A principios de agosto, cuando la actividad corporativa estaba en una pausa de verano, SpaceX, de Elon Musk, abrió silenciosamente un nuevo frente en una batalla mundial por un recurso escaso y preciado: el espectro radioeléctrico.
Su objetivo era una oscura regulación internacional que rige la forma en que el espectro, la autopista invisible de ondas electromagnéticas que habilita toda la tecnología inalámbrica, es compartida por los operadores de satélites en diferentes órbitas. Y el arma elegida fue la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos (EU).
El 9 de agosto, SpaceX solicitó a la FCC que relajara los límites de potencia acordados en las transmisiones de operadores como él mismo en la órbita baja terrestre, la región del espacio hasta 2 mil kilómetros (km) por encima de la superficie del planeta que se convertirá en un escenario fundamental para el futuro de las comunicaciones, el transporte y la defensa.
Las denominadas reglas de densidad de flujo de potencia equivalente se establecieron hace más de 20 años para garantizar que las señales de la órbita baja de la Tierra no interfirieran con las de los sistemas en órbitas geoestacionarias o fijas más altas.
SpaceX, propietaria de Starlink, la red de banda ancha satelital de más rápido crecimiento del mundo, dijo al regulador que estas “anticuadas restricciones de potencia” no son adecuadas para “la era espacial moderna”. Continuó denunciando que el proceso internacional que rige las reglas fue secuestrado por una alianza entre los operadores de sistemas geoestacionarios más antiguos y “los adversarios más acérrimos de EU”.
Lo que está en juego es “la competitividad global de EU en la nueva economía espacial” y el futuro de la comunicación por satélite, dijo.
La controversia
La andanada de SpaceX fue el segundo intento en menos de un año de lograr una revisión de estas reglas altamente técnicas. Hace nueve meses, en la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones, donde se deciden las regulaciones que rigen el uso del espectro, SpaceX y el Proyecto Kuiper --el intento de Amazon de construir un rival para el sistema de Musk-- perdieron un intento inicial de ganar apoyo global para un cambio en las restricciones de potencia.
Aunque muchos en la industria creen que ya desde hace tiempo es necesaria una revisión, las discusiones fueron tensas y divididas, de acuerdo con los participantes.
Por un lado estaban las compañías de tecnología emergentes, cuyas redes satelitales de órbita baja amenazan los modelos de negocios de competidores más establecidos con servicios de banda ancha de alta velocidad y baja latencia.
Del otro lado estaban los operadores geoestacionarios tradicionales como Viasat y SES, que operan sistemas desde los primeros días de la banda ancha satelital y que están preocupados de que cualquier cambio pueda interferir con sus redes.
Gobiernos como Japón, Francia, Alemania y Brasil compartían algunas de las preocupaciones sobre la interferencia, pero también tenían preguntas estratégicas más amplias sobre las propuestas que aumentarían aún más el poder de estos actores.
Y si bien acogieron con agrado la conectividad que ofrece la red de Musk, algunos gobiernos también expresan sus temores con respecto a una creciente dependencia de un servicio administrado por un individuo privado, cuyas intervenciones en cuestiones políticas y culturales a menudo han sido controvertidas.
Un funcionario cita la decisión de Musk de limitar la operación de Starlink en zonas de Ucrania, que las fuerzas rusas ocupan desde 2014. “Es una infraestructura que proporciona una empresa privada. Independientemente de cuáles sean sus razones, pueden detener el servicio”, dice. SpaceX todavía no responde a las solicitudes de comentarios.
Lo que podría parecer al principio una disputa técnica arcana, se ha convertido en un sustituto de un conflicto filosófico más amplio: sobre el poder de los multimillonarios estadunidenses en una región del espacio poco regulada pero estratégica; las implicaciones para la competencia; para la soberanía nacional; y para el acceso igualitario a los beneficios económicos que ofrece la órbita terrestre baja.
Musk no fue el primero en imaginar el potencial de una mega constelación de satélites que brinden conectividad desde la órbita terrestre baja. Pero ha sido el más rápido en explotar la oportunidad de proporcionar acceso de banda ancha a las partes más remotas del planeta, gracias al hecho de que su compañía de cohetes, SpaceX, puede desplegar satélites a un ritmo récord.
En los cinco años que han transcurrido desde su primer lanzamiento, la red Starlink creció hasta contar con más de 6 mil satélites en operación, dos tercios de todas las naves espaciales activas que giran alrededor de la Tierra en la actualidad. Opera servicios en más de 100 países y demostró ser indispensable para las fuerzas ucranianas en la guerra contra Rusia y en situaciones de emergencia como el terremoto que sacudió la península de Noto en Japón este año.
“Starlink ahora genera la mayoría de todo el tráfico de comunicaciones por satélite del mundo”, afirma Tim Farrar, de la consultora TMF Associates. “Si pueden transmitir a niveles de potencia más altos, podrán producir más capacidad y codificar datos a velocidades más altas. Por lo tanto, podrán satisfacer mejor los niveles pico de demanda”.
Pronto, el Proyecto Kuiper --fundado por Amazon de Jeff Bezos-- comenzará a lanzar su red, y se espera que los servicios desde la órbita terrestre baja comiencen el próximo año. Planea tener más de 3 mil satélites que brinden servicios de banda ancha y, al igual que SpaceX, tendrá su propio proveedor de lanzamiento.
Esto significa que un par de compañías estadunidenses, respaldadas por dos de las personas más ricas del mundo, podrían tener un dominio abrumador sobre territorio crítico en la incipiente industria espacial.
“Starlink y el enfoque de EU hacia el espacio están creando casi un monopolio en algunas aplicaciones”, dice Sara Dalledonne, directora de asuntos regulatorios en el Instituto Europeo de Política Espacial, que asistió a las sesiones. “Muchos países están preocupados de no ser parte del juego”.
Si bien existe una ansiedad genuina en muchas administraciones sobre los riesgos de interferencia a servicios críticos proporcionados por operadores geoestacionarios, si se relajan los límites de potencia, también hay una renuencia a hacer algo que pueda hacer que SpaceX y, eventualmente, el Proyecto Kuiper sean aún más dominantes.
El oxígeno del ecosistema
El espectro radioeléctrico desde hace mucho tiempo es un foco de tensiones geopolíticas y de competencia.
Esta gama de ondas electromagnéticas permite toda la tecnología inalámbrica moderna, transportando los datos para todo tipo de cosas, desde las comunicaciones móviles hasta los servicios de emergencia, la navegación y el WiFi. Es “el oxígeno del ecosistema de la tecnología y la innovación”, dice Brendan Carr, comisionado republicano de la FCC.
Se utilizan diferentes frecuencias para diferentes propósitos, dependiendo de su alcance, capacidad y habilidad para atravesar obstáculos. Las frecuencias extremadamente bajas pueden usarse para comunicaciones limitadas y de largo alcance. Los satélites usan frecuencias mucho más altas.
Pero el espectro es finito y en los más de 120 años, desde que Guillermo Marconi demostró por primera vez su uso práctico como medio de comunicación inalámbrica, la mayoría de las bandas utilizables del espectro radioeléctrico se han asignado a propósitos específicos, desde la transmisión de televisión hasta los servicios de emergencia y las comunicaciones WiFi.
Ahora, con la explosión del apetito mundial por la conectividad inalámbrica, estas bandas se están congestionando; y en ninguna parte se siente más ese congestionamiento que en el sector espacial comercial que se encuentra en rápida evolución.
“A lo largo de los años, se ha quitado mucho espectro a los satélites y se ha cedido principalmente a operadores móviles para tecnologías de alta velocidad como 4G y 5G”, dice el profesor William Webb, exdirector de Ofcom, el regulador de comunicaciones de Reino Unido. “Lo que ha cambiado en los últimos años es que surgieron una gran cantidad de aplicaciones satelitales nuevas. Eso requiere un nuevo espectro y ese es un recurso muy escaso”.
Como resultado, algunos operadores satelitales están buscando “otras rutas de entrada” para obtener acceso a más espectro, dice Webb, como el intento de relajar los límites de potencia.
Una solicitud de ese tipo no es un asunto menor, añade Carr. “Las decisiones aparentemente técnicas tienen todo tipo de consecuencias posteriores en la competencia, en el desarrollo tecnológico, en el destino de los flujos de capital en qué países van a liderar en estas nuevas áreas”.
el datoMás de 6 mil satélites opera la red Starlink,
Dos tercios de todas las naves espaciales activas que giran alrededor de la Tierra en la actualidad
Entre la espalda y la pared
Desde mucho tiempo antes de la era espacial, el uso del espectro lo ha coordinado a nivel mundial y regional la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés), una agencia especial de la ONU.
El principio fundamental es que debe utilizarse de la manera más eficiente posible, haciendo que las tecnologías más antiguas cedan el paso a las tecnologías más nuevas, con el fin de garantizar el máximo aprovechamiento de un recurso finito.
Por eso, cada tres o cuatro años, la UIT reúne a los reguladores del espectro de más de 190 países con la industria en la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones para revisar y, si es necesario, modificar el Reglamento de Radiocomunicaciones, un tratado internacional que rige el uso del espectro de radiofrecuencias y las órbitas.
Es allí donde se llega a un acuerdo sobre qué bandas se utilizarán y para qué fines. Pero los Estados miembros de la UIT siguen teniendo la soberanía final a la hora de decidir cómo asignar y regular el espectro dentro de sus propias fronteras. Pueden establecer los términos y condiciones de operación a nivel nacional.
Es sobre esa base que SpaceX solicitó a la FCC que relaje los límites de potencia en EU. Si obtiene el apoyo del regulador estadunidense, los miembros de la UIT estarán “entre la espada y la pared”, dice un ejecutivo de la industria espacial. “No todos quieren seguir a EU”, pero tendrán que reconocer la infracción. “Ha abierto un nuevo frente”, agrega.
El intento de SpaceX de cambiar las reglas no es excepcional. El espectro “siempre” se ha utilizado como un arma anticompetitiva en el espacio, dice David Willis, director del grupo de espectro de Ofcom. “Las compañías de satélites no solo están luchando contra las compañías terrestres (empresas de telecomunicaciones), están luchando entre sí”.
Pero la intervención puso de relieve las debilidades de la gobernanza del espectro, dicen varios ejecutivos del sector. La nueva industria espacial está evolucionando a un ritmo vertiginoso, pero los cambios en las regulaciones solo pueden acordarse, en el mejor de los casos, cada tres o cuatro años, y a menudo hasta ocho.
El espectro desde hace mucho tiempo se utiliza como una forma de “desacelerar las cosas… en el foro internacional”, dice Willis. La táctica es: “si puedo comprar otros cuatro u ocho años para obtener dinero de mi activo existente, eso es bueno para mí”.
El sistema otorga los mismos derechos a todos los países, lo que algunos miembros de la UIT creen que lo hace profundamente ineficiente e incapaz de reformarse.
Muchos consideran cada vez más a la CMR como un foro para negociaciones políticas en lugar de discusiones basadas en la ingeniería y la física sobre el mejor uso del espectro. “Rara vez se toman decisiones sobre bases técnicas sensatas”, dice Webb.
En respuesta a la solicitud de SpaceX y Kuiper, la cumbre de la CMR del año pasado postergó el asunto: dijo que permitiría estudios para determinar si los límites podrían flexibilizarse sin poner en peligro a los operadores geo, pero que no puede haber consecuencias regulatorias antes de 2031.
Algunos estados miembros de la UIT que se opusieron a la propuesta creen que cualquier cambio en los límites de potencia debería ser parte de reformas mucho más amplias sobre cómo se administra el espectro. “La propuesta (de SpaceX y Kuiper) no era equilibrada. Solo están considerando un aspecto que, si se cambia, será a su favor. Pero se deben considerar otros aspectos”, dice un funcionario de un país que se opone a la propuesta.
“Cuando se aprobó esta regla, nadie pensó que habría miles o incluso decenas de miles de pequeños satélites volando por ahí”.
Una órbita preponderante
Con un sistema regulatorio tan lento para adaptarse, algunos temen que no haya nadie que controle los potenciales conflictos de intereses que están surgiendo en la nueva economía espacial.
Por ejemplo, algunos se preguntan si la posición dominante de SpaceX en la prestación de servicios de lanzamiento le da una ventaja injusta en la negociación de acuerdos para compartir espectro con empresas que buscan poner sus satélites en órbita.
A medida que estos sistemas tengan más satélites, más flexibles pueden ser para acomodar otros sistemas.
Según las reglas de la UIT, el primero en solicitar una licencia de espectro en una banda particular tiene derechos de prioridad sobre las transmisiones de señales. Cualquiera que solicite posteriormente el uso de esa banda debe asegurarse de no interferir con las transmisiones del titular prioritario, lo que agrega costo y complejidad a una red.
Se pueden alcanzar acuerdos de coordinación para compartir esos derechos. Pero si SpaceX pudiera usar sus servicios de lanzamiento como una ventaja de negociación para un acuerdo más favorable sobre el uso compartido del espectro, no hay ningún regulador que haga sonar la alarma, dicen algunas compañías de satélites.
“Si quieres comprar un lanzamiento en un periodo razonable, el único lugar al que se puede acudir es SpaceX. Es un desequilibrio de poder que podría permitirles utilizar el lanzamiento como un mecanismo para adquirir más bandas”, dice una empresa de satélites que pide permanecer en el anonimato. “El ámbito de competencia del regulador se limita al espectro. No pueden hablar de repente de lanzamiento cuando su prioridad es el espectro”.
Sin embargo, Patricia Cooper, fundadora de Constellation Advisory y exvicepresidenta a cargo de asuntos regulatorios en SpaceX, señala el hecho de que SpaceX firmó contratos de lanzamiento con rivales ostensibles, como la canadiense Telesat o el operador de órbita baja OneWeb. “Es difícil decir que están utilizando las capacidades de lanzamiento como un garrote anticompetencia”, dice.
Sin embargo, algunos gobiernos se preguntan si debería haber más coordinación entre las autoridades de competencia y las que otorgan licencias.
“Si terminas con un megaoperador, se vuelve muy difícil que haya competencia”, dice un funcionario del Reino Unido. “Eso es en lo que tenemos que pensar: cómo mantener la competencia y garantizar el mejor resultado”.
SpaceX cree que sus satélites pueden evitar interferencias con otros usuarios del espectro mediante una colaboración más estrecha y el intercambio de información, y está impulsando experimentos para demostrarlo.
el datoMás de 3 mil satélites tendrá la red del Proyecto Kuiper
--De Jeff Bezos– y brindará servicios de banda ancha
En una publicación reciente en LinkedIn, el director de la UIT de SpaceX, Udrivolf Pica, describió el resultado de un estudio con el Observatorio Nacional de Radioastronomía, diciendo que los satélites de la compañía pudieron “dirigir dinámicamente los rayos de los satélites lejos de los telescopios en milisegundos” para evitar interferencias. “¡Este es un uso eficiente del espectro!”, publicó.
No todos los operadores geoestacionarios son inmediatamente hostiles a la idea de revisar las reglas, incluso si los cambios pueden hacer que Starlink y Project Kuiper lleguen a ser competidores más formidables.
Daniel Goldberg, director ejecutivo de Telesat, que acaba de recaudar 1 mil 890 millones de dólares (mdd) en fondos del gobierno para su propia constelación de banda ancha en órbita terrestre baja planeada, Lightspeed, acepta que deberían ser analizados dados los cambios en la tecnología.
“A medida que estos sistemas tengan más satélites, más flexibles pueden ser para acomodar otros sistemas. Y eso es simplemente porque tienen más oportunidad de pasarle la señal a otro satélite si va a haber interferencia”, dice.
La FCC dice que la solicitud de SpaceX todavía está pendiente. Si bien EU apoya el principio de un cambio en las reglas, el presidente de la FCC recientemente reconoció las preocupaciones sobre el dominio de Starlink.
“Tenemos un jugador (que tiene) casi dos tercios de los satélites que están en el espacio en este momento, y tiene una porción muy alta del tráfico de internet”, dijo Jessica Rosenworcel en una conferencia reciente en Washington. “La forma cómo lo veo es que nuestra economía no se beneficia de los monopolios”.
Pero no todos los comisionados de la FCC están preocupados. Hablando con el Financial Times antes de la solicitud de SpaceX, el comisionado republicano Carr dijo que él cree que Starlink es un activo clave en una carrera global por la primacía tecnológica.
EU ya se estaba quedando detrás de otros países, entre ellos China, en la liberación del espectro para las tecnologías más disruptivas, dijo. Y ahora Beijing planea lanzar sus propias versiones de Starlink.
Los reguladores necesitaban salir del camino de Starlink, argumenta Carr. “Queremos darles a otros competidores una oportunidad justa, pero (Starlink) es una tecnología que realmente está dando resultados”, dijo. “Una prioridad (tiene que ser) asegurarnos de que sigan teniendo el espectro, el oxígeno que necesitan para seguir el ritmo de los éxitos que han estado mostrando”.
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