Con 10 mil dólares, tres empleados, seis distribuidores independientes y un solo producto, Jorge Vergara se lanzó hace 29 años a la aventura con una nueva empresa de suplementos alimenticios. Ni su familia creía que fuera a dar resultado y hoy la compañía opera en 31 países.
En un desayuno con medios de comunicación, en 2016, fue el propio empresario quien compartió con MILENIO como fundó Grupo Omnilife, en 1991, por los problemas que tenía para consumir todas sus vitaminas.
“Iniciamos un 11 de septiembre. Cuando comenzamos con esto nadie nos creía, pensaban que estábamos locos y mi familia decía que tuviera cuidado con lo que iba a hacer, porque quizá hasta podría matar a los consumidores. No teníamos el producto ni la compañía y ya me estaban diciendo que tuviera miedo”.
Inicios de Omnilife
En un inicio, la empresa se llamaba Omnitrition y para comercializar su primer producto hizo un encargo al proveedor de Estados Unidos, con dinero de anticipo de los distribuidores, pero el fabricante mandó otro producto que le sobraba y no el que solicitaron. Devolverlo no era una opción porque era más caro.
“Decidimos venderlo aunque no era de nuestra línea. Era una galleta y los distribuidores pusieron 250 mil dólares de anticipo”. Posteriormente comenzaron a vender el OmniPlus, un producto líquido que de acuerdo con Vergara es un paradigma, ya que por aquellos años era muy costoso y difícil de entender.
“Decidimos formularlo porque yo tomaba 120 tabletas de vitaminas diarias para poder suplementar lo que el cuerpo necesita (comentó bromeando); por supuesto que ahora por todos lados se habla de suplementos”.
Pero Jorge Vergara no inició su actividad empresarial con la comercialización de suplementos, sino con la venta de carnitas cerca de Plaza Tepeyac en Guadalajara. Antes de Omnilife, se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana para freír la carne de puerco y preparar la salsa para vender a un gran número de torteros de la capital tapatía. “Si probaron una torta ahogada por aquellos años, seguro que la carne y la salsa eran mías”.
Como consecuencia de su trabajo comenzó a engordar y tener problemas de colesterol, por lo que decidió tratarse por medio de suplementos. En un inicio solo quisieron integrarse seis personas al nuevo negocio. Nadie del primer círculo de la familia de Vergara creyó en el proyecto y solo uno de sus primos entró como distribuidor con cierto recelo.
Como cualquier nueva empresa, el primer año fue difícil. “Al principio tuve que hacer todo, poco a poco comenzamos a crecer. En la época de Ernesto Zedillo (presidente de 1994 a 2000) la devaluación del peso me puso a punto de quiebra. Pasar de tres a ocho pesos por dólar hizo que se incrementarán los precios de los productos que compramos en Estados Unidos, por lo que les dije a mis distribuidores que si lográbamos crecer 200 por ciento podrían tener su propia planta”.
Al lograr el crecimiento esperado la firma pudo comprar una pequeña máquina de 80 mil dólares que no sabían utilizar. Fue así como comenzó la planta de manufactura que tiene en El Salto, Jalisco, el crecimiento de la firma en el país y su internacionalización.
La llegada de la empresa a otros mercados fue por casualidad. Un colombiano en sus viajes llevaba producto y lo vendía en su país, al punto que el contrabando ya no bastaba. Fue necesario llegar a ese país cuando había mucha violencia por el narcotráfico y las guerrilas.
“Recorrí Colombia sin ningún peligro, fui a zonas tomadas por las Farc. Incluso me pidieron los guerrilleros que fuera a platicar con ellos porque querían vender los productos; me garantizaron mi seguridad y firmamos a muchos ese día”.
De ahí comenzaron algunas personas a contrabandear a Perú, por lo que tomaron la decisión de también llegar a ese mercado, justo cuando el ex presidente Alan García dejó el país y comenzaron con mucho éxito. Perú es su segundo mayor mercado después de México.
Todo se fue dando como una cadena. Le siguieron Argentina, Bolivia y otro país que llegó a ser el mejor mercado para la empresa en Latinoamérica: Venezuela. “Con Chávez no teníamos muchos problema porque su ex esposa consumía uno de nuestros productos; había sido distribuidora contrabandista del producto desde Colombia, y cuando llegamos legalmente, Chávez usaba el Magnus y el Optimus, que son para el cerebro... aunque no le sirvieron muy bien”, bromeó el empresario.
Vergara explicó que el gobierno fue consecuente y ayudaba a importar el producto. La situación cambió cuando llegó Maduro, que buscó corromperlos y extorsionarlos, al punto que fue imposible operar.
Explicó que otro mercado complicado es el brasileño: “son proteccionistas y hay corrupción”, por lo que cuando abrieron pudieron vender el producto hasta después de seis meses por problemas en la aduana; sin embargo, ahora han tenido mucho éxito, por lo que la empresa planea abrir otra planta de producción en ese país. Además, entre sus anuncios por su 25 aniversario está el regreso al mercado estadunidense, su llegada en septiembre a Rusia así como la entrada a Nigeria y China antes de finalizar 2017.
MCM