En un momento en que se cuestionan los beneficios del libre comercio y aumentan las preocupaciones sobre la globalización, el cierre de un acuerdo comercial asiático es un momento simbólico. La firma de la Asociación Económica Integral Regional, o RCEP, marca un hito para la integración económica regional; abarca 15 naciones que en conjunto representan casi un tercio del PIB global. Es el primer pacto comercial que une a China, Japón y Corea del Sur y acerca a Asia a la perspectiva de bloque comercial cohesivo.
Sin embargo, es igual de importante lo que indica acerca de la disminución de la influencia estadunidense en la región. Donald Trump comenzó su presidencia sacando a EU de la Asociación Transpacífico, un pacto comercial que habría fortalecido los lazos con otras 11 economías. Trump ahora termina su presidencia al presenciar a China firmar un acuerdo con 14 naciones de Asia y el Pacífico. Joe Biden dejó en claro que tiene la intención de unir a los aliados para hacer frente a la creciente influencia global de Pekín. La firma de RCEP subraya la magnitud de la tarea.
Es importante señalar que, a pesar de su importancia simbólica, el RCEP es un acuerdo comercial relativamente superficial, un trato comercial al estilo del siglo XX, que se concentra en la reducción de aranceles, al tiempo que evita en gran medida cuestiones más complejas como el flujo de datos transfronterizos, el comercio electrónico y la agricultura. Tampoco está claro si los mecanismos de resolución de disputas de la RCEP tendrán mucho efecto.