¿Cómo regulas un negocio en línea que facilitó 5 billones de dólares en operaciones en el último año para 13.5 millones de clientes, pero no tiene sede mundial? No muy fácilmente, según la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (FCA, por su sigla en inglés), que por fin publicó la semana pasada sus razones para prohibir a la sucursal local de Binance, el mayor mercado de intercambio de criptomonedas del mundo, emprender cualquier actividad regulada. Si bien el carácter público de la prohibición puede haber sido una advertencia para los inversionistas minoristas, también subrayó cómo los reguladores batallan para supervisar el mercado cripto. Se tienen que hacer más cosas para ayudar.
Lo que en particular provocó la ira del regulador fue la renuencia de Binance a explicar, como parte de los controles contra el lavado de dinero, la estructura del grupo general y quién está detrás de binance.com. Ser abierto con el regulador es un principio de la FCA para hacer negocios. Además, saber quién está detrás de una empresa y los vínculos con otras entidades es un requisito básico para la supervisión de la FCA. Es esta condición que el regulador consideró que Binance UK no es capaz, actualmente, de cumplir.
El resultado parece que provocó un gran desdén por parte del intercambio cripto. Su sitio web hizo lo que le ordenó el regulador e incluyó una advertencia en torno a su división en Reino Unido. Pero eso no impide que los clientes británicos utilicen el sitio web para comprar y vender activos cripto, que en cualquier caso siguen en gran medida sin estar regulados por la FCA.
Pero incluso si a Binance no le importa mucho la FCA, al resto de la comunidad financiera regulada puede importarle. Si bien el punto del ámbito cripto es que existe fuera del sistema financiero establecido, la idea de que puede operar sin ese sistema incumbente es ingenua. Los clientes todavía quieren cambiar sus criptomonedas a libras o dólares, y eso requiere tratar con un banco tradicional, muy consciente de sus obligaciones contra el lavado de dinero. La acción de la FCA fue suficiente para incitar a bancos como HSBC y Barclays a anunciar que evitarán que los clientes de Reino Unido enviaran fondos a Binance. Algunos fondos de cobertura también dieron un paso atrás.
La indiferencia de Binance también es un error táctico a largo plazo, y no solo en Reino Unido: se ajustó a principios de este año con el regulador de Alemania. Puede parecer menos contundente cuando se trata de las autoridades estadunidenses, que, al parecer, iniciaron investigaciones y que tienen sanciones mucho más duras a su disposición. Los reguladores, en particular los de Reino Unido y EU, se comunican entre sí. Estar en la lista negra de uno significa que otros pueden sospechar más.
No hay mucho más en el arsenal de la FCA, más allá de advertir a los 2.3 millones de británicos que tienen operaciones con criptoactivos que necesitan estar preparados para perder hasta la camisa. Muchos operadores sin experiencia, cuyas filas aumentaron durante los confinamientos, parecen indiferentes: el riesgo es parte de la emoción. El hecho de que la FCA debía tener la capacidad de hacer más aún es una pregunta abierta, y que debía ser abordada por un grupo de trabajo sobre lo cripto que creó el Departamento del Tesoro en 2018. Todavía no se publica una política detallada. Las autoridades necesitan articular cómo ven sus poderes futuros.
Estados Unidos ha sido más directo. Gary Gensler, director de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por su sigla en inglés), dice que quiere más herramientas a su disposición. Si bien existe un desacuerdo sobre cómo abordar el auge de lo cripto, se está construyendo un consenso sobre la necesidad de fijar la mira en los mercados de intercambio, donde la criptosfera y el mundo real se encuentran. Binance debe construir un diálogo con sus futuros reguladores, no generar antagonismo. El fundador del grupo, Changpeng, CZ, Zhao, tuiteó el jueves: “Resuelve problemas, sigue adelante”. Debe seguir su propio consejo.