En vilo, dos pactos vitales para trazar el destino de la UE

Ruptura. Además del brexit, Bruselas se enfrenta las negativas de Polonia y Hungría a aprobar el presupuesto de ayudas.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Julien Warnand Reuters
GIDEON RACHMAN
Londres /

La agenda propuesta para una cumbre de los líderes de la Unión Europea a finales de esta semana presenta un panorama de un mundo ordenado. Hay palabras tranquilizadoras sobre el covid-19, el cambio climático y las elecciones presidenciales de Estados Unidos. No entran en la agenda dos elefantes que van a estar retumbando fuera de la cámara de conferencias: el brexit, y una confrontación con Polonia y Hungría sobre el estado de derecho. 

Pero la realidad es que, si no se producen concesiones en breve, la Unión Europea pronto podrá ver un doble “sin acuerdo” con los británicos y con los polacos y húngaros. Eso significará una ruptura en las relaciones comerciales con Reino Unido a partir del 1 de enero, lo que llevará a la imposición de barreras arancelarias, largas filas de camiones en las fronteras y posibles enfrentamientos entre las flotas pesqueras.

Las consecuencias de estar sin un acuerdo con Polonia y Hungría serán que la Unión Europea no logrará acordar un presupuesto por primera vez en décadas, lo que conducirá a una disrupción de los flujos financieros y a un enfrentamiento con Varsovia y Budapest, que puede culminar en dos nuevas salidas de la Unión Europea. 

Ningún líder sensato de la UE abrazaría con alegría estos resultados. Entonces, ¿por qué los líderes de la Unión Europea están dispuestos a correr el riesgo? Las narrativas favoritas en Londres, Varsovia y Budapest son que los arrogantes burócratas europeos, animados por los franceses, tratan de acosar a las tres naciones soberanas. 

La realidad es que nadie en la Unión Europea quiere un doble “no acuerdo”, pero los negociadores europeos saben que concluir dos malos pactos será aún peor para el futuro a largo plazo del bloque. 

Para la Unión Europea, un mal acuerdo del brexit implicará conceder a los británicos acceso sin restricciones al mercado, mientras se deja abierta la posibilidad de que las empresas con sede en Reino Unido puedan socavar a sus competidores europeos al operar bajo regulaciones más laxas. Esa es la razón por la que la Unión Europea insiste tanto en la “igualdad de condiciones” en las regulaciones, como condición para un acuerdo comercial. 

Los británicos argumentan que Canadá no está sujeto a estándares similares como condición para su acuerdo con la Unión Europea, pero Canadá no obtuvo un acceso totalmente libre de aranceles y cuotas al mercado único europeo. Y Reino Unido está justo en la puerta de la Unión Europea, así que potencialmente plantea un reto competitivo mayor. 

Los gobiernos europeos saben que si se equivocan en un acuerdo, pueden padecer en sus países un daño económico y político a largo plazo. El temor de aumentar el euroescepticismo a escala nacional también se encuentra detrás de la postura de línea dura de Francia sobre la pesca en las negociaciones del brexit. Lo último que necesita el presidente Emmanuel Macron, antes de las elecciones presidenciales de 2022, es devastar las comunidades pesqueras en una región que ya se inclina hacia la extrema derecha. 

Un mal acuerdo con Polonia y Hungría puede ser más drástico en sus consecuencias. Estos dos importantes países de la Unión Europea se inclinan hacia el autoritarismo desde hace algunos años. La propuesta de vincular el futuro financiamiento de la Unión Europea al respeto del estado de derecho representa, tal vez, la última oportunidad real para que Bruselas ejerza presión sobre los gobiernos de Polonia y Hungría para que cambien de rumbo. 

Si ese esfuerzo fracasa, la Unión Europea tal vez tenga que aceptar que pierda credibilidad su afirmación de ser un club de democracias que se rigen por la ley. Ese fracaso puede ser aún más mortificante, dado que los polacos y húngaros seguirán recibiendo un generoso financiamiento del presupuesto de la Unión Europea. 

En última instancia, abordar correctamente el asunto de Hungría y Polonia es más importante que el brexit. Cuando Clement Beaune, ministro de Europa de Francia, fue entrevistado en el canal de televisión Arte la semana pasada, la primera mitad de la entrevista fue sobre Hungría y Polonia; el brexit apenas fue el asunto número dos. Sin embargo, Beaune dejó en claro que veía una conexión entre los dos temas. En ambos casos, la Unión Europea necesita un acuerdo, pero no a costa de sacrificar sus intereses fundamentales.

La ironía es que llegar a un acuerdo también es en el interés de las poblaciones de Reino Unido, Hungría y Polonia, en gran medida en línea con lo que propone actualmente la Unión Europea. 

La búsqueda de una soberanía sin restricciones es un principio importante para algunos conservadores británicos, pero el gobierno del primer ministro Boris Johnson afirma que no tiene la intención de socavar las regulaciones ambientales o laborales de la Unión Europea. Por lo tanto, será muy extraño romper las relaciones económicas con la Unión Europea en defensa de un derecho que Reino Unido no utilizará. Y la pesca —aunque simbólicamente importante— es una industria pequeña. Bajo cualquier acuerdo concebible, Reino Unido obtendrá una mayor proporción de lo que se capture. No hay ningún interés nacional británico involucrado en envenenar las relaciones con Francia para asegurar algunos arenques más.

En cuanto a Polonia y Hungría, las principales preocupaciones de la Unión Europea son las leyes polacas y húngaras que socavan la independencia del poder judicial, y no es imponer una “ideología LGBT”, como afirma el gobierno de Varsovia. Los tribunales independientes son incómodos para los autoritarios, pero obviamente son en el interés de los polacos y húngaros comunes, ya que representan la mejor garantía contra la corrupción y el gobierno arbitrario.

Los polacos y húngaros también siguen beneficiándose enormemente de pertenecer a la Unión Europea, tanto en términos de financiamiento como de libertad para vivir y trabajar en toda la región.

Un doble “no acuerdo” —en medio de la pandemia de coronavirus— hará que la Unión Europea tenga el peor comienzo posible en 2021, pero las consecuencias de dos malos acuerdos perdurarán durante décadas. 

Fracasan pláticas con Reino Unido

Los líderes británicos y de la Unión Europea no lograron reducir las diferencias sobre un esquivo acuerdo comercial posterior al brexit en una conversación telefónica de última hora de ayer, lo que deja solo 48 horas para evitar una separación desordenada a fines de mes. El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, buscarán un impulso final a la negociación con una reunión presencial en Bruselas “en los próximos días”.

Capítulos clave, sin cambios: Barnier

El negociador de la Unión Europea, Michel Barnier, reiteró que los tres capítulos clave (pesca, gobernanza y competencia) “permanecen abiertos” y no se han producido cambios determinantes en ninguno de ellos, según dijeron a EFE fuentes europeas. Barnier explicó que la jornada de ayer y la de hoy son las del “último intento” y calificó como positivo el hecho de que las negociaciones se hayan retomado el domingo tras detenerlas el viernes, ya que se cree que “aún hay margen” para cerrar ese pacto.


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