Klaus Schwab, de 86 años de edad, fundador del Foro Económico Mundial (FEM), renunciará a su cargo de presidente ejecutivo después de más de medio siglo al frente de la conferencia empresarial más importante del mundo.
Schwab ha presidido la reunión anual en la estación de esquí suiza de Davos desde su fundación en 1971, convirtiéndola en una empresa sumamente rentable, propiedad de una fundación benéfica, con ingresos anuales de 500 millones de euros. En enero dejará el cargo y asumirá una nueva función como presidente del consejo de administración del FEM.
Børge Brende, presidente del consejo ejecutivo del FEM y ex ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, tomará el relevo.
“La organización ha experimentado una evolución planeada de gobernanza, pasando de ser una organización administrada por sus fundadores a otra en la que un presidente y una junta directiva asumen la responsabilidad ejecutiva total”, indicó el FEM.
Schwab ayudó a transformar el FEM desde sus modestos comienzos como Simposio de Administración Europeo —una conferencia para que empresarios europeos intercambiaran ideas estratégicas respaldadas por la Comisión Europea— en una conferencia a la que asistieron altos directores ejecutivos, banqueros y responsables de la formulación de políticas.
En su última reunión a principios de este año, el foro de Davos atrajo a más de 50 jefes de Estado, incluido el presidente de Argentina, Javier Milei, responsables de la formulación de políticas como la directora del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, y docenas de líderes empresariales, incluidos Jamie Dimon, de JP Morgan, y Satya Nadella, de Microsoft.
Las firmas pagan hasta 600 mil francos (658 mil dólares) en cuotas anuales de membresía, y los asistentes suelen desembolsar enormes sumas adicionales para asegurar su alojamiento.
Klaus Schwab, quien nació en Alemania y estudió ingeniería mecánica, fundó la conferencia mientras trabajaba como profesor de negocios en la Universidad de Ginebra. Davos, el remoto pueblo que eligió como su sede, fue inmortalizado por el escritor alemán Thomas Mann en su novela La montaña mágica, en la que un sanatorio ajeno a este mundo de personajes excéntricos satiriza a una sociedad europea que se precipita hacia la guerra.
En la mira de los activistas climáticos, populistas y anticapitalistas, la conferencia recientemente ha batallado para mantener su atractivo mientras las tensiones geopolíticas y el proteccionismo hacen mella en su mantra a favor de la globalización.
Schwab también ha sido blanco de críticas, tanto por su salario de un millón de francos suizos como por la delgada línea que separa el trabajo del foro como organización benéfica y las empresas privadas vinculadas a su fundador y su familia que operan cerca de él.
La relación del FEM con Davos también es cada vez más tensa: el pueblo planea celebrar un referendo para los residentes en junio próximo que puede limitar el número de personas que asisten a la conferencia, al restringir el alquiler de locales solo a invitados oficiales.
Schwab ya amenazó con trasladar la conferencia a otro lugar, señalando el éxito de su reunión en Singapur durante la pandemia de coronavirus.
El sitio web Semafor fue el primero en informar que Schwab dejará su cargo.