Es el mejor de los países, pero también es el peor, o al menos de los de altos ingresos. Estados Unidos se destaca por su prosperidad y su brutalidad. Así lo he sentido desde que lo visité en 1966 y viví allí durante la década de 1970.
La prosperidad sostenida de Estados Unidos es asombrosa. Algunos países occidentales tienen ingresos reales per cápita aún más altos: Suiza es uno de ellos. Pero el producto interno bruto (PIB) real per cápita en los países de altos ingresos más grandes está por debajo del promedio de EU.
Además, estos países se han quedado aún más rezagados en este siglo. En 2023, el PIB real per cápita alemán fue 84 por ciento del de EU, frente a 92 por ciento en el año 2000. El de Reino Unido fue 73 por ciento del de Estados Unidos, frente a 82 por ciento en el año 2000.
Este desempeño superior relativo es notable si uno considera lo grande y diverso que es EU o que uno hubiera esperado que los países más pobres de otros lugares se pusieran al día, no que se produjera un declive relativo.
No es una sorpresa que la economía estadunidense siga siendo mucho más innovadora que otras grandes naciones de altos ingresos. Basta con ver sus empresas líderes. No solo son mucho más valiosas que las de Europa, sino que están mucho más concentradas en el ecosistema digital, como señaló Mario Draghi, ex director del Banco Central Europeo (BCE), en su reciente informe sobre la competitividad de la Unión Europea. Andrew McAfee, del MIT, subraya que “EU tiene una población grande y variada de empresas jóvenes y valiosas que se crean desde cero. La Unión Europea no la tiene. Los ciudadanos estadunidense de arribistas, que vale al menos 10 mil millones de dólares, en conjunto tiene un valor de casi 30 billones de dólares, más de 70 veces más que su equivalente en la Unión Europea”.
EU es una potencia económica, tanto que de manera persistente ha manejado un gran déficit en su cuenta de capital. Donald Trump protesta; sin embargo, se trata de un poderoso voto de confianza.
Entonces, ¿cómo puede ser que semejante maravilla económica también sea “el peor de los países”? Bueno, su tasa de homicidios de 6.8 por cada 100 mil habitantes en 2021 fue casi seis veces más alta que la de Reino Unido y 30 veces más que la de Japón. La última tasa de encarcelamiento de EU fue de 541 por 100 mil, con un total de más de 1.8 millones de personas en prisión, frente a 139 por 100 mil en Inglaterra y Gales, 68 en Alemania y apenas 33 en Japón. Esta tasa de Estados Unidos fue la quinta más alta del mundo, detrás de las de El Salvador, Cuba, Ruanda y Turkmenistán. Era más de cuatro veces más alta que la de China.
Según el Commonwealth Fund, la tasa de mortalidad materna más reciente fue de 19 por cada 100 mil nacidos vivos para las mujeres blancas de Estados Unidos, frente a 5.5 en Reino Unido, 3.5 en Alemania y 1.2 en Suiza. En el caso de las mujeres negras estadunidenses, la tasa de mortalidad se acercó a 50 por cada 100 mil nacidos vivos. La mortalidad infantil también es relativamente alta: según el Banco Mundial, la mortalidad de menores de cinco años fue de 6.3 por cada mil nacidos vivos en EU en 2022, frente a 4.1 en Reino Unido, 3.6 en Alemania y 2.3 en Japón.
El indicador más revelador del bienestar de un pueblo es la esperanza de vida. Se pronostica que este año Estados Unidos alcance 79.5 años para ambos sexos, lo que lo convierte en el cuadragésimo octavo país del mundo. Se proyecta que la esperanza de vida de China sea casi igual de alta, 78 años. La de Reino Unido y Alemania es de 81.5, la de Francia de 83.5, la de Italia de 83.9 y la de Japón de 84.9.
Sin embargo, EU gasta mucho más en salud, en relación con su PIB, que cualquier otro país. Esto demuestra un gran despilfarro, aunque esta baja esperanza de vida en Estados Unidos tiene varias explicaciones adicionales. Sin embargo, ¿qué significa el alto PIB que se mide en EU si se gastó alrededor de 17 por ciento en salud, con tan malos resultados?
En términos más generales, ¿qué significa la prosperidad de EU cuando se combina con indicadores tan potentes de bajo bienestar? Estos resultados son consecuencia de una alta desigualdad, malas decisiones personales y decisiones sociales disparatadas. Al parecer, hay alrededor de 400 millones de armas en circulación. Esto sin duda es una locura.
Una gran pregunta para los no estadunidenses, sobre todo los europeos, es si estas patologías son el precio necesario del dinamismo económico. No está claro por qué una economía innovadora no se puede combinar con una sociedad más armoniosa y saludable. Dinamarca sugeriría que sí. Se puede esperar que la escala del mercado estadunidense, su regulación ligera, la calidad de su ciencia y su atractivo para los inmigrantes sean las explicaciones, pero persiste el temor de que la sociedad dinámica en tecnología que Draghi y otros europeos buscan, ahora pueda requerir el individualismo rudo, más bien despiadado, de EU. Es una posibilidad que da que pensar.
Además, hay una pregunta relacionada, que es si la desigualdad relativamente alta de EU y la inseguridad de los que están en la parte inferior y media de la distribución del ingreso conducen de manera inevitable a lo que llamé “plutopopulismo” en 2006: el matrimonio político de los ultrarricos, que buscan la desregulación y los impuestos bajos, con la clase media y la media baja, inseguras y enojadas, que buscan a quién culpar por lo que les va mal. Si es así, lo que hizo que Estados Unidos fuera dinámico, al menos en esta era de desindustrialización y finanzas desenfrenadas, llevó al ascenso de Trump y, por tanto, a un cambio hacia una nueva y peligrosa autocracia demagógica.
Esto plantea la pregunta más fascinante: ¿el trumpismo puede matar a la gallina de los huevos de oro de la economía? Lo que en última instancia apuntaló el ascenso a la prosperidad y el poder fueron estado de derecho, estabilidad política, sentido de cohesión nacional, libertad de expresión y excelencia científica. ¿No existe el peligro de que el uso de la justicia como un arma, la hostilidad hacia la ciencia, los intentos de frenar a los medios críticos y la aparente indiferencia hacia muchas normas constitucionales, incluido el propio Trump, amenacen estos frágiles logros?
La república estadunidense es, con todos sus defectos, tal vez el éxito más notable de la historia. ¿Es posible que sus fortalezas se estén combinando con sus debilidades para derribar ese legado? Draghi tenía razón: debemos tratar de aprender de EU. Pero, hoy, aquellos que aprecian los ideales de una democracia regida por la ley también deben preocuparse por eso.