A Lael Brainard le gusta trazar su trayectoria hasta los altos cargos de la política económica estadunidense partiendo de observaciones de su infancia.
Como hija de un diplomático de Estados Unidos enviado a Polonia y Alemania Occidental, Brainard hacía “listas mentales” de las suertes contrastantes de las comunidades que la rodeaban en Europa en la época de la guerra fría. A un lado de la Cortina de Hierro estaba la “desolación gris de las fábricas comunistas y los estantes mal surtidos”; al otro, los “coches nuevos y las pequeñas empresas prosperando” de Occidente.
“Cuando empecé a trabajar, me encontré recopilando estas listas de verificación en las ciudades industriales de Maggie Thatcher, en las fábricas de ensamblaje de automóviles de Detroit, en la Ciudad de México asolada por la crisis financiera y en las ciudades agrícolas de Senegal”, dijo durante un discurso de graduación en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de Washington.
Durante los últimos ocho años, Brainard ha utilizado esas antenas económicas en su trabajo como funcionaria de alto nivel de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. Pero esta semana las llevará a la Casa Blanca, después de que Joe Biden la nombrara como su principal asesora económica y directora del Consejo Económico Nacional.
Lael Brainard llega a la Casa Blanca en un momento crucial de la presidencia de Biden. Aunque gran parte de su multimillonaria agenda económica ya es ley, la atención se va a centrar en su implementación. Y algunos de los grandes retos de la administración de la economía se mantienen, desde la alta inflación hasta el riesgo de una desaceleración significativa o incluso una recesión provocada por los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal en el futuro.
“(Biden) busca continuidad, alguien que esté totalmente alineado con sus objetivos políticos”, dice un funcionario del gobierno. “El presidente tiene mucha fe en ella”.
Lael nació hace 61 años en Hamburgo. Su padre Alfred era funcionario del servicio exterior estadounidense especializado en Europa del Este. Además de fomentar su interés por la economía, el periodo de la guerra fría generó cierto patriotismo en Brainard. “Creo que a muchos niños se les dice que cuiden sus modales. En mi casa, a eso siempre le seguía la advertencia: ‘No lo olvides, estás representando a Estados Unidos’”, dijo al Congreso en 2009.
Brainard recibió una educación estadounidense: primero en un instituto privado de Pensilvania y después en la Universidad Wesleyan, donde obtuvo el título de estudios sociales. La Universidad de Harvard fue su siguiente parada, para cursar una maestría y un doctorado en economía.
Fue allí, haciendo fila en la cafetería, donde conoció a su futuro esposo, Kurt Campbell, quien era miembro del cuerpo docente. Se casaron en 1998.
Por tercera vez consecutiva, los dos van a trabajar en puestos de alto rango en una administración demócrata: Campbell es ahora coordinador para la región Indo-Pacífico en el Consejo de Seguridad Nacional de Joe Biden. Tienen tres hijas, en su tiempo libre, a Brainard le gusta verlas jugar futbol y otros deportes, según personas que la conocen bien. También es aficionada a la Premier League inglesa.
El primer puesto importante de Lael Brainard en Washington llegó después de una cátedra en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, y llegó durante los últimos años de la administración de Bill Clinton, cuando Laura Tyson, la única otra mujer directora del Consejo Económico Nacional, la llevó a la Casa Blanca.
Sobre ella
"(Biden) busca continuidad, alguien que este totalmente alineado con sus objetivos políticos"
Rápidamente se involucró en las negociaciones sobre la crisis de la deuda de los mercados emergentes y se convirtió en sherpa (experta elegida para ayudar en los preparativos de una cumbre) de Clinton en las cumbres internacionales. Después de la presidencia de George W. Bush, tiempo en el que Brainard creo el programa de desarrollo global en el grupo de expertos Brookings Institution, regresó al gobierno como subsecretaria del Departamento del Tesoro para asuntos internacionales con Barack Obama.
Eran los años de la crisis financiera, el comienzo del aumento de las tensiones económicas y estratégicas con Beijing y la crisis de la deuda de la eurozona, lo que significó que Lael cruzaba el Atlántico con frecuencia con el secretario del Tesoro, Tim Geithner.
“Tenía un lugar importante en la mesa de negociaciones”, menciona Daleep Singh, economista jefe global de PGIM, que trabajó con Brainard en el Departamento del Tesoro y formó parte del Consejo Nacional de Seguridad de Joe Biden.
En el trabajo, Brainard es conocida por su rigor y exigencia, y para muchos es un modelo a seguir. “Es extremadamente refinada y conoce a profundidad el fondo y la realidad de la situación”, dice un antiguo colega. “Tiene una gran capacidad para explicar conceptos de forma clara”, agrega Heidi Crebo-Rediker, execonomista jefe del Departamento de Estado durante la administración Obama.
En 2014, Obama la nominó para la Fed. Allí surgió como una de las palomas (economista de línea suave) más reflexivas de la política monetaria, adoptó una línea dura en materia de estándares de capital para los bancos, abrió la Fed a las monedas digitales y al riesgo climático, y fue clave en la puesta en marcha de las líneas de crédito de emergencia que ayudaron a Estados Unidos a evitar un colapso financiero al comienzo de la pandemia.
Mientras estuvo en la Fed, estuvo a punto de ser secretaria del Tesoro en dos ocasiones: como favorita en 2016 si Hillary Clinton llegaba a la Casa Blanca, volvió a ser aspirante en 2020, pero perdió frente a Janet Yellen, después de que Joe Biden ganó la presidencia.
En 2021, el presidente Biden entrevistó a Brainard para el puesto de presidenta de la Reserva Federal: aunque finalmente renovó el mandato de Jay Powell, en su lugar le ofreció el puesto de vicepresidenta. Está claro que Lael Brainard siguió impresionando al presidente estadounidense desde entonces. “No va a tener una curva de aprendizaje muy pronunciada; ya estuvo antes en la Casa Blanca”, dice Crebo-Rediker. “Sus habilidades políticas y su intelecto van a destacar frente a los de todo el mundo allí”.
SGS