La realidad virtual ha sido un fracaso hasta el momento. ¿Tal vez el cierre de emergencia a escala mundial pueda darle un empujón? Para millones de personas, la realidad virtual tal vez sea preferible a la realidad cotidiana de estar sentado ansiosamente en casa. Si no logra despegar ahora, las probabilidades son bajas de que alguna vez llegue a la corriente principal en su forma actual.
Facebook todavía es un creyente. Como prueba, veamos el acuerdo de la red social estadunidense para una licencia de tecnología del fabricante británico de dispositivos Plessey.
Plessey, alguna vez un importante grupo de equipos de telecomunicaciones de Reino Unido, más recientemente cambió de los semiconductores a las micropantallas LED para dispositivos de realidad aumentada. Fue un buen movimiento. La compañía ahora opera en un campo con competencia limitada, abastece tecnología y equipo a gigantes de tecnología convencidos de que la realidad virtual es la siguiente entrega de la vida en línea.
El mercado de realidad virtual podría valer 22 mil millones de dólares para 2022, afirma Statista, el negocio de datos. Esas predicciones se han equivocado antes. Cuando Facebook compró Oculus, el fabricante de hardware de realidad virtual, en 2014 por 2 mil millones de dólares —dos veces lo que pagó por Instagram, la aplicación para compartir fotografía— las expectativas eran altas.
Bloomberg incluso construyó un prototipo de su terminal de datos para los nuevos dispositivos. El lanzamiento fracasó: Oculus fue costoso, estaba anclado a una computadora personal y le faltaban aplicaciones.
El más reciente, un casco independiente de Oculus demostró ser mucho más popular.
2.6 Millones de cascos de realidad virtual de Oculus son los que Nielsen estimó que se enviarían para su venta en septiembre de este año.
1.6% De las ventas totales de Facebook representó Quest en el último trimestre de 2019, las cuales ascendieron a 346 millones de dólares del rubro “otros”.