El Polo Lounge del Hotel Beverly Hills es una parte del paisaje de Tinseltown desde que abrió sus puertas en 1941, por lo que es un lugar apropiado para almorzar con Michael Douglas. Ganador de dos premios Oscar, tiene sus propias décadas de historia en Hollywood, al igual que su difunto padre Kirk, que tenía una mesa favorita. Desde Marlene Dietrich y Charlie Chaplin hasta Steven Spielberg y Leonardo DiCaprio, las estrellas han cenado aquí. Dean Martin celebró su cumpleaños 49 en el salón, cuando un coleccionista de arte resultó con el cráneo fracturado después de una pelea con Frank Sinatra, y a lo largo de las décadas los jefes de los estudios se han sentado en sus reservados para ver, ser vistos y hacer acuerdos.
Douglas espera en un reservado del bar, elegante con una chamarra oscura (el código de vestimenta prohíbe los jeans rotos o los tops cortos) y una impecable camisa rosa. Robbie Williams está en el reservado de al lado, jugando con su teléfono y con la apariencia de que acaba de levantarse de la cama, lo cual bien podría haber hecho: apenas es mediodía en domingo, lo que explica el brunch de tres platos con precio fijo, cuyo precio es de tan solo 155 dólares por persona.
Mi mente inmediatamente se dirige al departamento de gastos del Financial Times. “Dios mío”, dice Douglas, que también se fijó en el precio. Eligió el restaurante de hoy y dice estar seguro de que Apple TV+, que proyecta Franklin, su nueva miniserie sobre Benjamín Franklin, pagará la cuenta. Pero las reglas del Almuerzo con FT son claras: el diario paga. “En ese caso, Matthew”, dice riendo, “muchas gracias por elegir este restaurante”. El precio fijo incluye una bebida, así que rezo en silencio a los dioses de los viáticos y pido un Bloody Mary.
Un drama de época sobre uno de los padres fundadores de Estados Unidos (EU) no está exactamente en consonancia con los papeles más conocidos de Douglas: Gordon Gekko en Wall Street, el mujeriego Dan Gallagher que regresa a casa para recibir la sorpresa de un conejito hervido en Atracción fatal o Bajos Instintos, donde se enfrentó con un Sharon Stone que arde. La mayoría de sus películas han sido del momento y del espíritu de la época.
“Estos últimos años realmente han sido acerca de: ¿qué no he hecho?” dice. Hizo lo de la “pantalla verde” con las películas de Ant-Man para Marvel, una serie de comedia de Netflix --El método Kominsky-- con el fallecido Alan Arkin, y ahora un drama de época en toda regla, con medias, pelucas y un elenco mayoritariamente francés.
Franklin se centra en la misión del personaje principal a Francia en 1776 para asegurar apoyo militar para la guerra de EU contra Gran Bretaña. Douglas, que también pidió un Bloody Mary, no escatima en su admiración. “El tipo solo tuvo dos años formales de educación. Se fue a los 12 años y su padre era fabricante de velas. Fue un lector voraz, un gran escritor, pensador, editor e impresor. Parecía tener la capacidad de unir sistemas. Era como un mago”.
Enumera otros logros de Franklin, con una voz más rasposa desde su cáncer de boca hace una década. Franklin creó la Universidad de Pensilvania, se convirtió en director general de correos y fundó la biblioteca de Filadelfia. Científico de renombre, también inventó los bifocales y el pararrayos, y trazó el sistema meteorológico de la Corriente del Golfo. Ah, y su cara aparece en el billete de 100 dólares. “Un verdadero hombre del renacimiento”, dice Douglas.
Sin duda, es un papel apropiado para la edad de Douglas, dado que este año cumplirá 80 años. Franklin tenía 70 años en 1776, pero era relativamente anciano para una época en la que la gente no vivía mucho más allá de los cuarenta. “Hace que Joe Biden parezca un niño”.
A diferencia de sus contemporáneos franceses, Franklin no usaba peluca, lo que significa que Douglas tuvo tiempo libre en la silla de maquillaje y puede lucir su todavía impresionante melena. “Jack Nicholson siempre me acusa de ser un actor de pelo. Descubro gran parte de mi personaje a través del pelo”. Tiene razón: su estilo de peinado extremadamente hacia atrás ayudó a definir a Gekko en Wall Street, al igual que el corte al raz del antihéroe en Un día de furia (Falling Down). Y hubo muy pocos mullets (es un peinado en el que el cabello queda más corto en la parte delantera, superior y laterales, pero es más largo en la parte posterior) de la década de 1980 más impresionantes que el que lucía en Lluvia negra de Ridley Scott.
Llegan las bebidas, cada una elaboradamente adornada con un gran trozo de apio y un par de aceitunas enormes. “Aquí hay una ensalada”, señala Douglas, y chocamos vasos.
Franklin se centra en la lucha por establecer y proteger la democracia estadunidense y se estrena en un año electoral en el que muchos argumentan que el principio fundamental del país está bajo amenaza. Hacer la serie me ayudó a “comprender lo valiosa que es la democracia”, dice Douglas, en un guiño a la retórica autoritaria de Donald Trump. “Cómo no hay que darlo por sentado”.
“Uno de nuestros candidatos se inclina por formar su propio equipo, y eso no significa solo en el poder ejecutivo (del gobierno). Eso significa el poder judicial, el poder del Congreso…cualquiera que no esté en su equipo es su enemigo”.
Un mesero trae nuestras entradas: Dungeness Crab Louie para Douglas (un invento de la costa oeste, esencialmente ensalada de cangrejo con espárragos y aguacate) y tartar de atún para mí. Al comenzar, le pregunto a Douglas sobre su relación con su difunto padre. Espero escuchar que pasó mucho tiempo en el Polo Lounge mientras crecía, pero en realidad pasó su infancia en Nueva York porque Kirk y su madre, Diana, se divorciaron cuando él era joven. Una carrera en Hollywood no estaba inmediatamente en sus planes, dice. “Probablemente solo una hostilidad inherente. Padres separados y todo eso”.
Sin embargo, algo cambió y Douglas comenzó a actuar, primero en el teatro y luego en la pantalla chica, donde hizo cuatro temporadas de Las calles de San Francisco, junto a Karl Malden, a mediados de la década de 1970. En total, fueron 104 horas de televisión y le enseñaron, entre otras cosas, la estructura de la historia en tres actos. “Probablemente no soy la mejor persona para cierto tipo de películas porque soy un estructuralista a la antigua”, dice. Entonces, nada de cine de autor ni películas de arte y ensayo libres para él. “Hay una diferencia entre una buena idea y una pieza real en tres actos”.
También se interesó pronto en la producción y convenció a su padre para que le permitiera desarrollar Atrapado sin salida, de Ken Kesey. “Fue justo después de Espartaco en la década de 1960. Adquirió el libro en forma de prueba de galera e hizo una obra de teatro con él. Pero no fue un éxito”.
El joven Douglas había leído el libro en la universidad. “Era un clásico estadunidense del siglo XX y me encantó. Yo era un hippie y era algo psicodélico. Papá intentó convertir el libro en una película y no pudo hacerlo”.
Kirk aspiraba a interpretar el papel de RP McMurphy, que finalmente se llevó Jack Nicholson. “(Papá) siempre me acusó de no quererlo en la película. De todos modos, le di la mitad de mi contrato de producción y siempre me burlaba de él porque ganó más dinero con esa película que con cualquier otra que hubiera hecho. Gracias a Dios, él siempre fue el primero en reconocer el gran trabajo que hizo Jack”.
La película también fue un gran éxito de crítica, ganó cinco premios Oscar en los Premios de la Academia de 1976, convirtiéndose en la primera en llevarse los premios a mejor película, actor, actriz, director y guión desde Sucedió una noche (It Happened One Night) en 1934. En un año histórico para el cine, la película superó a Barry Lyndon, Tiburón (Jaws), Tarde de perros y Nashville como mejor película y Douglas recogió su estatuilla de manos de Audrey Hepburn. Tenía apenas 31 años.
Desde entonces ha producido 30 películas. “Me encanta producir, de verdad. En primer lugar, no tengo que lidiar con la ansiedad de actuar”. Admite haber sufrido de pánico escénico al principio de su carrera y dice que a medida que más dura su carrera, más se da cuenta de “lo raro que es que te den un papel realmente bueno”.
Tenía, en su padre, un modelo a seguir sobre cómo navegar por los caprichos del estrellato y la fama de Hollywood. Pero tardó varios años en encontrar su propio camino. Atracción fatal y Wall Street, por la que ganó su segundo Oscar, “fueron realmente los momentos donde mi vida como actor cambió, donde finalmente salí de la sombra de mi padre con mi propia identidad”.
Me pregunto si sabía que el personaje de Gekko se volvería tan emblemático de la época como ocurrió. La mayoría de las personas con las que se ha encontrado desde entonces malinterpretaron el mensaje de la película, dice. “Me topo con estos idiotas borrachos y me dicen: ‘¡Oye, tú eres el jefe! ¡Gordon Gekko es la razón por la que vine a Wall Street!’ Les encantaba porque vestía muy bien. Yo siempre digo: ‘¡No! Yo era el villano, ¿recuerdas?’”.
Nos sirven nuestros platos principales y otra ronda de Bloody Marys. Douglas pidió huevos rancheros; yo, por recomendación suya, elegí una ensalada McCarthy, que consiste en pollo, tocino, aguacate, huevo duro y betabel. Se encuentra en el menú desde la década de 1940. ‘Es famosa’, dice, y agrega que lleva el nombre de un asiduo jugador de polo, no de Joseph McCarthy, quien dirigió la cruzada anticomunista en la década de 1950 y puso en la lista negra a docenas de sospechosos de simpatizar con el comunismo en Hollywood.
Le pregunto sobre la relación de Douglas con el judaísmo. Su padre era hijo de inmigrantes de Bielorrusia; Kirk, que nació con el nombre de Issur Danielovitch, se reencontró con su religión más adelante en su vida, estudió la Torá y escribió varios libros sobre su fe después de sobrevivir a un accidente de helicóptero. ¿Douglas hijo es particularmente religioso? “No lo soy, pero estoy orgulloso de ser miembro de la tribu. Mi madre era episcopal y, cuando crecí, no me consideraban judío. Y, sin embargo, recuerdo que a una edad temprana era muy consciente de que había mucho antisemitismo. Realmente no fue hasta que entró el Movimiento Reformista y dijo: ‘Si tu padre es judío, sí, puedes ser judío’. Lo cual todavía no es aceptado por la parte ortodoxa”.
Sus propios hijos, fruto de su matrimonio con Catherine Zeta-Jones, también abrazaron el judaísmo. “Mi hijo quería un bar mitzvá, mi hija tuvo un bat mitzvá. Ellos hicieron todo el trabajo, todo el estudio. Tengo algunas fotografías maravillosas”.
El ataque a Israel del 7 de octubre y la posterior campaña israelí en Gaza calaron hondo en la comunidad judía de Hollywood. “Es una situación imposible”, dice Douglas. “Una cosa sería que Israel tuviera un primer ministro popular. Mantener este conflicto podría ahorrarle un juicio”.
“Mi opinión es que me sorprendió la rapidez con la que se produjo el movimiento propalestino después del 7 de octubre. Todavía estaban buscando partes de cuerpos en Israel y, sin embargo, hubo una gran avalancha de apoyo”.
Tiene una fuerte conexión con Israel y en 2015 recibió el Premio Génesis, que celebra los logros judíos y tiene como objetivo fortalecer los lazos entre Israel y los judíos de la diáspora. Mientras tanto, su padre estuvo entre los primeros partidarios del país y abrió un camino en otras áreas, ayudando a poner fin a la lista negra de Hollywood cuando contrató a Dalton Trumbo para escribir Espartaco. “Dio un paso al frente”, dice Douglas.
Me pregunto si la relación con Kirk cambió con el paso de los años, después del distanciamiento entre ambos en su infancia. Kirk estaba “muy, muy ocupado (cuando yo era) niño. Luego, a medida que su carrera cambió o decayó un poco, logró tener más tiempo. Nos hicimos más cercanos.
“Creo que se asustó cuando le dije que iba a ser actor. Me dijo: ‘Michael, si hubiera sabido que ibas a tener éxito, habría sido mucho más amable contigo’”.
Douglas y Zeta-Jones viven en Santa Bárbara. “Ya no puedo afrontar los inviernos de la costa este”. ¿Y con los inviernos galeses? “Bueno, llueve, ¿no?” Sin embargo, le interesa mucho lo que sucede al otro lado del charco y ocasionalmente pasa tiempo cerca de Swansea, de donde es originaria la familia de Zeta-Jones.
Luego dice, espontáneamente: “¿Hay mucha discusión en el Reino Unido, o alguna discusión, sobre la reincorporación a la Unión Europea?”
Er, no mucho, digo. En realidad, no es algo de lo que los políticos de ningún partido quieran hablar. “Recuerdo una vez, hombre (antes del referéndum), estar en Swansea. Era todo un éxito y todo el dinero de la Unión Europea se estaba gastando allí”.
La salida fue “terrible” para el Reino Unido. “Al país le vendieron una lista de bienes, hombre. No hacen mucho esto en el Reino Unido, en las noticias, pero deberían tomar los viejos discursos políticos que se hicieron (antes de la votación)...deberían recordarle a la gente lo que se les prometió”.
Ninguno de los dos puede terminarse el gigantesco plato principal y, mientras se retiran los platos, la conversación gira en torno al futuro de una industria en la que ha trabajado durante más de 50 años.
Como actor de televisión, tuvo dificultades para conseguir papeles en películas, a pesar de haber ganado el premio Oscar a la mejor película, porque la pantalla chica era considerada de menor valor. Pero la televisión ha ganado protagonismo en las últimas dos décadas, gracias a canales como HBO (para el cual Douglas protagonizó la aclamada película de Liberace de 2013, Behind the Candelabra, dirigida por Steven Soderbergh). Desde entonces, “la mayor parte del cambio se ha producido en el streaming. Tengo este programa para Apple, tienes a Warner Brothers con una deuda de alrededor de 40 mil millones de dólares (mdd), mientras que Apple tiene, ¿cuánto, 400 mil mdd en efectivo? Son más bien 165 mil mdd, pero ya te haces una idea: Apple tiene mucho más poder adquisitivo que Hollywood. “Hay una disparidad ahí”.
Dado que fue producida para Apple, ¿hacer Franklin fue una experiencia diferente a la que está acostumbrado? “No tuve ninguna queja”. Entonces, ¿el director ejecutivo de Apple, Tim Cook, no estaba en el set ofreciendo notas? Menciona a Richard Plepler, quien produjo la serie y que solía dirigir HBO. “Estoy seguro de que ayudó tenerlo allí, con su historia”.
Estamos demasiado llenos para el postre, así que el cheesecake que pedí como parte del menú fijo y el helado de pie de manzana de Douglas nos los traen para llevar en delicadas cajas de cartón. Antes de irnos, Douglas quiere mostrarme un video en su teléfono de un concierto de U2 en el Sphere de Las Vegas, un nuevo lugar inmersivo que da al público la impresión de estar en otro lugar. “Parece que estás fuera, pero en realidad estás dentro”, dice. Señala a Zeta-Jones bailando. Un hombre con barba en la fila frente a Douglas y Zeta-Jones se da vuelta. “Oye, ese es Pierce Brosnan”, dice.
¿Es a eso hacia dónde se dirigen las películas: experiencias totalmente inmersivas? Douglas menciona la evolución de los home theaters con pantallas más grandes y sonido envolvente. “Ir al cine es caro”, afirma, admitiendo que le preocupa el futuro de la industria. Entonces el veterano de Hollywood que forjó su propio camino se ilumina. “Pero siempre habrá entretenimiento, ¿verdad?”.
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