El final de la interminable lucha de la Unión Europea y Estados Unidos por los subsidios a los aviones, que se discutió a fondo entre comidas de lubina y guiso de cordero en Bruselas, marca una importante tregua en lo que parecía un conflicto comercial sin solución.
Para los responsables de la formulación de políticas en Bruselas, la esperanza es que el acuerdo entre Airbus y Boeing pase la página con decisión sobre las tensiones comerciales de la era Trump. Para las empresas en ambos lados del Atlántico, levanta el espectro de los aranceles punitivos sobre las mercancías que se extienden más allá de la aviación a la melaza de caña de Georgia y el queso italiano.
Pero el acuerdo también marca el comienzo de un largo proceso que requiere una estrecha cooperación si ambas partes quieren alejar su fuego el uno del otro y centrarse en los desafíos comerciales mutuos que plantea China.
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¿De qué se trataba la disputa?
Se remonta a 2004, cuando el número de entregas de aviones Airbus superó por primera vez a las de su rival estadunidense. Un acuerdo previo sobre los subsidios colapsó, y la administración de EU alegó una ayuda estatal desleal. La Unión Europea respondió con su propia denuncia. La Organización Mundial del Comercio (OMC) abrió investigaciones en ambos lados.
La principal crítica estadunidense se centró en la llamada ayuda de lanzamiento proporcionada a Airbus por sus países anfitriones de la Unión Europea (en ese momento, Reino Unido, Francia, Alemania y España). La ayuda consistía en financiamiento público para el desarrollo de nuevos modelos, reembolsado mediante regalías sobre ventas futuras.
La Unión Europea respondió que Boeing se benefició del apoyo de EU que infringió las reglas de la OMC. Se produjeron disputas de ojo por ojo, ya que cada parte acusó a la otra (con éxito) de no cumplir con las resoluciones de la OMC.
En 2019, la OMC otorgó a EU el derecho a imponer aranceles de represalia por 7 mil 500 millones de dólares a productos europeos y al año siguiente se autorizó a la Unión Europea a imponer aranceles adicionales por casi 4 mil mdd a artículos de EU. En marzo se acordó suspender los aranceles por cuatro meses, creando una ventana para las negociaciones.
El elemento clave del acuerdo es una suspensión de cinco años de los aranceles y la creación de un grupo de trabajo encargado de llegar a un entendimiento final sobre los subsidios pasados y futuros.
Sin embargo, para establecer algunas reglas para el camino, se utilizarán las referencias de la OMC sobre financiamiento de investigación y desarrollo, exenciones fiscales y otros tipos de subsidios.
Implicaciones en la aviación
La aviación ha sido uno de los sectores más afectados por el covid-19, y la perspectiva de una guerra comercial habría sido una costosa distracción adicional. Las entregas de aviones se mantienen por debajo de los niveles previos a la pandemia, ya que las aerolíneas con problemas de liquidez cancelan o aplazan los pedidos.
Además del coronavirus, Airbus y Boeing se enfrentan a una creciente competencia china, donde el fabricante aeroespacial estatal Comac está desarrollando el C919, diseñado para competir con el Airbus A320 y el Boeing 737.
Boeing pronosticó el año pasado que China se convertirá en el mercado de aviación más grande del mundo, con alrededor del 25 por ciento de todo el crecimiento de la aviación a escala mundial que provino del país asiático en la última década.
El acuerdo termina con una fuente de discordia de larga data. Ahora Bruselas presiona para avanzar en otra: los aranceles de la era Trump sobre acero y aluminio, que perjudicaron a los productores de la Unión Europea y trajeron represalias contra los bienes de consumo de EU como motocicletas Harley-Davidson y el bourbon.
Biden y la Unión Europea acordaron establecer un grupo de trabajo sobre este tema y un “consejo de comercio y tecnología” para cooperar en el establecimiento de normas y estándares técnicos para sectores como la inteligencia artificial y tecnologías como los semiconductores.