La creencia popular nos dice que se terminó el auge de la tecnología. La quiebra de Silicon Valley Bank (SBV) puso los pelos de punta a la comunidad de inversión, y el sector de tecnología sufrió una corrección al subir las tasas de interés, pero yo diría que estamos a punto de entrar en una nueva edad de oro de la innovación y la inversión tecnológicas. La diferencia es que esta vez no se tratará de los consumidores, sino de la industria.
Tres cuartas partes de los 100 billones de dólares del producto interno bruto mundial corresponden a industrias tradicionales --como fabricación, transporte, logística y atención de salud-- que todavía no registran una transformación profunda por la tecnología. Esto está cambiando gracias a lo que el inversionista de capital riesgo Greg Reichow, socio de Eclipse Ventures, una empresa de Palo Alto que invirtió 3 mil 800 millones de dólares en la transformación digital de industrias físicas, denomina “evolución industrial”.
Hace dos semanas visité una de las 70 compañías que se encuentra en la cartera de Eclipse a las afueras de Boston. VulcanForms, una empresa de fabricación aditiva, toma el modelo de la fábrica River Rouge de Henry Ford, en la que el acero entraba por un extremo de la cadena de producción y los coches terminados salían por el otro, y lo reproduce en múltiples industrias mediante la impresión 3D con metales para crear piezas.
VulcanForms puede producir decenas de miles de piezas para un motor a reacción en un día y, a continuación, fabricar implantes médicos o componentes para productos electrónicos de consumo en cuestión de horas. “El conocimiento de cómo fabricar la pieza vive en el software”, dice Reichow. Esto permite a un fabricante digital como VulcanForms convertirse en un River Rouge para varias industrias. Los grandes clientes industriales pueden enfocarse en sus actividades principales de investigación y desarrollo, ventas y mercadotecnia, en lugar de en la producción, que en teoría ahora puede subcontratarse no a cientos de proveedores en una docenas de países, sino a plantas individuales ubicadas en cualquier lugar donde se encuentren los clientes.
Es un gran cambio, y la fabricación es solo una parte de él. El deseo de la mayoría de las compañías de aumentar la resiliencia de sus cadenas de suministro, unido a la digitalización de la industria, incrementó la capacidad de producción local en sectores estratégicos. El impulso legislativo para hacer frente al cambio climático bien puede crear un nuevo auge de tecnología en el sector industrial. Se están recaudando numerosos fondos de inversión para apoyar el crecimiento de startups de alta tecnología en fabricación avanzada, movilidad, energía y otras áreas asociadas a la reindustrialización.
“Todo lo que vemos a nuestro alrededor, salvo nosotros mismos y los alimentos que cultivamos, es fabricado”, señala el profesor del MIT John Hart, cofundador de VulcanForms. “Ahora, después de la pandemia, varias fuerzas se están alineando para remodelar la forma en que fabricamos las cosas. Comprendemos la necesidad de cadenas de suministro ágiles. Somos conscientes de la importancia de la producción para nuestra seguridad económica y nacional. Y en tercer lugar, necesitamos descarbonizarnos, algo que requiere el despliegue de nuevos sistemas de fabricación a escala”.
Dado que ámbitos como la industria, la electricidad y el transporte son responsables de 70 por ciento de las emisiones de carbono, cambiar la forma en como fabricamos las cosas será crucial para alcanzar los objetivos del cambio climático. Imprimir capas de metal, por ejemplo, requiere una fracción de la energía y la carga de carbono que representa cortar piezas de un bloque de material sólido.
Los inversionistas en tecnología ven grandes oportunidades en este cambio. Elisabeth Reynolds, ex asesora de la Casa Blanca en materia de política de la cadena de suministro --que pasó gran parte de los dos últimos años solucionando los problemas de los puertos y la escasez de fórmula para bebés-- dejó la administración Biden para unirse a Unless, un fondo de inversión que planea invertir hasta 100 millones de dólares al año en startups centradas en la transformación industrial. Esto incluye aspectos como la fabricación aditiva y la ciencia de los materiales, pero también sensores, robótica, inteligencia artificial y software que ayudarán a digitalizar el gran número de pequeñas y medianas empresas industriales de Estados Unidos.
En la actualidad, estas empresas suelen estar muy aisladas, pero en el mundo que conciben personas como Hart, Reynolds y Reichow, estarán conectadas igual que los consumidores en internet, capaces de compartir recursos e información sin dificultades en una nueva red industrial inteligente. Las oportunidades de productividad y crecimiento son evidentes. “Esto no se trata de filtros que que te permiten convertir gatos en perros”, dice Reynolds. “La innovación tecnológica en torno a la reindustrialización es muy diferente, y estamos en la cúspide de una auténtica revolución en ese ámbito”, añadió.
De hecho, creo que nos encontramos en un punto de inflexión similar al de 2007. Entonces, la introducción del iPhone provocó un enorme crecimiento de la tecnología de consumo. La “economía de las aplicaciones” evolucionó y cambió por completo nuestra forma de comunicarnos, trabajar, jugar y comprar. Las empresas están a punto de experimentar algo similar, un cambio tan anticipado y que se aceleró por la desvinculación, la pandemia y la invasión a Ucrania. Es una transformación que cambiará la naturaleza de nuestra economía. También es una de las principales razones por las que todavía me siento optimista respecto al Nasdaq, a pesar de que todavía puede haber una mayor corrección a corto plazo.
Una pregunta sin resolver es si la nueva revolución industrial será una revolución sin empleo. El talento de tecnología empieza a emigrar del software de consumo a la industria, pero la inteligencia artificial, junto con la drástica reducción de las necesidades de mano de obra humana de las fábricas de alta tecnología, redujo el número de personas que se necesitan para realizar este trabajo. Aun así, cabe señalar que la economía de las aplicaciones creó categorías de empleos que antes no existían. Si tenemos suerte, una nueva revolución industrial hará lo mismo de formas que todavía se tienen que imaginar.