Sam Altman, líder de la revolución de la inteligencia artificial generativa

FT MERCADOS

Tras cinco días de caos en OpenAI, regresa Sam Altman "el embajador de la IA".

Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI.
Madhumita Murgia y George Hammond
Ciudad de México /

El director de OpenAI, Sam Altman, subió a un escenario en San Francisco a principios de este mes para anunciar que ChatGPT, la creación de la startup, que inició una nueva era de inteligencia artificial hace un año, tiene 100 millones de usuarios semanales.

También anunció que la empresa reduciría a la mitad el precio de su software y pondría en marcha una tienda de apps de Inteligencia Artificial (IA), con el fin de extender el uso de esta revolucionaria tecnología. Altman hizo una pausa entre cada frase para dejar que se apagaran los aplausos.

Su capacidad para inspirar también se pudo ver semanas después, cuando el Consejo de Administración de OpenAI lo destituyó abruptamente. La defenestración solo sirvió para desatar una revuelta interna, con la mayor parte del personal exigiendo la inmediata reincorporación de Altman.

Personalidades del mundo de la tecnología, desde Eric Schmidt hasta Vinod Khosla, salieron en su defensa. Satya Nadella, el CEO de Microsoft, ofreció a Altman un nuevo puesto al frente de una división de investigación de IA en el gigante de tecnología, con la promesa de proporcionarle “los recursos necesarios para su éxito”.

El emprendedor de 38 años que desempeña un papel central en el establecimiento de la multimillonaria industria de la IA generativa podría ahora determinar su futuro.

Su superpoder es poner a la gente de su lado, dar forma a las narrativas, empujar las situaciones hacia la forma que le conviene”, dijo una persona con conocimiento directo de las negociaciones entre Altman y la junta directiva de OpenAI. “Eso hace que sea imposible supervisarlo”.

La figura de Altman aumentó en los últimos dos años, a medida que OpenAI superó los límites de la IA generativa, una tecnología que puede crear imágenes, texto y código de alta calidad que en gran medida son indistinguibles de la que producen los seres humanos.

En noviembre del año pasado, OpenAI lanzó ChatGPT, un sofisticado chatbot de preguntas y respuestas. La popularidad del producto dio como resultado que gigantes corporativos como Microsoft, Google y Salesforce y una serie de startups de tecnología lanzaran sus propios chatbots y productos de software, muchos de ellos construidos con la tecnología de IA subyacente de OpenAI.

Bajo la gestión de Altman, OpenAI se transformó en ocho años de un equipo de investigación sin fines de lucro en una compañía que, según se informa, genera mil millones de dólares (mdd) de ingresos anuales. Los clientes van desde Morgan Stanley hasta Estée Lauder, Carlyle y PwC.

El éxito convirtió a Altman en el embajador de facto de la industria de la IA, a pesar de su falta de formación científica. A principios de este año, se embarcó en una gira global en la que se reunió con líderes mundiales, startups y reguladores en varios países. Altman habló en la cumbre regional de la APEC de los países de la región Asia-Pacífico, en San Francisco, apenas un día antes de ser despedido.

Schmidt, exdirector ejecutivo de Google, publicó en X: “Sam Altman es uno de mis héroes. Creó una empresa desde cero hasta alcanzar un valor de 90 mil mdd y cambió nuestro mundo colectivo para siempre. Yo y miles de millones de personas nos vamos a beneficiar de su trabajo futuro; será simplemente increíble”.

La carrera de Altman 

Altman, que abandonó la Universidad de Stanford, es un producto de Silicon Valley. Su primera startup, el servicio de redes sociales basado en la ubicación Loopt, no despegó. Pero fue suficiente para que Paul Graham, fundador de Y Combinator, se fijara en él, quien lo sacó de la relativa oscuridad, con solo 28 años, para dirigir la incubadora de tecnología.

Los éxitos de Y Combinator incluyen Airbnb y la compañía de pagos Stripe, y el trabajo le dio a Altman un asiento en primera fila para algunas de las nuevas modas de inversión más populares y el gusto por respaldar grandes proyectos visionarios.

“Solo había un puñado de personas que invertían en estas tecnologías”, dijo Alexandr Wang de Scale AI, una compañía que Y Combinator respaldó por primera vez, a principios de este año. “Está dispuesto a realizar grandes apuestas. Es una de las cosas que lo convirtió en un gran inversionista. Está dispuesto a apostar a largo plazo”.

La cualidad más destacada que posee Altman, de acuerdo con los han trabajado con él, es su feroz ambición y su capacidad para conseguir apoyo.

Se le describe como “profundamente competitivo” y una “mente maestra”, y un conocido dijo que no hay nadie mejor para saber cómo acumular poder. 

La visión declarada de Altman sobre la IA es crear una potente tecnología general que pueda utilizarse con seguridad para hacer avanzar a la humanidad. “Creo que no tiene sentido tratar de meternos con calzador en una compañía de tecnología de última generación, porque esto es como algo diferente, ¿verdad?” le dijo al Financial Times en una entrevista a principios de este mes. “Nuestro producto es la inteligencia como servicio… inteligencia supercapaz. El tipo de inteligencia con la que puedes decir: ‘ve a curar esta enfermedad’”. 

Sin embargo, la inteligencia artificial no fue la única apuesta de Altman. Invirtió 375 mdd de su propio dinero en la startup de fusión nuclear Helion y se acerca a una ronda de financiamiento de 100 mdd para su startup cripto con escaneo de iris, Worldcoin.

Altman también trataba recaudar hasta 100,000 mdd de inversores en Medio Oriente y del fundador de SoftBank, Masayoshi Son, para establecer una nueva compañía de desarrollo de microchips que pudiera competir con Nvidia y TSMC para entrenar potentes modelos de IA, según una persona con conocimiento de la situación. Estos esfuerzos provocaron preocupaciones en el Consejo de Administración antes de su despido.

Todas las empresas de Altman contribuyen a su objetivo de crear una IA potente y barata y hacerla accesible a gran escala. “Creo que hay un tejido de empresas que se unen y que van a trabajar juntas para apuntar en la misma dirección. OpenAI-Microsoft es un ejemplo de eso. Tengo otros que lo harán con el tiempo”, dijo.

En los últimos dos años, Altman estuvo batallando para encontrar la mejor manera de equilibrar el enorme potencial de generación de dinero de la IA con la misión original de OpenAI de garantizar que la tecnología beneficie a la humanidad en general.

Aunque inicialmente se creó como una organización sin fines de lucro, Altman luego reformuló el grupo para atraer una inversión de mil mdd de Microsoft. Su nuevo modelo limitó los rendimientos que los inversionistas externos podrían obtener de una nueva división comercial y al mismo tiempo dirigió las utilidades adicionales a un fondo sin fines de lucro.

“Tiene una estructura extraña…donde la empresa con fines de lucro opera la mayor parte del día a día, pero está gobernada por una organización sin fines de lucro y la responsabilidad de la organización es mantener la misión de garantizar que la IA General (IAG) sea para el beneficio de la humanidad”, dijo una persona con conocimiento de las operaciones del consejo de OpenAI.

En particular, Altman dijo que no adquirió ningún capital personal en OpenAI, lo que aparentemente lo mantendría alineado con los estatutos y la misión de la compañía. Una persona describió el acuerdo como la “máxima demostración de poder”, ayudando al rico e independiente Altman a convencer a otros de su buena fe.

Altman demostró ser un líder venerado, capaz de organizar a los principales investigadores del mundo en torno a su visión. De acuerdo con el personal, había seguidores suyos parecidos a un culto dentro de OpenAI. Esto quedó evidenciado por una carta dirigida a la junta directiva la mañana del lunes (firmada por casi todos los 770 empleados de la compañía) amenazando con renunciar a menos que el Consejo de Administración renunciara y Altman fuera restituido.

Independientemente de las preocupaciones de la junta directiva sobre su estilo de liderazgo, incluida la afirmación de que Altman “no era siempre sincero en sus comunicaciones” con ellos, los inversionistas destacados lo siguen considerando como la clave del éxito de la empresa. 

Jessica Livingston, cofundadora de Y Combinator, publicó en X: “La razón por la que fui donante fundador de OpenAI en 2015 no fue porque estuviera interesada en la inteligencia artificial, sino porque creía en Sam”.

En un cambio dramático, Altman, quien fue despedido por la junta directiva de OpenAI la semana pasada, volverá al mando de la startup de IA de alto perfil bajo la supervisión de una nueva junta directiva, informó la compañía el martes por la noche.

DJR

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