Sam Altman regresó a las oficinas de OpenAI en medio de una oleada de apoyo de ejecutivos, personal e inversionistas que elevó la presión sobre los miembros de la junta directiva para reintegrar al director ejecutivo que despidieron el viernes.
Apenas 48 horas después de un despido que conmocionó a Silicon Valley, Altman tuiteó una foto de sí mismo usando un pase de invitado de OpenAI, con el texto: “Primera y última vez que uso uno de estos”.
El motivo de su regreso no quedó claro de inmediato, pero los patrocinadores de riesgo y los ejecutivos de Microsoft—que comprometieron más de 10 mil millones de dólares para OpenAI— estuvieron explorando opciones este fin de semana, incluido limpiar el consejo de administración y reintegrar a Altman, de acuerdo con tres personas con información sobre las discusiones.
En un memorando que se distribuyó al personal de la compañía de inteligencia artificial generativa el sábado por la noche, el director de estrategia, Jason Kwon, dijo que se sentía “optimista” de que Altman y el cofundador Greg Brockman —quien renunció el viernes— regresen, de acuerdo con una persona con conocimiento directo de su contenido.
Dos personas con conocimiento de la situación dijeron que los esfuerzos de Altman por recaudar dinero para proyectos fuera de OpenAI causaron preocupaciones en la junta.
Había tratado de obtener fondos de inversionistas en Medio Oriente y del fundador de SoftBank, Masayoshi Son, en las semanas previas a su despido, dijeron, pero no estaba claro si esos esfuerzos fueron en nombre de OpenAI o para otros proyectos.
Según una de las personas, Altman intentaba recaudar hasta 100 mil millones de dólares para establecer una nueva empresa de desarrollo de microchips que pudiera competir con Nvidia y TSMC.
“Sam tiene una empresa de fisión nuclear (llamada Oklo) y estaba intentando lanzar una empresa de dispositivos y otra más de chips”, dijo la segunda persona con conocimiento de la situación. “Las bases de OpenAI no discuten que son importantes. La disputa es que la firma no posee ninguna pieza. Si está ganando un montón de dinero con empresas que utilizan OpenAI, existen posibles conflictos de intereses”.
Altman, de 38 años, se ha convertido en embajador de facto para las startups de la inteligencia artificial (IA) generativa, una tecnología que ha tenido un año decisivo en parte gracias al lanzamiento de ChatGPT por parte de OpenAI en noviembre de 2022. Se reunió con presidentes, primeros ministros y reguladores y habló en la Cumbre Regional del Pacífico en San Francisco apenas un día antes de su despido.
Con el consejo de administración y sus patrocinadores en un punto muerto en las negociaciones la noche del sábado, Altman publicó en la red social X: “Amo tanto al equipo de OpenAI”. En una hora, cientos de empleados de la firma —incluida la directora ejecutiva interina, Mira Murati, y el director de operaciones, Brad Lightcap— le dieron “me gusta” o compartieron la publicación.
Los inversionistas también apoyaron a Altman durante el fin de semana. Los mayores patrocinadores de capital de riesgo de la compañía, incluidos Thrive Capital, su segundo mayor accionista, Tiger Global, Khosla Ventures y Sequoia Capital, manifestaron su apoyo a Altman.
Si bien no tienen un lugar en el consejo de la organización sin fines de lucro que en última instancia controla OpenAI, los inversionistas pueden negarse a recibir más respaldo y los empleados pueden renunciar a la compañía en un intento de forzar la decisión de la junta directiva.
Un plan para vender hasta mil millones de dólares en acciones de empleados, que estaba a punto de completarse, está en juego como resultado de la división entre el consejo de administración y los inversionistas. Thrive Capital estaba listo para encabezar esa oferta pública de adquisición, que se esperaba que le diera una valoración de 86 mil millones de dólares a OpenAI.