¿Cómo revitalizar las regiones en declive? Esta pregunta se plantea allí donde los antiguos bastiones de la industria pesada se han hundido en los países de altos ingresos. La nostalgia del pasado es inútil. En su lugar, hay que regenerar y renovar. El País Vasco, en España, lo ha conseguido. Su éxito sugiere algunas grandes lecciones: en primer lugar, la renovación debe venir de dentro; en segundo lugar, nunca se termina.
El pueblo vasco se concentra en tres provincias del noroeste de España y tres provincias del suroeste de Francia. Hablan una lengua única y antigua y poseen una cultura propia. El País Vasco, cuya ciudad más grande es Bilbao, cuenta con cerca de 2.2 millones de habitantes. Se convirtió en un centro de la industria pesada a finales del siglo XIX, basada en la minería y el acero. Pero sufrió la terrible violencia de la Guerra Civil española, incluido el famoso bombardeo de Guernica en 1937, y la posterior represión de su lengua y cultura.
En la década de 1970, el País Vasco seguía siendo una de las regiones más ricas de España. Pero se enfrentaba a grandes dificultades. Al igual que en otras partes del mundo, sus industrias pesadas estaban en serio declive y el desempleo era alto. Además, había que crear una administración desde cero para la nueva “comunidad autónoma”. A pesar del regreso de la democracia en la década de 1970, la región estuvo mucho tiempo convulsionada por el terrorismo de ETA, que no terminó hasta 2011.
Esto, entonces, era una crisis. Cuatro décadas después podemos ver lo que se desarrolló. El desempleo está muy por debajo del promedio español, aunque el índice de empleo es bajo para los estándares europeos. El producto interno bruto nominal per cápita pasó de 70 por ciento del promedio de la UE15 (con Reino Unido) en 1985 a cerca del promedio en 2019. En poder adquisitivo, los ingresos promedio per cápita en el País Vasco en 2019 estaban cerca de los de Alemania. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que el bienestar social es, en general, tan alto o más que en las regiones ricas españolas, como Cataluña y Madrid.
Este renacimiento es también cultural y físico. Bilbao, en particular, pasó de ser una sucia ciudad industrial, aunque con impresionantes edificios de finales del siglo XIX, a un modelo de renovación arquitectónica y cultural. El mundialmente conocido Museo Guggenheim, de Frank Gehry, está en el centro de todo esto. Pero no es el único, como descubrí durante una reciente visita. La regeneración arquitectónica es tan sorprendente como la comida.
Entonces, ¿cómo se hizo y qué se puede aprender de ello? Parece que hubo dos condiciones necesarias: el deseo de triunfar y la libertad para hacerlo. Si bien ambas eran necesarias, solo se convirtieron en suficientes al contar con un contexto favorable y al tomar las decisiones correctas. La adhesión de España en la Unión Europea era el contexto, pero ¿cuáles fueron las decisiones?
Un rasgo llamativo fue cómo se tomaron, es decir, mediante una estrecha cooperación entre todos los niveles de gobierno y entre los sectores público y privado. El objetivo compartido que motivó a todo eso fue el de un desarrollo social y económico equilibrado. Según el Instituto Vasco de Competitividad, la década de 1980 “se definió por la creación de la nueva administración regional junto con la necesidad de impulsar una importante reconversión industrial”. Esto “evolucionó en la década de 1990 hacia una estrategia desarrollada en torno a los clústeres (agrupaciones) y orientada a la mejora de la eficiencia, al fomento de la diversificación no basada en la investigación y desarrollo y a la promoción de la internacionalización”. En la década de los 2000, la estrategia evolucionó hacia un enfoque sostenido en la innovación y la diversificación industrial impulsada por la ciencia.
Después de 2008, España en su conjunto cayó en otra gran crisis. De nuevo, la estrategia de desarrollo tuvo que ajustarse. Lo hizo aprovechando los crecientes puntos fuertes del País Vasco en ciencia y tecnologías de fabricación avanzadas, así como en biociencia e incluso nanociencia. Ahora, en la década de 2020, la región se enfrenta a otros retos, especialmente los de la transición energética.
Como en otros casos de rápido desarrollo económico en todo el mundo, el éxito creó las bases para la siguiente etapa. Pero la historia del País Vasco parece estar marcada por la capacidad de dar una respuesta adecuada a lo que ocurre en el mundo. Dado que el éxito del desarrollo exige la creación de una serie de bienes públicos vitales, depende de un gobierno orientado al desarrollo. Pero este, a su vez, depende de la capacidad de las empresas privadas para aprovechar las oportunidades. Una buena manera de pensar en esto es como un matrimonio de cooperación con competencia dentro de una economía mundial abierta.
¿Qué pueden aprender otras partes del mundo de esta historia de regeneración y posterior desarrollo de una antigua región industrial? Al fin y al cabo, el reto no es único. En Reino Unido, por ejemplo, se espera que el Secretario de Vivienda y Comunidades, Michael Gove, presente pronto un plan de “nivelación”.
Los paralelismos con Gales, Escocia y partes de Inglaterra son evidentes. Quizá la lección más importante es que los que viven y son responsables de la región deben tener tanto los recursos como la libertad para tomar decisiones. No solo porque es probable que lo hagan mejor, también porque es una forma de fomentar la audacia necesaria. Además, hay que hacer un gran esfuerzo para fomentar la cooperación entre los distintos actores, con el fin de crear y aprovechar las sinergias. Por último, debe haber un esfuerzo interminable por desarrollar los recursos de la región. El cambio nunca termina.
Es bastante razonable preguntarse cuánto se puede aprender de una región tan diferente en su historia e identidad. Pero los esfuerzos audaces nunca llegarán sin una autonomía mucho mayor. En el Reino Unido, sobre todo, se depende, desde hace mucho tiempo, de las decisiones que se toman en Londres. Esa no es la forma como ha prosperado el País Vasco. La autonomía es importante. Debemos aprender de eso.
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