San Francisco se volvió hostil con Uber y Lyft

FT MERCADOS

Para favorecer a los taxistas que pagaron cifras estratosféricas por su licencia de transportistas de pasajeros.

La Universidad Carnegie Mellon dice que los Uber y Lyft producen 20% más emisiones de CO2.
Elaine Moore
Ciudad de México /

Los recién llegados a San Francisco que buscan señales de una metrópolis tecnológica futurista suelen salir decepcionados. La apatía de la ciudad hacia su propio sector de tecnología queda ejemplificada por la escasa estima que hay para las aplicaciones de solicitud de transporte. 

Tanto Uber como Lyft se fundaron en San Francisco. Ninguna de las dos se siente querida. Es posible que el aeropuerto de San Francisco haya sido uno de los primeros de Estados Unidos (EU) en adoptar los servicios de transporte compartido, pero parece que se arrepintió de la decisión. 

La problemática historia de San Francisco con sus taxistas iguala a la de Nueva York. En 2010, poco después del lanzamiento de Uber, la ciudad introdujo una nueva subasta de medallones, las licencias que dan a los conductores el derecho a operar con taxis. El precio era de un monto claro, pero estratosférico, 250 mil dólares. Los titulares de los medallones se aferraban a ellos durante décadas, a veces alquilándolos a otros conductores como forma de ingresos pasivos. 

La decisión de San Francisco de crear un mercado de medallones hizo que la ciudad ganara mucho dinero: 63 millones de dólares (mdd), según la Agencia Municipal de Transporte de San Francisco (SFMTA, por sus siglas en inglés). Los vendedores de medallones también ganaron millones. 

Sin embargo, un par de años después de las ventas, las empresas de viajes compartidos inundaron la ciudad, ofreciendo viajes más baratos por medio de cómodas aplicaciones. Los ingresos del sector de taxis se desplomaron. Los taxistas, que habían pedido grandes préstamos, quedaron con una deuda impagable. Ahora quieren que la ciudad les recompre los medallones a los precios que pagaron. Es poco probable que esto ocurra. 

La respuesta de San Francisco es dar a los taxistas que pagaron un enorme precio por los medallones prioridad sobre otros taxis en el aeropuerto. Esto tiene la intención de ayudar con la enorme carga financiera, aunque es una pequeña compensación. 

Lo curioso es que tanto los taxistas como Uber salieron perdiendo económicamente. Las compañías de solicitud de transporte siguen intentando averiguar cómo obtener utilidades sostenibles y mantener a los usuarios reservando viajes. Uber acaba de empezar a registrar ingresos netos positivos. Su última batalla es encontrar la manera de compensar el aumento de los precios de la gasolina. Un gravamen sobre el petróleo para los pasajeros que cubra el aumento de precios ayudará a los conductores particulares, pero podría alejar a los usuarios. 

Las desventajas de las compañías de solicitud de transporte ya son muy conocidas. Los congestionamientos empeoraron, haciendo de las ciudades lugares más ruidosos y contaminados, en los que los viajes tardan más. Una investigación de la Universidad Carnegie Mellon muestra que los Uber y Lyft producen 20 por ciento más de emisiones de gases de efecto invernadero que los vehículos personales, porque pasan mucho tiempo conduciendo para recoger pasajeros. Pero el futuro del transporte urbano aún está en juego.


srgs

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