La batalla judicial entre Uber y Waymo, una empresa de vehículos autónomos que pertenece a Alphabet, conglomerado de Google, comienza hoy en un tribunal federal de San Francisco, en medio de denuncias de engaño, traición, espionaje y robo de datos de alta tecnología.
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El juicio surge casi un año después que Waymo demandó a Uber por robar secciones de su tecnología de vehículos autónomos en el 2016.
Anthony Levandowski, quien tenía una empresa que Uber compró por 680 millones de dólares, es acusado de robarse miles de documentos con secretos tecnológicos de Google, en donde era uno de los principales ingenieros del proyecto que luego se convirtió en Waymo.
La empresa de vehículos autónomos acusa a Levandowski de conspirar con el ex director de Uber, Travis Kalanick, para usar esa tecnología en su propio proyecto de vehículos independientes.
Uber ha negado las acusaciones en el caso civil, que ha desatado una investigación penal por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
La insistencia de Levandowski en acogerse a la Quinta Enmienda eventualmente llevó a Uber a despedirlo en mayo pasado, aun cuando él tenía una estrecha relación con Kalanick.
Waymo está exigiendo compensaciones por daños que según expertos ascenderían a 2 mil millones de dólares.
Además, pide que se le prohíba a Uber usar la tecnología que le acusa de robar, una acción que podía frustrar los intentos de esta empresa por incursionar en los vehículos autónomos.
Waymo culpa al exdirector de Uber
Kalanick "decidió invertir fuertemente en la conducción autónoma" y en 2015 "decidió que ganar era más importante que la ley (...) cueste lo que cueste", dijo Charles Verhoeven, uno de los abogados de Waymo, en el inicio del juicio.
"Él tomó la decisión y esa decisión fue hacer trampa", insistió, mostrando extractos de correos electrónicos y mensajes de texto como apoyo. Según él, Uber se dio cuenta de que era "incapaz de ponerse al día" con la conducción autónoma, una tecnología en la que Waymo dice estar "muy adelantado" desde hace varios años.
En constraste, el abogado de Uber, Bill Carmody afirmó que "no hay complot aquí". La idea de que Uber "haya gastado cientos de millones de dólares para comprar (Otto) y recuperar secretos comerciales no tiene sentido", insistió.
Según él, Google "estaba muy preocupado" por el progreso de Uber e incluso "pensó en evitar la compra" de Otto, incluso cuando "no tenía idea de que Anthony Levandowski había descargado ningún archivo".
GGA