La cuenca del río Powder (PRB, por Powder River Basin) en Wyoming y Montana estaba destinada a enfrentar el cambio hacia una energía más limpia. Si bien algunos dentro del negocio de la energía se mostraban escépticos sobre las promesas del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, acerca de un renacimiento del carbón, al menos esperaban que la PRB mantuviera compradores para su marca de carbón con bajo contenido de azufre, que puede extraerse a bajo costo de minas a cielo abierto.
Sin embargo, la región carbonífera más grande de EU está en un implacable declive, con quiebras que se extienden por toda el área, a medida que las plantas de energía eléctrica queman mucho menos carbón de lo que anticiparon.
El carbón perdió participación de mercado en el sector eléctrico a causa del gas natural y la generación de energías renovables, como la eólica y la solar. Ahora representa menos de una cuarta parte de la generación total de EU, en comparación con casi 40% hace cinco años.
“Para hablar sobre la PRB tenemos que reconocer que se trata de una historia bastante difícil”, dijo Paul Lang, director de operaciones de Arch Coal (uno de los productores más grandes del área) a los analistas hace dos semanas.
El ritmo del declive tomó por sorpresa a los expertos y volcó el panorama de negocios. Arch y Peabody Energy buscan la aprobación de una empresa conjunta, que les ahorraría 120 millones de dólares (mdd) al año al combinar operaciones que incluyen North Antelope Rochelle y Black Thunder, las dos minas más grandes de la cuenca.
Los activos de los grupos mineros rivales, Blackjewel y Cloud Peak Energy, estaban programados para entrar en subasta el jueves pasado, después de que cada uno se declaró en quiebra este año.
Asimismo, American Electric Power dijo el mes pasado que retiraría una enorme unidad de 1,300 megavatios en su planta de energía en Rockport, Indiana, para resolver una demanda por contaminación del aire.
Ayuda insuficiente
Las compañías eléctricas de EU anunciaron el retiro en esta década de más de 546 unidades de energía alimentadas por carbón, que suman aproximadamente 102,000 megavatios de capacidad, de acuerdo con la Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés).
La EIA predice que las centrales eléctricas de EU consumirán 537.7 millones de toneladas cortas de carbón este año, 74 millones menos que lo previsto hace 12 meses. La caída de 2.2% en las emisiones de dióxido de carbono de EU, que la agencia gubernamental espera por el uso de energía este año, se debe casi por completo al menor consumo de carbón.
Trump acuñó el término “carbón limpio y hermoso”. En un mitin en Montana en noviembre pasado, dijo que los mineros de carbón estaban “todos de regreso en su trabajo”. Se crearon alrededor de 2,000 nuevos empleos en el sector, para llegar a 53,000 desde su toma de protesta, pero el número permanece muy por debajo de los niveles a principios de la década. Por su parte, el empleo minero en Wyoming se contrajo.
El mes pasado, la administración de Trump introdujo reglas para ayudar a la industria, al permitir que las centrales eléctricas alimentadas por carbón funcionen con más frecuencia. Sin embargo, “parece poco probable que evite que muchas plantas de carbón cierren” ante la caída de los costos de la energía renovable y el almacenamiento de baterías, dijo Charlie Palmer, director gerente de la consultora Opportune.
Los buenos viejos tiempos
La cuenca del río Powder, que se explota desde la década de 1970, se convirtió en la región carbonífera más prolífica de EU. La producción alcanzó su punto máximo en 2008, con 496 millones de toneladas cortas.
Después de que grupos mineros como Peabody y Arch salieron de una ola anterior de quiebras, el optimismo regresó en 2017. Se aprovechó un aumento fugaz de los precios del gas natural para aumentar la producción, con la esperanza de recuperar la participación en el mercado.
Pero los volúmenes volvieron a bajar. El consultor John Hanou estima que la cuenca producirá 301 millones de toneladas cortas de carbón este año, la cifra más baja desde 1996. Su escenario base requiere una demanda de 232 millones de toneladas cortas de carbón de la PRB para 2030.
Otra razón por la que el carbón de la cuenca sufre es porque genera menos calor que otras variedades del combustible. Los precios de la PRB se estancaron en alrededor de 12 dólares por tonelada corta, mientras que los precios de las variedades de Appalachia, con una combustión más caliente, aumentaron a 50 dólares o más. Esto sucede a medida que las nuevas plantas de energía usan depuradores para eliminar mayores cantidades de azufre, dijo Ben Nelson, un oficial senior de crédito de Moody's.
Arch Coal vendió 34.3 millones de toneladas cortas de carbón de la cuenca del río Powder en el primer semestre de 2019, 4.2 millones menos que el año pasado. La compañía dijo que redujo las operaciones en su mina Coal Creek en Wyoming, “en lugar de buscar negocios no rentables”.
Por su parte, Peabody reportó el miércoles pasado la venta de 50.3 millones de toneladas cortas en la cuenca durante el primer semestre, una disminución de 8.3 millones frente al año anterior, así como una caída en la rentabilidad.
Los problemas subrayaron el razonamiento detrás de la empresa conjunta de Arch y Peabody, que juntaría minas que producen más de la mitad del carbón de la cuenca.
“Para nosotros, esto se trata de la competencia diaria contra el gas natural y las energías renovables”, dijo Glenn Kellow, director ejecutivo de Peabody.
Llueve sobre mojado
El clima extremo aumentó las dificultades para el sector. Las inundaciones anormales de primavera detuvieron los trenes en el medio oeste de EU, un destino importante para el carbón de la PRB. Cloud Peak Energy se enfrentó a una escasez de efectivo cuando la lluvia, que fue 50% superior al promedio, provocó que las rocas de desecho cayeran a su pozo de carbón el año pasado. Esto obligó a la compañía a desviar la maquinaria minera para la limpieza, de acuerdo con un documento enviado al Tribunal de Bancarrotas.
Las dos minas de Blackjewel, otra de las empresas en quiebra, en Wyoming, cerraron inmediatamente cuando el financiamiento de emergencia se derrumbó, en la víspera de su solicitud de bancarrota el 1 de julio. No dejaron pasar a las minas a cientos de trabajadores y se retrasaron sus cheques de pago.
“Si prestamos atención, este será un entorno muy difícil para el carbón de la cuenca”, dijo Nelson. “De las 15 o 16 minas que actualmente están allí, a medida que avance la próxima década, algunas cerrarán”.
La apuesta en México
México quiere generar más electricidad a través de sus dos carboeléctricas de Coahuila por medio de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Según datos de CFE, estas centrales están subutilizadas y podrían operarse simultáneamente.El país tiene tres centrales carboeléctricas: Carbón I y II, ubicadas en Coahuila, y Petacalco, en Guerrero. Estas plantas cuentan con una capacidad de 28 terawatts por hora, equivalentes a 9% de la producción eléctrica en el país.“Las centrales de carbón de Coahuila consumen cerca de 11 millones de toneladas al año. Esta cantidad representa una generación cercana a los 2,500 megawatts”, dice Gonzalo Monroy, director general de G-MEC.Además de ser más contaminantes, cada megawatt por hora generado con este recurso tiene un costo más alto, en comparación con otras tecnologías más económicas.De acuerdo con cifras del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrica Nacional 2018-2032, producir un kilowatt en una central carboeléctrica cuesta 1,425.5 dólares. Esta cifra solo es superada por las centrales nucleoeléctricas (3,988 dólares), termosolares (6,606 dólares) e hidroeléctricas (1,931 dólares).“Lo criticable es que el gobierno cancele las subastas eléctricas que venían favoreciendo desde el diseño a las energías renovables”, considera el directivo.No obstante, el gobierno, además del carbón, tiene como meta avanzar en el uso de fuentes renovables para 2030. El director de la CFE, Manuel Bartlett, ya negó que haya una apuesta por el carbón como combustible y que se esté desdeñando a la energía limpia.
Guillermina Ayala