Privilegiar a club de amigos de EU causará fricción comercial

Las herramientas de las que disponen para remodelar las cadenas de suministro con criterios estratégicos son torpes y costosas; además, pocos países querrán quedar abiertos a las represalias de Pekín

Línea de producción de armadora de autos en Canadá, uno de los socios del T-MEC. Reuters
Alan Beattie
Londres /

Preferir a los aliados políticos cuando se construyen las cadenas de suministro es caro, complicado y tal vez contraproducente.

No solo los observadores de EU se sorprendieron y quedaron intrigados la semana pasada cuando el senador de Virginia Occidental,Joe Manchin, se acordó de su afiliación partidista, hasta ahora mayoría nominal, y llegó a un acuerdo constructivo con los líderes demócratas del Senado sobre política climática y de energía limpia.

Visto desde afuera, el acuerdo también destaca por proponer uno de los primeros ejemplos aparentemente genuinos del friendshoring —preferir a los aliados estratégicos a la hora de construir cadenas de suministro— visto en condiciones naturales. Le encantó a los fabricantes de autos canadienses al ampliar la eliminación de aranceles a los vehículos eléctricos ensamblados en Norteamérica, no solo en EU. También favorece los minerales de las baterías procesados por economías con las que Estados Unidos ya tiene acuerdos comerciales preferenciales.

Manchin no destaca por ser un internacionalista instintivo, pero las conversaciones sobre seguridad energética y oleoductos transfronterizos con compañías y políticos canadienses parecen haberlo convencido del imperativo estratégico más amplio de construir cadenas de suministro que excluyan a China.

El atractivo del friendshoring (también conocido como ally-shoring) ya aumentó considerablemente. Primero se elevó por la tensión geopolítica de EU con China y luego se aceleró por las sanciones y los bloqueos comerciales que se produjeron después de lainvasión de Rusia a Ucrania, pero el concepto sigue plagado de dificultades.

En primer lugar, no siempre está claro quiénes son tus amigos y cómo debes elegirlos. Posiblemente haya fuegos artificiales iluminando el cielo de Ontario por el acuerdo de Manchin. Pero la Unión Europea, Japón y Corea del Sur también pueden reclamar que se les considere aliados geopolíticos, incluso amigos, de EU. Bruselas ya se quejó del carácter discriminatorio de una propuesta de crédito para autos eléctricos limitada a los productos fabricados en Estados Unidos. Es poco probable que se alegre —o que se convenza de que los créditos fiscales cumplen la legislación de la Organización Mundial del Comercio (OMC)— si el círculo encantado incluye solo a Canadá y México.

La otra disposición que favorece los minerales de las baterías producidos o reciclados en países con los que Estados Unidos tiene un acuerdo comercial preferencial, también es un problema. La lista incluye a Corea del Sur pero no a la Unión Europea, a pesar de años de negociaciones sobre un acuerdo comercial entre Bruselas y Washington, ni a Japón.

En segundo lugar, tomar una decisión sobre la fiabilidad política en general es bastante difícil, pero tratar de determinar qué amistades tienen probabilidades de perdurar es casi imposible. Esto también aplica a otros países que evalúan la lealtad de EU. Otro mandato presidencial de Donald Trump, u otro nacionalista económico en la misma línea, y las cadenas de suministro construidas de acuerdo con las preferencias de política exterior de Joe Biden pueden ser destrozadas en otro berrinche de proteccionismo indiscriminado.

En cualquier caso, pocos países querrán ser parte inmutable de una pandilla de friendshoring estadunidense si eso los deja abiertos a las represalias estratégicas y comerciales de Pekin.

En tercer lugar, las herramientas de las que disponen las autoridades para remodelar las cadenas de suministro de acuerdo con criterios estratégicos son torpes y costosas. En cuanto a las exportaciones, los gobiernos pueden restringir las ventas de tecnología sensible, como hicieron EU y la Unión Europea con los semiconductores y otros productos para Rusia y China. Pero con las importaciones, las empresas preferirán insumos baratos y hará falta un gran esfuerzo fiscal o regulatorio para cambiar de proveedor a gran escala. Esto tiene implicaciones para las finanzas públicas y los precios de los productos.

A menos que la desgravación fiscal de los vehículos eléctricos fomente una cadena de suministro norteamericana tan increíblemente eficiente que sea capaz de superar a todos los competidores incluso cuando se elimine, los consumidores de EU terminarán pagando más por sus coches.

Suponiendo que el acuerdo de Manchin sobreviva, las disposiciones sobre créditos fiscales serán una valiosa prueba de la capacidad de los gobiernos en general y de Estados Unidos en particular para moldear las cadenas de suministro de acuerdo a las consideraciones estratégicas. Las preguntas sobre las propuestas son claras. ¿Son legales? ¿Son asequibles? ¿Funcionarán? Le corresponde a los defensores del friendshoring demostrar que si lo son.


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