Desde el gran sismo de 1957, pasando por el terremoto de 1985 y el más reciente de 2017, la ingeniería sísmica mexicana ha avanzado significativamente gracias a innovaciones tecnológicas, nuevos procesos constructivos, y al apoyo de instituciones de educación superior, sociedades técnicas y organizaciones gremiales como el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM).
En la conferencia titulada “Avances en la ingeniería sísmica: aspectos geológicos y estructurales”, en el CICM, se destacó el progreso de la ingeniería estructural para mantener la operación de los edificios después de un sismo.
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“Estos avances han permitido un mejor entendimiento del comportamiento del suelo y estructuras ante un sismo, desarrollando soluciones que aumentan la seguridad y resiliencia de las edificaciones”, reveló Mauricio Jessurun Solomou, presidente del Consejo Directivo del CICM.
En su turno, el doctor Raúl Aguilar Becerril, miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica (SMIG) y de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica (SMIS), puntualizó que a raíz del sismo de 1985, hubo un detonante en cuanto a la investigación científica relacionado con los sismos, como contar con un mapa de regionalización sísmica, de cuyo análisis se establecieron parámetros para estudiar y conocer de mejor forma su comportamiento.
“Se elaboró un mapa más detallado, con las regiones con actividad sísmica más frecuente, las regiones en las que se liberan las mayores cantidades de energía y las zonas donde prácticamente no se presentan sismos”.
Aguilar Becerril señaló que a diferencia del terremoto de 1985, las zonas afectadas en 2017 fueron la zona llamada de transición, están ubicadas en zona de lomas y donde inicia la zona de lago, incluso destacó que el estudio del hundimiento regional del Valle de México permite hacer predicciones de lo que puede pasar en los próximos 50 años, siendo la zona oriente de la Ciudad de México la que puede presentar un escenario más desfavorable.
El doctor Rodolfo Valles Mattox, miembro de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural (SMIE) y del Instituto Americano de Construcción en Acero (AISC, por sus siglas en inglés), explicó que desde 1988 ha habido un cambio en la filosofía de diseño basado en el desempeño además de la normatividad.
Lo anterior, representa un cambio en el parámetro estructural, pasando de un criterio de salvaguardar la vida, hasta mantener la operación y uso del edificio después de un sismo, y esto gracias a los avances en materiales , tecnología y herramientas computacionales para el diseño, verificación y monitoreo de las estructuras.
“Hoy en día tenemos sistemas computacionales que nos permiten analizar cosas muy sofisticadas y mucho más precisas”, garantizó Valles Mattox.
Rodolfo Valles añadió: “tenemos sistemas estructurales, de protección pasiva, de monitoreo, probados y al alcance de nosotros. Vienen momentos muy emocionantes de la ingeniería, donde tienen que convivir las nuevas tecnologías con lo práctico”.
Los expertos concluyeron la conferencia recordando que la Ciudad de México es territorio sísmico, sin embargo, "no se tiene información sobre cuándo, de qué magnitud ni a qué distancia vendrá un evento natural de estos".
Instaron a estar preparados y trabajar en diseños adecuados de estructuras, sistemas y, como ingenieros, modernizar las estructuras de la Ciudad para salvaguardar la vida de las personas y asegurar la integridad de las construcciones.
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MATP