Solía burlarme de los colegas que, tras la elección de Donald Trump, predecían que Estados Unidos (EU) se dividiría algún día. Ya no me río.
Las decisiones de la Corte Suprema profundizaron las fisuras que se han ido abriendo en EU durante años. Estas tienen su origen no solo en la elección de Trump, sino que pueden remontarse a la crisis financiera de 2008.
Las decisiones políticas que tomaron tanto republicanos como demócratas desde entonces erosionaron la confianza en las instituciones, que ahora se encuentra en un mínimo histórico.
En lo que respecta a cuestiones de riesgo político y de volatilidad, ¿EU empieza a parecerse más a un mercado emergente que a una economía desarrollada?
Aunque el riesgo político de EU sigue siendo relativamente bajo en las comparaciones mundiales (ocupa el puesto 85 de los 127 países analizados), ahora es el más alto de cualquier mercado desarrollado. Solo países como Turquía, Colombia, México e Israel se parecen a EU dentro de las naciones de la OCDE. Aún más preocupante es el hecho de que el cambio y la volatilidad de las métricas clave hacen que EU se parezca más a una nación en desarrollo que a una desarrollada y menos al supuesto líder del mundo.
Mark Rosenberg, director de Geo- Quant, llama a esto la “EM-ificación” de la política de EU, que define como “una forma menos estable de conflicto político en la que las instituciones son demasiado débiles para hacer cumplir las reglas”.
Aunque el riesgo político aumentó en EU, el tamaño y la profundidad de los mercados de capitales y el enorme poder de su mercado de consumo hacen que el impacto económico sea escaso o nulo.
¿Qué puede pasar en un país en el que unos estados de las costas y unos cuantos con gobiernos demócratas en el centro tienen marcos muy diferentes para la regulación de las empresas, las cuestiones sociales, los impuestos y el ambiente? Estamos a punto de averiguarlo.
La secesión solía ser algo con lo que se bromeaba en EU, se hablaba del “Tex-it” o del movimiento independentista de los estados del oeste conocido como “Cascadia”. El conflicto armado era algo que ocurría en otras partes. Ahora ya no. Con o sin armas, Estados Unidos está ahora en guerra consigo mismo.
srgs