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Tesla, pieza clave en el “declive” del sector corporativo de EU

Las “payasadas políticas” de Musk devaluaron su marca de vehículos eléctricos en muchas partes del mundo

Rana Foroohar
Nueva York /

De todas las operaciones de Trump que se han derrumbado, Tesla es una que destaca. El precio de las acciones de la compañía de vehículos eléctricos de Elon Musk se desplomó desde un máximo posterior a las elecciones de casi 480 dólares a menos de 282 dólares la semana pasada. La caída ha sido tan empinada que el jueves pasado, la American Federation of Teachers (AFT), un sindicato estadunidense que representa a miembros con 4 billones de dólares en inversiones para la jubilación, hizo un llamado a seis grandes gestores de dinero —BlackRock, Vanguard, State Street, T Rowe Price, Fidelity y TIAA— a que reconsideraran su posición en la empresa.

Como dijo la presidenta de la AFT, Randi Weingarten, las acciones de Tesla se están hundiendo “más rápido que un Cybertruck en arenas movedizas”, y las ventas europeas en particular se desplomaron. En los últimos estados financieros de la compañía se muestra una disminución interanual de 23 por ciento en los ingresos operativos, con márgenes de utilidades brutas que bajaron 138 puntos base en el cuarto trimestre.

Las ventas en California —un mercado clave para los vehículos eléctricos— cayeron 8 por ciento en el cuarto trimestre de 2024, de acuerdo con los registros de vehículos publicados por la Asociación de Concesionarios de Automóviles Nuevos de California. Por supuesto, eso no es nada comparado con la caída de ventas interanual de casi 60 por ciento en enero que se reportó en Alemania.

Parte de la reacción negativa es política. Los gestos que parecen saludos nazis no caen bien entre los europeos, ni los llamados a desmantelar el Departamento de Educación resuenan entre los profesores. Pero incluso si Musk no fuera tan polarizador, el precio de las acciones se “divorció completamente de los fundamentos”, como lo expresó un análisis de JP Morgan hace un mes. Es más, las razones por las que la marca de Tesla se ha visto tan empañada se traslapan con el declive más amplio del sector corporativo estadunidense.

Así como Trump promete demasiado y cumple poco (¿recuerdan la frase sobre la caída de los precios en su primer mes en el cargo?), lo mismo ocurre con Musk. Empecemos por el hecho de que el fabricante chino de vehículos eléctricos BYD superó las estimaciones de ventas para 2024 en casi 20 por ciento, incluso cuando Tesla informó de su primer año completo de descenso en las entregas de vehículos desde 2011. Esto es el resultado de que BYD redujo drásticamente sus costos en comparación con sus rivales aprovechando la integración vertical, la propiedad de las cadenas de suministro (BYD fabrica sus propias baterías) y las economías de escala.

Esa es la fórmula mágica de la política industrial china, la iteración constante a escala mantiene alta la productividad y bajos los costos. Los subsidios estatales en áreas como vehículos eléctricos apoyan la expansión. Pero EU, después de Biden, no tiene una política industrial en materia de tecnología limpia. Trump le está poniendo fin al apoyo federal para construir estaciones de carga, algo que benefició a Tesla, y también reducirá los incentivos fiscales para los vehículos eléctricos. Musk puede asistir a las reuniones del gabinete, pero en última instancia las grandes compañías petroleras dirigen el Partido Republicano y Trump no tiene ningún interés en apoyar la transición a la energía limpia. Eso no augura nada bueno para una compañía estadunidense que intenta superar a un campeón nacional chino.

Tesla no centra su atención en el precio, sino en ser una marca premium. Esa es la estrategia de Apple. Pero para cobrar una prima, hay que ser visto como alguien con cierto lustre y prestigio en el mercado. Las payasadas políticas de Musk devaluaron su marca en muchas partes del mundo. Las ventas en Europa se desplomaron después de que hizo el anuncio de su apoyo al partido de extrema derecha AfD de Alemania.

Un fondo de pensiones holandés se deshizo de sus participaciones en Tesla en protesta a principios de enero. Los propietarios de Tesla en Francia, Noruega y Reino Unido están comprando calcomanías para sus defensas que dicen: “Compré esto antes de que supiéramos que Elon estaba loco”. En Alemania, las protestas públicas en las fábricas de Tesla son algo habitual (recientemente recibí una invitación para una en Brooklyn también). Todo esto ha erosionado el poder de fijación de precios de Tesla y el valor de su marca sostenible y de alta tecnología. Según el analista de Stifel, Stephen Gengaro, la calificación del grado de percepción favorable neta de Tesla, que mide la percepción del consumidor de una marca, está cerca de un mínimo histórico.

La caída de Tesla refleja una sensación de que el excepcionalismo bursátil estadunidense, sobre todo en tecnología, está llegando a su fin. Parte de esto se debe a una competencia más dura de China (la sorpresa de DeepSeek provocó una fuerte corrección en las acciones de inteligencia artificial estadunidenses) y a la realidad de que la desvinculación tecnológica dejará a las firmas estadunidenses fuera de los grandes mercados. Las ventas de Tesla están por detrás del crecimiento general del mercado chino, donde los reguladores tardaron en aprobar el software de conducción autónoma de Musk. Dada la relación entre EU y China, es difícil imaginar que Tesla pueda superar a competidores como Waymo en áreas como los coches de autoconducción.

Los competidores nacionales e internacionales se están uniendo para amenazar el liderazgo de Tesla en la infraestructura de vehículos eléctricos. Mercedes-Benz, BMW, GM, Stellantis, Honda, Hyundai, Kia y Toyota lanzaron Ionna, una iniciativa de estaciones de carga rivales en EU que planea desplegar 30 mil estaciones para 2030. Eso, según la AFT, “plantea un desafío directo a Tesla”.

¿Escucharán los gestores de fondos los llamados de los sindicatos para revisar su posición en Tesla? Espero que sí. Los frecuentes anuncios de Musk sobre proyectos ambiciosos que transformarán la empresa (no apuesto por el éxito de los robots humanoides fuera de Japón) tienen un aire de imprudencia. Su controvertido paquete salarial es a la vez obsceno e injustificado. Como señala AFT, un analista de JP Morgan tiene un objetivo de 135 dólares para Tesla. Si el precio de las acciones cayera a ese nivel, la caída de precios en lo que va de año alcanzaría 64 por ciento.

Eso será un duro golpe para los inversionistas. Yo clasificaría a Tesla, como a EU en estos días, como una opción de venta.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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