Cuando recientemente terminé de leer la colección de ciencia ficción de 2019 de Ted Chiang, Exhalation, lo que más perduró de sus cuentos futuristas fue lo contemporáneos que se sentían. En un mundo en el que los informes de noticias sobre cuidadores robotizados impulsados por inteligencia artificial y algoritmos agresivos se han vuelto familiares, los cuentos de otro mundo de Chiang tienen una relevancia extraña.
Las cosas me llegaron al corazón cuando leí la descripción de un colega sobre el “metaverso”, una realidad virtual propuesta por grandes compañías de tecnología de Silicon Valley, como Facebook y Microsoft, en la que podríamos llevar a cabo el día a día de la vida a través de avatares.
Mi colega dijo que si estas compañías construyeran sus propias plataformas de metaverso, con cascos patentados que actuaran como puertas de entrada, el resultado podría ser “una colección de mundos aislados, obligando a los ciudadanos digitales a elegir dónde pasan la mayor parte de su tiempo”. Esta es la premisa exacta de The Lifecycle of Software Objects (El ciclo de vida de los objetos de software), uno de los relatos de Chiang.
En las últimas semanas, el término metaverso entró en el discurso público, con Facebook rebautizándose como Meta, con el objetivo de ser el primer constructor de un mundo virtual tridimensional. Eso me hizo pensar en cómo la innovación tecnológica en el mundo real está influenciada por la ciencia ficción.
El término metaverso se acuñó en una novela de ciencia ficción de 1992 de Neal Stephenson, donde se refiere a un espacio virtual compartido habitado por humanos y “daemons” digitales. Aunque Stephenson dijo que “se inventaba las cosas”, tecnólogos como el diseñador de Google Earth y Jeff Bezos, de Amazon, admiten que se inspiraron en el libro.
No solo es el metaverso. La investigación del proyecto AI Narratives del Centro Leverhulme para el Futuro de la Inteligencia, de la Universidad de Cambridge, demostró que un subconjunto de narrativas occidentales tuvo una influencia desproporcionada en las visiones distópicas de la inteligencia artificial en todo el mundo de habla inglesa.
El Dato...1992
es el año que se acuñó el término metaverso en una novela de ciencia ficción de Neal Stephenson
“Las ideas sobre cómo debería ser la inteligencia artificial provienen de Hollywood, de ahí viene la idea del robot humanoide”, explica Kanta Dihal, investigadora de AI Narratives. “Hicimos una encuesta en el Reino Unido. Si la gente está preocupada por la inteligencia artificial, citan a Terminator”.
En cambio, la actitud de los japoneses hacia la inteligencia artificial es mucho menos distópica debido a la singular historia cultural de los robots en el manga japonés. Dos de las series de animación más famosas del país, Astro Boy y Doraemon, existen desde la década de 1960 e influyeron profundamente en la asociación positiva de las personas con la inteligencia artificial.
En China, mientras tanto, los autores de ciencia ficción —que recientemente experimentaron un aumento de popularidad— son tratados como oráculos que pueden ayudar a prever las tecnologías de vanguardia. Uno de estos célebres escritores es Chen Qiufan, cuyo cuento El pez de Lijiang (sobre un dron de oficina con agotamiento que visita una ciudad rural de vacaciones para desintoxicarse de la tecnología, solo para descubrir que no hay forma de desconectarse) lo impulsó a la popularidad dentro y fuera de China.
Chen, quien ha trabajado en los equipos de mercadotecnia del gigante chino de búsquedas, Baidu, y de Google, afirma que el gobierno chino comenzó a promover la ciencia ficción como herramienta para popularizar la ciencia y la tecnología entre sus jóvenes, una idea tomada de la antigua Unión Soviética.
“En los últimos años, China está experimentando una transición; antes éramos un país con mucha mano de obra de bajo costo, con una fabricación anticuada, pero (ahora) el gobierno chino está tratando de ponerse al día con los chips y la inteligencia artificial y la ciencia de los materiales y la computación cuántica”, afirma Chen Qiufan. La ciencia ficción se ha convertido en una forma de “educar a las nuevas generaciones y encender su pasión” por estos campos.
Chen Qiufan colabora con gigantes de tecnología como Tencent y Alibaba, así como con la agencia espacial china, porque las conversaciones entre científicos, ingenieros y escritores han dado lugar a interesantes colaboraciones en ambas direcciones en el tema.
Pero todas las luminarias de la tecnología que imitan el arte para construir la vida real están olvidando una cosa importante. El objetivo de la ciencia ficción no es predecir el futuro, sino enseñarnos lo que realmente significa ser humano en un mundo cambiante. Y esa es una lección que los innovadores de la actualidad todavía no aprenden.
srgs