Buenas prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) hacen que una empresa pase de la maximización de los accionistas financieros a la optimización de múltiples públicos interesados: sociedad, comunidad, empleados. Pero si se hace mal, la agenda ESG no solo no cumple con sus objetivos de sustentabilidad, sino que puede empeorar las cosas y decepcionar a las mismas partes interesadas a las que en teoría debería ayudar.
Sin duda, la agenda ESG debe llevarse a cabo con determinación y hay varias razones por las que amenaza con generar malos resultados. La agenda pone a la defensiva a las compañías. Desde las salas de juntas, he visto a las empresas preocuparse por satisfacer las demandas de los activistas ambientales y de justicia social, lo que genera aversión al riesgo en la asignación de capital. Sin embargo, la innovación es la herramienta más importante para abordar los desafíos del cambio climático, la desigualdad y la discordia social.
Perseguida por 45 billones de dólares de inversiones, utilizando la clasificación más amplia, la agenda ESG se ve afectada por métricas inconsistentes y borrosas. Los inversionistas y los grupos de cabildeo utilizan diferentes estándares y objetivos de evaluación, que se centran en temas variados como las emisiones de CO y la diversidad. Las métricas también dependen de los modelos comerciales.
Sin una brújula clara y unificada, las empresas que se miden a sí mismas según los estándares actuales corren el riesgo de parecer que están equivocadas, una vez que surja una dirección más consistente dirigida por los reguladores (por ejemplo, de las auditorías de los trabajadores, la cumbre COP26 y las naciones prestamistas del Club de París).
La agenda ESG tampoco está exenta de costos y la mejor esperanza de éxito a largo plazo radica en la capacidad de los líderes empresariales para mantenerse en sintonía con su impacto y las consecuencias no deseadas. Por ejemplo, si bien el caso de la diversidad es incontrovertible, los esfuerzos por la inclusión deben tener en cuenta a las posibles víctimas de la discriminación positiva.
Ella dice..."Los líderes empresariales deben resolver las preocupaciones de la agenda ESG de una manera que no lleve a las empresas al camino del fracaso a largo plazo”
Además, a pesar de que esta agenda aboga por establecer una dirección sólida y singular para la gobernanza, Dambisa Moyo, economista global las organizaciones deben mantener sus operaciones y valor al mismo tiempo que administran activos y personas en un mundo donde los valores culturales y éticos distan mucho de ser universales. Si bien puede ser encomiable, un mayor enfoque en la ética (como los derechos humanos, las preocupaciones ambientales, la paridad racial y de género, la privacidad de los datos y la defensa de los trabajadores) ejerce un mayor estrés sobre las compañías globales.
A menudo surge la duda de si los defensores aprecian que los factores ESG son vistos en gran medida desde la perspectiva económica rica y limitada de Occidente. Pero para ser verdaderamente sustentable, la agenda ESG exige soluciones globales a los problemas globales. Las propuestas deben ser escalables, exportables y aceptables para países emergentes como India y China, o ningún esfuerzo realmente moverá la aguja.
Gran parte de la agenda es demasiado rígida, requiere plazos agresivos y carece del espíritu de innovación para lograr el progreso social a largo plazo. Los objetivos de los públicos interesados difieren, por lo que las soluciones ESG deben ser matizadas, equilibradas y compensar la velocidad de implementación con la amplitud y profundidad del cambio.
Los líderes empresariales están conscientes de la necesidad de un mayor enfoque y que se tiene que dar prioridad a la agenda ESG. También entendemos que los plazos pueden proporcionar importantes palancas para que los altos directivos impulsen a sus organizaciones a actuar. Después de todo, frente a la presión por una solución a la pandemia, las vacunas fueron producidas en meses en lugar de los habituales 10 años.
Vivo todos los días en la encrucijada de estas tensiones. Criada en África, he vivido en la pobreza energética y he visto cómo sigue obstaculizando los niveles de vida a nivel mundial. Como miembro del Consejo de Administración de una compañía global de energía, he visto mucha inversión en la transición energética. Sin embargo, desde mi papel con un fondo universitario, también he sentido una gran presión para desprenderme de las corporaciones energéticas.
Los líderes empresariales deben resolver las preocupaciones de la agenda ESG de una manera que no lleve a las empresas al camino del fracaso a largo plazo. Deben tener la audacia de adoptar una agenda flexible, mesurada y experimental para un cambio duradero. En este sentido, deben rechazar la narrativa políticamente dirigida que busca alcanzar cambios imperfectos en los factores ESG a cualquier precio.
srgs