WeWork ejemplifica la creciente ambición y la debilidad crucial de SoftBank. El inversionista japonés en tecnología, que espera posponer la salida a bolsa de la compañía de espacios flexibles de oficinas, es el accionista externo más grande. Los optimistas dicen que las inversiones de SoftBank por 10 mil 700 millones de dólares en WeWork confirman el poder de transformación de las startups. Los pesimistas ven una costosa apuesta vulnerable al escrutinio crítico. Es probable que la salida a bolsa en EU de la matriz We Company demuestre que los pesimistas tienen razón, incluso si se archiva.
SoftBank está obsesionado con el negocio que creó Adam Neumann. El emprendedor reinventó las oficinas flexibles, que alguna vez fueron la guarida de los comerciantes independientes vestidos con trajes poliéster, para atraer a los fanáticos de la tecnología. Se necesitó el veto de Arabia Saudita, su coinversionista, para evitar que SoftBank invirtiera 16 mil mdd más en WeWork.
Ahora la luna de miel se terminó. Una oferta pública inicial perjudicaría a SoftBank si sigue adelante y a WeWork si se estanca.
Se espera que el acuerdo recaude hasta 4 mil millones de dólares a un valor de empresa de entre 15 mil y 20 mil mdd. Eso estaría muy lejos de la valoración de 47 mil millones de dólares que SoftBank le dio recientemente a WeWork. Una OPI que le de una valor al grupo de 15 mil mdd provocaría una amortización de 4 mil millones de dólares para SoftBank y una pérdida de 5 mil mdd para su fondo Vision Fund, según Bernstein. En cualquier valuación por debajo de 25 mil millones de dólares, es probable una depreciación de valor.
Vision Fund, que tiene el respaldo de Arabia Saudita, ya lidia con la caída en el valor de las compañías que empezaron a cotizar como Uber y Slack. Esto significa que una recaudación de fondos por 108 mdd para un segundo Vision Fund podría fracasar.