El mundo siempre va a escuchar a Stella. Ese es su derecho de nacimiento por ser la hija de Paul McCarney. Qué afortunado, que durante una carrera de tres décadas la empresaria de la moda, defensora de los derechos de los animales y de la sustentabilidad, ha tenido tanto que decir que ha valido la pena escuchar.
“Yo solo quiero salvar al planeta”, dice la empresaria de 49 años. “Pero lo que no quiero hacer es quejarme y sermonear. Nadie quiere que le digan que no pueden comprar un bolso de cuero. Van a comprar cinco si le digo que no. Lo que hago tiene que ser atractivo, deseable”.
El nombre de McCartney tal vez abrió algunas puertas al principio de su carrera. Cuando sucedió a Karl Lagerfeld como director creativo de Chloé a los 25 años en 1997, es muy conocido que él dijo: “Deberían haber incorporado a un nombre famoso. Lo hicieron, pero en la música, no en la moda”.
Pero ella se ganó su lugar entre los que establecen la agenda de la moda: una innovadora que coloca el bienestar animal, la investigación de materiales y los temas ambientales en el corazón de su práctica; quien creó la primera y única bolsa It vegana; y demostró que puedes dirigir un negocio global de moda sin tener que sacrificar tus principios.
Ahora está aumentando su influencia en el grupo de lujo más grande del mundo. En 2019, un año después de recomprar la mitad de su compañía al conglomerado de lujo rival Kering, vendió una participación minoritaria a LVMH y la nombraron asesora de sustentabilidad del fundador y presidente Bernard Arnault. La medida se produjo justo cuando la compañía aumentaba las comunicaciones en torno a la sustentabilidad.
Ella Dice...“Obviamente, era aún más horrendo matar a un animal por una bolsa (que por una comida). Quería tener una marca libre de culpa”
“Me encantó trabajar con Kering, pero tenía la opción de volver a comprar 100 por ciento de mi marca y sentí que era el momento”, dice Stella McCartney. “Y luego, cuando salió, mucha gente comenzó a contactarme para invertir, y cuando el señor Arnault me contactó, para mí fue simplemente como: ‘estos chicos son el grupo de moda más grande del mundo’”.
Antoine Arnault, director ejecutivo de Berluti, describe el enfoque de McCartney Stella como “apasionado” y “pragmático”. LVMH obtiene casi tres cuartas partes de sus utilidades anuales de bolsos y artículos de cuero, y ambas partes reconocen que esto no va a cambiar de la noche a la mañana. “Pero sabes que ella te empujará en la dirección correcta, te hará todas las preguntas difíciles y te hará progresar”, dice.
McCartney desarrolla una colección hecha de telas extraídas en su totalidad de Nona Source, el mercado de materiales remanentes de LVMH, y asesora sobre programas de agricultura regenerativa para algodón, lana y cuero que, de acuerdo con la compañía, terminarán de implementarse en 2030.
Su pasión por el medio ambiente se desarrolló a partir de su amor por los animales. Ella creció como vegetariana y su difunta madre Linda era una activista por los derechos de los animales. Si bien hay otros directores creativos vegetarianos en las grandes casas de moda, como Walter Chiapponi en Tod’s, ninguno se ha negado por completo a diseñar artículos de cuero, como lo hizo McCartney cuando la contrataron en Chloé. “Obviamente, era aún más horrendo matar a un animal por una bolsa (que por una comida). Quería tener una marca libre de culpa”, dice.
En 2008, después de leer un informe de la ONU que relacionaba la agricultura animal con el impacto ambiental, hacer frente al cambio climático se convirtió en parte de la misión de McCartney.
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La compañía comenzó a ver más lejos, a Estados Unidos (EU), donde las startups de biomateriales como Bolt Threads y Evrnu están desarrollando alternativas cultivadas en laboratorio para el cuero, la seda y el poliéster. Stella McCartney y su equipo han trabajado en estrecha colaboración con estas compañías para fabricar materiales adecuados para la moda, y recientemente presentó un bustier y pantalones elaborados con Mylo, la alternativa de cuero a base de micelio de Bolt Threads. Era un prototipo, pero confía en que algún día podrá utilizar la tela en una colección comercial.
Los resultados de estos esfuerzos han sido tangibles. La marca redujo su impacto ambiental 16 por ciento desde 2015, a pesar de un aumento de 20 por ciento en las ventas en el mismo periodo, según su estado de resultados ambientales de 2018-2019.
Cuando se le pregunta sobre el futuro de la moda, McCartney no menciona trajes especiales ni biomateriales. En su lugar, habla de la política del gobierno. En un movimiento inusual para un representante de la industria, pidió a los líderes mundiales en la cumbre del G7 que aumentaran la regulación de la industria de la moda. “Es una de las industrias más dañinas y menos vigiladas. La idea de autorregularse no es algo que sea justo pedirle a una industria. Necesitamos que nos ayuden para medir nuestro impacto”, dice.
McCartney reconoce que su marca todavía tiene margen de mejora: “El plástico es difícil. Estamos prácticamente libres de plástico, pero es difícil cuando haces envíos, hay tantas reglas y regulaciones en las que debes (usar plástico). La seda es difícil. Prácticamente intentamos eliminar la seda de la marca, pero (las alternativas) no se sentían bien, y no creo que tenga sentido hacer algo que se vaya directo a un vertedero”.
Si hay un problema en el que le gustaría unir a la industria, es tener un método único y estandarizado para medir el impacto ambiental, uno al que todas las marcas tendrían que adherirse. “Y debería haber incentivos. Me encantaría ver que las marcas jóvenes y las más pequeñas se sientan recompensadas por su trabajo arduo y bueno”, dice.
srgs