Pelea por la industria minera

FT Mercados

La demanda mundial de materiales como cobre, cobalto, níquel y litio está transformando la suerte de los países que los producen. Quienes buscan reescribir las reglas de la extracción de estos minerales.

Minería en Sonora. | Archivo
Leslie Hook, Harry Dempsey y Clara Nugent
Ciudad de México. /

El paisaje café rojizo de Tenke-Fungurume, una de las minas de cobre y cobalto más grandes del mundo en la República Democrática del Congo (RDC), está cubierto por decenas de miles de sacos polvorientos.

Los sacos apilados al borde del camino y junto a los edificios contienen un alijo de hidróxido de cobalto en polvo, equivalente a casi una décima parte del consumo anual mundial, con un valor aproximado de 500 millones de dólares (mdd).

Las desordenadas existencias de este polvo verde brillante, ingrediente clave de las baterías de los coches eléctricos, muestran cómo la RDC, el mayor productor mundial de cobalto, empieza a mostrar su fuerza en lo que respecta a los metales necesarios para la transición de energía.

CMOC, la compañía china que opera la mina de Tenke-Fungurume, acordó en abril pagar 800 mdd al gobierno para resolver una disputa fiscal por la que la empresa había sido objeto de una prohibición de exportación durante los diez meses anteriores.

Y ahora el gobierno de la RDC lleva a cabo una revisión exhaustiva de todas sus empresas conjuntas de minería con inversionistas extranjeros. “No estamos satisfechos. Ninguno de estos contratos crea valor para nosotros”, dice Guy Robert Lukama, director de Gécamines, una compañía minera estatal de la RDC. Le gustaría que la RDC captara más puestos de trabajo, ingresos y actividades minerales de mayor valor.

A la entrada de su oficina, una vitrina con rocas altamente mineralizadas pone de manifiesto las riquezas que se ofrecen. Lukama también aboga por la intervención gubernamental para mantener altos los precios del cobalto: “Hay que organizar adecuadamente el exceso de oferta. Algunas cuotas de exportación serían útiles”, dice.

La RDC está lejos de ser la única. A medida que el mundo pasa de un sistema de energía basado en combustibles fósiles a otro alimentado por electricidad y energías renovables, la demanda mundial de materiales como cobre, cobalto, níquel y litio está transformando la suerte de los países que los producen.

El dato

70 por ciento

De la extracción mundial de cobalto lo concentra la República Democrática del Congo.

La extracción de determinados metales está muy concentrada en unos cuantos países. En el caso del cobalto, la RDC concentra 70 por ciento de la extracción mundial. En el caso del níquel, los tres principales productores (Indonesia, Filipinas y Rusia) representan dos tercios del mercado. En cuanto al litio, los tres mayores productores (Australia, Chile y China) representan más de 90%.

La demanda no hará sino crecer en los próximos años. Según los planes actuales, ninguna de estas materias primas clave tendrá suficientes minas en funcionamiento en 2030 para desarrollar la infraestructura necesaria para limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

Para finales de esta década, el incipiente mercado del litio deberá triplicar su tamaño, mientras que la oferta de cobre se quedará corta en 2.4 millones de toneladas, según el informe.

La creciente demanda de estas materias primas empieza a sacudir tanto a la economía como a la geopolítica del mundo de la energía.

Las cadenas de suministro de algunos de estos metales empiezan a enredarse en las crecientes tensiones entre Occidente y China, que domina la capacidad de procesamiento de litio, cobalto y tierras raras y se está considerando restringir las exportaciones de algunos materiales. Los gobiernos, desde Washington a Bruselas o Tokio, evalúan en dónde pueden abastecerse de forma confiable de minerales críticos sin pasar por la órbita de Beijing.

Este cambio también está transformando a algunos países más pequeños e históricamente subdesarrollados en superpotencias de materias primas. Y sus gobiernos se proponen reescribir las reglas de la extracción de minerales.

el dato

Más del 90 por ciento

De la extracción de litio proviene de Argentina, Chile y China.

Muchos intentan captar más valor de sus minerales, aumentando el procesamiento y la fabricación de valor añadido a nivel nacional. Algunos también intentan controlar la oferta, nacionalizando los recursos minerales, introduciendo controles a la exportación e incluso proponiendo cárteles.

Si antes algunos de estos países ricos en recursos eran víctimas de una explotación que puede remontarse a la época colonial, ahora se están empoderando para retomar el control de sus destinos.

Tan solo en los últimos 12 meses, Zimbabue y Namibia prohibieron las exportaciones de litio en crudo; Chile aumentó el control estatal sobre la extracción de litio; mientras que México sumió a su naciente industria del litio en la incertidumbre con una nueva revisión de las concesiones mineras. Por su parte, Indonesia añadió los controles de exportación de bauxita (ingrediente clave del aluminio) a su prohibición preexistente de exportar mineral de níquel crudo.

Todos los gobiernos buscarán un acuerdo con la industria minera que sea justo, que beneficie al país y a la industria”, dice Jakob Stausholm, director ejecutivo de Rio Tinto.

Aunque rechaza la idea de que el creciente “nacionalismo” esté detrás de esto, sí reconoce que se produjo un cambio. “Probablemente cada vez será más difícil limitarse a extraer y exportar; muy a menudo una nación quiere tener algunas instalaciones de procesamiento asociadas a la minería”.

El reto Blanco.

El sutil cambio de poder hacia los productores de los codiciados metales de las baterías es similar a otros cambios de materias primas del pasado, como el auge del carbón durante el siglo XIX o el del estaño durante el siglo XX. Pero, ¿hasta dónde llegarán los productores para aprovechar este momento? ¿Y cuánto tiempo pueden hacer que dure? 

La oportunidad de Indonesia

Indonesia, que produce casi la mitad del níquel del mundo, un ingrediente clave en las baterías de los coches eléctricos, es el ejemplo más claro de aprovechamiento de los materiales. Años de controles a la exportación de níquel crudo ya lograron crear una amplia industria nacional de fundición, así como plantas de baterías y varias fábricas de vehículos eléctricos.

Después de que el país prohibió las exportaciones de níquel crudo en 2014, atrajo más de 15 mil mdd de inversión extranjera en el procesamiento de níquel, principalmente de China. En la actualidad, Indonesia prohibió las exportaciones de todo tipo de productos, desde mineral de níquel hasta bauxita, y el próximo año entrará en vigor la prohibición de la exportación de concentrado de cobre.

Pero no todo el mundo está de acuerdo con estas políticas: la Unión Europea las impugnó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y logró ganar una audiencia inicial. Indonesia apeló en contra del veredicto.

Pero los funcionarios del gobierno dicen que los esfuerzos del país por desarrollar la industria nacional y fomentar la fabricación salen directamente del mismo libro de tácticas que los países occidentales utilizaron hace un siglo.

“No es algo que sacamos de la nada”, dice el Ministro de Inversiones, Bahlil Lahadalia. “Estamos aprendiendo de nuestros homólogos de los países desarrollados, que en el pasado recurrieron a estas políticas poco ortodoxas”.

Señala el modo en que el Reino Unido prohibió las exportaciones de lana cruda durante el siglo XVI para estimular su industria textil nacional. O Estados Unidos (EU), que aplicó elevados impuestos a la importación en los siglos XIX y XX para fomentar la fabricación nacional.

Lahadalia quiere ir un paso más allá y crear un cártel al estilo de la OPEP para mantener altos los precios del níquel y otros materiales de las baterías. “Indonesia estudia la posibilidad de formar una estructura de gobernanza similar (a la de la OPEP) con respecto a los minerales que tenemos”, dice.

Independientemente de que ocurra o no, el auge del níquel sin duda le da a Indonesia un perfil más alto. Cuando el Presidente Joko Widodo visitó EU el año pasado, se reunió tanto con el presidente Joe Biden en Washington como con el CEO de Tesla, Elon Musk, en una escala fuera de ruta en Boca Chica, Texas.

Ventana de oportunidad

Sin embargo, no todos los países seguirán la misma trayectoria que Indonesia. Según un nuevo informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables, los productores de metales podrán ejercer influencia a corto plazo, mientras la producción esté concentrada y la demanda crezca, pero es poco probable que tengan el tipo de poder geopolítico duradero del que disfrutan los productores de gas y petróleo.

Uno de los retos es que los metales de las baterías, como el litio, están bien distribuidos por todo el planeta, al menos en términos de reservas geológicas, si no de producción minera real. Los elevados precios actuales del litio hacen que resulte eficiente desarrollar yacimientos a los que antes resultaba demasiado caro acceder, e impulsan la expansión de la minería de litio en roca dura en lugares como China y Australia.

Los principales productores.

Un ejemplo de cómo puede cambiar la producción de minerales es la minería del litio en SudaméricaChile es actualmente el principal productor de la región, pero su vecina Argentina, con políticas mineras más favorables a las empresas, lo podría superar.

Las 23 provincias argentinas controlan sus propios recursos naturales y cortejan con entusiasmo el negocio minero. Con cerca de 9 mil 600 mdd de inversión en litio anunciados en los últimos tres años y 38 proyectos en planes, las autoridades afirman que la producción argentina se multiplicará por seis en los próximos cinco años.

La inversión en litio nunca se detuvo y creo que eso tiene que ver con el hecho de que estamos abiertos a la inversión privada y con la incertidumbre sobre las políticas que se están aplicando en otros países”, dice Fernanda Ávila, Ministra de Minería de Argentina.

La posición de Argentina como una anomalía entre los países sudamericanos que poseen litio le ayuda a atraer inversiones, incluso cuando éstas se agotaron en otros sectores de la economía en medio de una inflación de tres dígitos.

Aunque algunos políticos del “triángulo del litio” de Sudamérica --Chile, Argentina y Bolivia-- plantean la idea de crear un cártel del litio al estilo de la OPEP, Ávila no se muestra muy entusiasmada con la idea. Aunque “tenemos muy buena relación con nuestros países vecinos”, dice, “no es un tema que esté en la agenda”.

Ésta es otra de las razones por las que producir metales para baterías es diferente a producir petróleo: es muy difícil formar un cártel exitoso.

Durante el siglo XX, varias materias primas clave estuvieron controladas por cárteles. El estaño se manejaba a través del Consejo Internacional del Estaño (ITC, por sus siglas en inglés) desde la década de 1950 hasta la década de 1980, e Indonesia, Bolivia y el entonces Congo Belga eran miembros productores. Del mismo modo, los productores de café se agruparon en un organismo durante las décadas de 1960 y 1970; y los productores de hule (caucho) natural mantuvieron un cártel hasta la década de 1990.

John Baffes, jefe de la Unidad de Materias Primas del Banco Mundial, que ha estudiado estos grupos, dice que los cárteles exitosos tienen tres características: un número reducido de productores, que comparten un objetivo bien definido, en un calendario corto.

Cree que será difícil que los productores de metales para baterías formen cárteles. Es posible que algunos países se unan para crear un entorno que les beneficie, como mantener los precios altos”, dice Baffes. “Pero eso será la semilla del fracaso, porque entrarán más entidades, de fuera del grupo”.

La velocidad a la que evolucionan las tecnologías de baterías y cómo cambian sus ingredientes también podría socavar los esfuerzos de la formación de un organismo.

A diferencia del petróleo, que es muy difícil de sustituir como fuente de combustible, los metales de las baterías tienen un riesgo de sustitución mucho mayor. Los laboratorios que desarrollan nuevas químicas para las baterías evolucionan constantemente sus fórmulas para utilizar menos metales caros o difíciles de adquirir.

Esto ya empieza a ocurrir con el cobalto, que los grupos automotrices están tratando de reducir en sus baterías debido a su alto costo.

Como ejemplo de lo rápido que puede cambiar el panorama de la demanda, el uso de baterías sin cobalto en China subió de 18 por ciento del mercado de vehículos eléctricos en 2020 a 60 por ciento este año, según Rho Motion, una consultora especializada en vehículos eléctricos. Las baterías ricas en manganeso también están en el horizonte, lo que podría reducir aún más el uso de cobalto.

“Una de las consecuencias del aumento de las baterías sin cobalto es que la escasez de cobalto, que se pronostica para 2024 y 2025 podría no concretarse”, dice Andries Gerbens, operador de Darton Commodities. “Puede sugerir que los precios del cobalto sigan siendo más bajos”.

La reciente caída de los precios del cobalto, el níquel y el litio podría frenar los esfuerzos de los países productores por sacar más beneficios y aumentar la fabricación nacional. Después de que el cobalto y el litio experimentaron un enorme repunte de precios en 2021 y 2022, impulsados principalmente por la demanda de baterías de vehículos eléctricos, este año, el mercado se encuentra mucho más tranquilo.

La desaceleración de la producción de vehículos eléctricos en China, combinada con un aumento de la producción de hidróxido de cobalto y carbonato de litio, hizo bajar sus precios entre 30 y 40 por ciento, respectivamente, durante los seis primeros meses del año, según Benchmark Mineral Intelligence.

Los mineros veteranos dicen que este ciclo ya se ha repetido muchas veces. El nacionalismo de los recursos suele aumentar cuando los precios de las materias primas son altos o cuando se acercan las elecciones, dice Mick Davis, fundador de Vision Blue Resources.

En esos momentos, “(los políticos) inevitablemente intentan captar más beneficios de los que inicialmente habían previsto y acordado”, dice Davis. “El resultado siempre termina en lágrimas. Significa que el desarrollo de sus recursos minerales tarda cada vez más en producirse”.

Carpe diem

Sin embargo, mientras el ciclo todavía le permite a los países productores mostrar su poder, están decididos a aprovechar el momento.

A principios de este año, Chile, segundo productor mundial de litio, anunció un plan para seminacionalizar la industria: le otorgará un mayor control de dos gigantescas minas de litio en el desierto de Atacama a una compañía minera estatal cuando finalicen los contratos actuales en 2030 y 2043, y tanto esos proyectos como todos los nuevo en un futuro se convertirán en asociaciones público-privadas.

El presidente chileno, Gabriel Boric, dijo que el plan para aumentar el control estatal del litio es la mejor oportunidad que tiene el país para convertirse en una “economía desarrollada” y distribuir la riqueza de una manera más justa. “No más ‘minería para unos cuantos’. Tenemos que encontrar la manera de repartir los beneficios de nuestro país entre todos los chilenos”, dijo.

Y muchos productores están logrando dar pasos hacia arriba en la cadena de valor, en un intento de crear un crecimiento económico sostenible. En la RDC está en marcha la construcción de la segunda fundición de cobre del país, cerca de la mina de cobre de Kamoa-Kakula.

Chile, por su parte, ofrece precios preferenciales en el carbonato de litio a las empresas que instalen proyectos de litio de valor añadido en el país. La primera en hacerlo fue la china BYD, uno de los mayores fabricantes de vehículos eléctricos del mundo, que anunció en abril que va a construir una fábrica de cátodos de litio en el norte de Chile, con 500 puestos de trabajo previstos en la fase de inversión. 

Argentina abrirá en septiembre una pequeña fábrica de baterías de iones de litio --la primera de América Latina-- a la que seguirá otra más grande el próximo año. Propiedad de la empresa estatal de investigación de energía Y-TEC, la planta de la provincia de Buenos Aires utilizará litio extraído en Argentina por la compañía estadounidense Livent para producir el equivalente a 400 baterías de vehículos eléctricos al año.

Los intentos de Indonesia de crear una industria de vehículos eléctricos están dando sus frutos a una escala aún mayor. A principios de año, Ford anunció una inversión multimillonaria en una planta de procesamiento de níquel. Este verano, Hyundai puso la primera piedra de una planta de baterías, su segunda fábrica en el país.

Mientras la transición de energía empieza a remodelar los sistemas de poder y riqueza que dominaron el siglo XX, los nuevos productores de metales para baterías no han hecho más que empezar. Muchos ven este cambio en la dinámica del poder como un cambio bienvenido.

Es absolutamente esencial que reescribamos el legado de la industria minera, para que los países ricos en minerales puedan captar una mayor parte del valor económico”, dice Elizabeth Press, directora de planeación de Irena y autora del informe sobre minerales críticos. “Vemos una mayor conciencia por ambas partes de que las cosas no pueden seguir como estaban”.

RPG

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