En la primavera de 2019, cuando la gran sinfonía especulativa en torno a Carlos Ghosn ahogaba todo lo demás en el mundo legal japonés, una melodía menos audible, pero relevante sonaba en Las Vegas.
En noviembre de 2018, cerca del momento en el que el expresidente de Nissan comenzaba su encarcelamiento de 108 días y el sistema judicial japonés se encontraba bajo el escrutinio mundial, un jurado federal de Estados Unidos (EU) condenó a Edwin Fujinaga por varios cargos de fraude. El residente de Las Vegas manejó un esquema Ponzi de mil 500 millones de dólares (mdd) con el que estafó a casi 10 mil jubilados japoneses y con el que pagó cosas como un avión privado y la antigua mansión del actor Jackie Chan. Con la condena de Fujinaga asegurada, EU le pidió a Tokio extraditar a Junzo y Paul Suzuki, un padre e hijo involucrados en el lado japonés de la empresa fraudulenta.
A pesar de un tratado de extradición de cuarenta años de antigüedad entre Japón y EU, el cumplimiento tiene un alto grado de discrecionalidad y es extraordinariamente poco común en los delitos de cuello blanco, así que las posibilidades de que los entregaran parecían bajas. En los 20 años anteriores a esa solicitud, según un documento reciente, Japón solo envió a 27 personas al extranjero por extradición, solo unos cuantos a Estados Unidos y ninguno de ellos ciudadanos japoneses. Pero en abril de 2019, y con el mínimo alboroto, se envió a los Suzuki a enfrentar la justicia en Las Vegas.
Dos años después, otro dúo de padre e hijo con acusaciones criminales, Michael y Peter Taylor, fueron extraditados desde Estados Unidos para que enfrenten a la justicia en Japón. En privado, figuras japonesas de alto nivel en el ámbito legal tratan de relacionar esas entregas para sugerir que algo importante cambió, no solo a nivel legal, sino a nivel diplomático e incluso geopolítico.
La semana pasada, los Taylor fueron acusados formalmente por su papel en el diseño del audaz escape de Ghosn de Japón por medio de un tren bala, una caja y un avión Bombardier. Los Taylor describieron su papel en el drama. Estudiosos de derecho sospechan que el poco tiempo que transcurrió entre su llegada a Japón y la acusación formal significa que el par cooperó con los fiscales.
Sin embargo, lo que más destaca es que estos dos expertos de las opacas artes de la exfiltración internacional deberían haber regresado a Estados Unidos después de ayudar a Ghosn, con la aparente confianza de que estaban a salvo.
El error de los Taylor, que bien puede costarles tres años de cárcel si son condenados, se formó con dos errores de cálculo. El primero, y el más evidente, es que después de la conmoción y humillación de la fuga de Ghosn, los fiscales japoneses refinaron sus métodos. Aceptan que se les negó la oportunidad de que un tribunal declare formalmente a Ghosn el criminal que ellos creen que es.
El dato...27 personas
Ha extraditado Japón en 20 años, solo unos cuantos a EU y ninguno de ellos ciudadano japonés
El juicio que continúa en Tokio del exlugarteniente de Ghosn, Greg Kelly, dejó profundas grietas en la reputación del exCEO de Nissan que pueden ser legítimas, pero no siempre se sienten muy relevantes para el tema de la culpabilidad o inocencia de Kelly.
Extraditar y ahora acusar a los Taylor proporcionará otra sala de tribunal en la que se puede saquear la edificación de Carlos Ghosn. No parece una coincidencia que los medios japoneses acaben de recalentar las acusaciones derivadas de los documentos judiciales presentados el año pasado de que la hija de Ghosn desempeñó un papel en su fuga. De hecho, es posible que la justicia japonesa nunca toque a la familia. Pero parece deleitarse con la imagen de círculo insatisfecho de su verdadero enemigo.
Sin embargo, la segunda cosa que los Taylor pasaron por alto tal vez tenga menos que ver con Carlos Ghosn y más con la tendencia japonesa hacia un mayor cumplimiento de las normas legales internacionales. La extradición es una victoria relativamente fácil para Tokio que desea demostrar al mundo que ese proceso está en marcha.
La ordenada simetría de las extradiciones de los Suzuki y Taylor, dicen expertos legales y diplomáticos, viene con el beneficio de pulir la fortaleza particular de la relación entre Estados Unidos y Japón con el resto del mundo.
Incluso en el impredecible torbellino de la política exterior de los años de Donald Trump, cuando se hicieron las solicitudes de extradición de Suzuki y Taylor, Washington y Tokio mantuvieron presente el valor extraordinariamente alto que el tipo de cooperación mundana de procesos como la extradición puede tener entre amigos.
Muchos dirán que los Taylor conocían todos los riesgos cuando tomaron el dinero de Carlos Ghosn y aceptaron el trabajo de sacarlo del país. Sin embargo, su apuesta por el desarreglo del funcionamiento entre Tokio y Washington estaba muy equivocada.
srgs