Las multitudes de entusiastas aficionados al fútbol se fueron desde hace tiempo, pero los recuerdos del vertiginoso momento de Qatar en el escenario mundial aún salpican a Doha, siete meses después.
Ahí están los espectaculares estadios que albergaron la Copa del Mundo el año pasado, de los cuales, la mayoría están a la espera de que se reduzca su tamaño o se les dé un nuevo uso; uno como un complejo para bodas, otros como centros comerciales y hoteles.
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A lo largo de la cornisa que se transformó en zona de aficionados durante el torneo, siguen colocados los carteles que promocionan la fiesta del futbol. Una escultura de la Copa Mundial de Futbol de la FIFA 2022 permanece en la bahía.
Es como si Qatar se aferrara a los últimos vestigios del torneo, mientras reflexiona sobre cómo superar su éxito al convertirse en el primer Estado árabe en ser sede de uno de los eventos deportivos más grandes del planeta.
Los dirigentes qataríes insisten en que no hay resaca. Dicen que trabajan en la siguiente fase del desarrollo del país, rico en gas, y que la riqueza y la ambición que le permitieron a asegurar la Copa del Mundo no han disminuido. Describen su deseo de crear una “economía basada en el conocimiento” y labrarse un papel como “solucionador de problemas internacionales”. Se habla de una candidatura para los Juegos Olímpicos de 2036.
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Durante 12 años, los preparativos de la Copa del Mundo absorbieron gran parte de la atención del país del Golfo Pérsico. Gastó más de 200 mil millones de dólares (mdd) en infraestructura, al tiempo que esquivaba las críticas por su trato a los trabajadores inmigrantes y rebatía las acusaciones de que había comprado la Copa Mundial.
Doha se convirtió en un gigantesco sitio de construcción, rebosante de actividad. Hoy, con un metro de última generación, autopistas, hoteles y torres de departamentos terminados, solo quedan algunos focos de construcción. Grúas solitarias cuelgan sobre esos edificios a la espera de ser terminados.
“Los últimos seis meses han sido realmente desalentadores, mucha gente fue testigo del momento cumbre, y siempre fue difícil imaginar que Doha fuera tan emocionante para la gente, pero en cuanto a las perspectivas de futuro, aún no hay un sentido claro de la dirección”, dice Tarik Yousef, director del Consejo de Medio Oriente para Asuntos Globales, con sede en Qatar, y se pregunta: “¿Cuál es el plan?”.
La forma en que Qatar responda a esta pregunta se convertirá en un caso de estudio sobre si la Copa del Mundo puede ser transformadora a largo plazo —como insisten los qataríes— y si Doha puede utilizarla para elevar la posición del Estado del Golfo en el escenario mundial, después de una década turbulenta.
El reto, según los analistas, es evitar la autocomplacencia y convencer a los inversionistas extranjeros de que este Estado de 3 millones de habitantes, de los cuales solo 400 mil son qataríes, debería ser un destino de inversión favorito. “La Copa del Mundo es un comienzo, no un final”, dice el jeque Mohammed bin Abdulrahman al-Thani, que desempeña las dos funciones de primer ministro y ministro de Relaciones Exteriores.
EL DATO...24 mil mdd
Registró Qatar de superávit presupuestario en 2022, el más alto en años
Todo está en su lugar
Después de un periodo de distensión regional, los qataríes creen que la nación surgió más fuerte de la experiencia, con Doha recuperando su arrogancia y su confianza reforzada por el éxito de la Copa del Mundo.
Su desarrollo recaerá sobre los hombros del jeque Mohammed, a quien el emir, el jeque Tamim bin Hamad al-Thani, ascendió al mandato del Estado en marzo, como parte de una reorganización destinada a “inyectar sangre nueva”, dice un alto funcionario.
“Tenemos que aprovechar el éxito de la Copa del Mundo, es por eso que se ven los recientes cambios en el gobierno”, dice. “La infraestructura está lista, las carreteras, el puerto.... todo está en su lugar”.
Descrito como el “director ejecutivo” del emir “presidente”, Sheikh Mohammed, de 42 años, tiene la tarea de encabezar la siguiente fase del desarrollo de Qatar. Tendrá importantes recursos a su disposición. Como uno de los principales exportadores mundiales de Gas Natural Licuado (GNL) y siendo una de las naciones más ricas en términos per cápita, Doha cuenta con vastos medios financieros para respaldar sus ambiciones. El año pasado, registró un superávit presupuestario de 24 mil millones de dólares (mdd), el más alto en años, a pesar de los fuertes gastos que realizó para la Copa del Mundo.
La demanda de gas se está incrementando desde la crisis de energía del año pasado, desencadenada por la invasión de Rusia a Ucrania. Doha se encuentra en medio de una enorme expansión de 30 mil mdd de su capacidad de producción nacional.
Se espera que la mayoría de sus excedentes se canalicen a la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA, por sus siglas en inglés), el fondo de riqueza soberana estimado en 450 mil mdd, que ganó renombre durante y después de la crisis financiera mundial de 2008 y 2009, invirtiendo miles de millones de dólares en compañías occidentales, incluyendo Credit Suisse, Barclays y Sainsbury’s, mientras recuperaban activos trofeo como Harrods, la tienda departamental británica.
Ahora, la QIA fortalece sus recursos para administrar la próxima ganancia extraordinaria del petrodólar. Su personal aumentó de alrededor de 350, hace unos 5 años, a más de 500, y planea sumar otros 200 para 2025.
A nivel nacional, el jeque Mohammed habla de aprovechar el poder financiero de Doha y la nueva infraestructura para desarrollar áreas de nicho en sectores como la salud, la energía, la logística y la educación.
La idea es capitalizar las entidades estatales, incluidas las zonas especiales de inversión como el Parque Científico y Tecnológico de Qatar, y atraer a las empresas extranjeras con promesas de invertir junto a ellas. Doha ya está en conversaciones con Volkswagen, en donde la QIA tiene una participación significativa, para que el grupo automotriz alemán fabrique nuevas tecnologías, dicen los funcionarios del país.
Sin embargo, en todo el Golfo, los intentos de diversificar las economías a menudo fracasaron. En las dos últimas décadas, Qatar invirtió mucho en educación y cultura, pero sus planes de crear un centro financiero no lograron alcanzar una masa crítica.
En la actualidad, Qatar opera en un entorno cada vez más competitivo, ya que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos persiguen sus propios y ambiciosos planes. Las autoridades qataríes dicen que no tratarán de competir con las grandes potencias del Golfo.
“Tenemos una estructura económica similar (a la de otros Estados del Golfo), pero cuando ves a Qatar, el enfoque es diferente: estamos intentando ser muy especializados y específicos”, dice el jeque Mohammed.
Mantén a tus amigos cerca
Pocos son más conscientes de los riesgos de un tumulto regional que el jeque Tamim, quien ascendió al trono en 2013 después de que su padre, el jeque Hamad, tomara la sorpresiva decisión de abdicar.
A las pocas semanas de asumir el trono, a los 33 años, Kuwait le advirtió que los vecinos estaban actuando en su contra. Al año siguiente, estalló la primera crisis diplomática cuando Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto retiraron a sus embajadores de Doha.
Tres años más tarde, el cuarteto impuso su embargo. Inicialmente, parecían contar con el respaldo del expresidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, a pesar de que Doha alberga la base militar estadounidense más grande en la región, Al Udeid.
Las relaciones se volvieron más cálidas desde que se levantó el embargo a principios de 2021. Riyadh y Abu Dhabi también actuaron para normalizar las relaciones con su archirrival Irán, aliviando las tensiones regionales. “Nuestro objetivo es garantizar la estabilidad en nuestra región y mantener estas relaciones con nuestros vecinos”, dice un alto funcionario.
El jeque Hamad, quien supervisó la transición de Qatar de un páramo del desierto a una potencia productora de gas, impulsó una agenda de política exterior más asertiva.
Fue particularmente evidente después de los levantamientos árabes de 2011, cuando Doha buscó aumentar su influencia y respaldó a grupos islamistas desde Egipto hasta Siria. Cuando el jeque Tamim ascendió al trono, Qatar tenía pocos amigos en el vecindario y relaciones irritables con Washington.
El jeque Tamim se enfocó en fortalecer las relaciones de Qatar con EU y Europa, especialmente con el Reino Unido. También impulsó las defensas de Doha, con un gasto en armamento que pasó de mil 900 mdd en 2010 a 15 mil 400 mdd el año pasado, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.
La estrategia, según los funcionarios, consiste en crear un elemento disuasorio nacional frente a las amenazas, mientras que su papel como proveedor mundial de GNL y mediador le garantiza seguir siendo relevante para socios más poderosos.
“La primera línea de defensa de Qatar, como país pequeño, es su diplomacia y asegurarse de que mantiene asociaciones estratégicas sólidas con muchos países, incluido EU”, dice un funcionario.
Los cambios en la dinámica de la región al parecer se desarrollaron en beneficio de Qatar. La retirada de EU de Afganistán en 2021 puso de relieve el valor que tiene Doha como aliado estadounidense, capaz de negociar con sus enemigos después de que los talibanes tomaron el poder.
Desde entonces, se ha convertido en un centro para los funcionarios occidentales que cubren Afganistán, con muchas embajadas que se trasladan a Doha y el jeque Mohammed actúa como un conducto para que Washington interactúe con los talibanes.
“La forma en que subrayas tu relevancia es tener una aerolínea de clase mundial; ser un centro de logística y transporte; participar en los esfuerzos de mediación regional y ganarse la reputación como pacificador en una zona en conflicto”, dice Mehran Kamrava, profesor de gobierno en la Universidad de Georgetown de Qatar. La riqueza de gas del país, añade, le da los recursos necesarios para “asegurar su relevancia”.
También le ayuda a Qatar a profundizar las relaciones de este a oeste, y en Doha hay un sentido palpable de reivindicación sobre su decisión de ampliar la producción desde el Campo Norte, el área de gas natural más grande del mundo que comparte con Irán.
El proyecto aumentará la capacidad de producción anual de GNL de Qatar de 77 millones de toneladas (mt) a 126 mt en 2027, lo que equivale a casi un tercio de la demanda mundial total de GNL del año pasado.
Según el FMI, para 2027 se espera que la expansión del GNL aumente el PIB real en 5.7 por ciento acumulado y añada alrededor de 3.5 por ciento del PIB en ingresos por exportaciones al año. Todo esto alimenta el clima de confianza en Doha. Sin embargo, el riesgo es que “vuelvan a caer en la trampa de excederse más allá de sus capacidades”, dice Kamrava.
“Organizaron una Copa del Mundo muy exitosa, superaron el bloqueo y surgieron más fuertes y dependen menos de sus vecinos”, añade. “La pregunta es si esto se traducirá en una arro- gancia insostenible a largo plazo”.
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