En Estados Unidos (EU) se registran algunos de los costos de procesamiento de tarjetas de crédito más elevados del mundo. Según la consultora de pagos CMSPI, las comisiones de intercambio —o deslizar la tarjeta— alcanzan un promedio de 1.8 por ciento por transacción en EU. Esto es alrededor de seis veces más que en la Unión Europea, donde las comisiones tienen un tope de 0.3 por ciento para los pagos con tarjeta de crédito.
Todos esos pases de tarjetas suman. De acuerdo con Nilson, el año pasado los comercios estadunidenses pagaron 126 mil millones de dólares (mdd) en comisiones por transacciones con tarjeta de crédito de un valor de 5.7 billones de dólares. Visa y Mastercard se benefician enormemente porque ambas dominan la red estadunidense de pagos con tarjeta. Manejan casi 80 por ciento de las transacciones en el país. Los márgenes operativos, de 57 por ciento para Mastercard y de 67 por ciento para Visa, se encuentran entre los más altos del índice S&P 500.
Los comerciantes se quejan desde hace mucho tiempo de que pagan demasiado en comisiones. En respuesta, los legisladores estadunidenses van a reactivar los esfuerzos para crear más competencia entre las redes de tarjetas de crédito. Un nuevo proyecto de ley —casi idéntico a otro propuesto el año pasado, pero que quedó congelado— exigirá a los bancos con más de 100 mil mdd en activos que permitan a los comerciantes encaminar los pagos con tarjetas emitidas por ellos a redes distintas a las de Visa o Mastercard.
Sin embargo, ambas solo se llevan una pequeña parte de estos ingresos. Los bancos que emiten tarjetas de crédito se llevan la mayor parte de las comisiones por el deslizamiento de la tarjeta. A su vez, utilizan el dinero para financiar beneficios para los titulares de las tarjetas, como reembolsos en efectivo y millas aéreas.
Las redes más pequeñas pueden ofrecer a los comerciantes comisiones más bajas. Pero unas tarifas más bajas significan menos utilidades para los bancos. Probablemente cubrirían cualquier déficit de ingresos subiendo las comisiones anuales de las tarjetas y reduciendo las recompensas. Los consumidores terminarán pagando de una forma u otra.
Luego está la cuestión de la seguridad de la red de pagos. Encaminar las transacciones de débito es diferente en las transacciones con tarjeta de crédito. Estas últimas están protegidas por la red para evitar el fraude.
La introducción de operadores más pequeños y tecnologías novedosas podría crear vulnerabilidades de piratería informática. Aunque esto puede explicar la inercia a cambiar de red, si Europa puede gestionar este cambio, Estados Unidos también puede.
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