propuestas, como cerrar el FBI, el IRS y el departamento de educación, son imposiblemente libertarias. Hasta ahora, la naciente derecha posReagan no tiene una figura política sólida en torno a la cual pueda agruparse.

Creo que vamos a recordar y veremos esta temporada de primarias como un punto de inflexión. Las Reaganomics establecieron el marco de la política económica, tanto en la derecha como en la izquierda, durante décadas. El hecho de que los republicanos se alejen ahora de la economía del “derrame” es algo a lo que las empresas deben prestar atención.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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