En un contexto de incertidumbre económica y política, el sector de los seguros no se siente amenazado, e incluso hay oportunidades de crecimiento para que, finalmente, más mexicanos puedan contar con una estrategia de prevención.
“Aunque los riesgos políticos y externos seguirán siendo una preocupación para la economía de México, en el sector financiero, las mayores tasas reforzarán los márgenes de interés neto de los bancos y estimularán los rendimientos de las aseguradoras”, explica la agencia calificadora Moody’s.
Además, los inversionistas “voltean con muy buenos ojos a ver a México”, dice Salvador Hernández, Socio Líder de la Industria de Servicios Financieros en Consultoría Deloitte México.
El espacio para crecer es amplio. La penetración del sector asegurador en México es de 2.1% del Producto Interno Bruto (PIB), cifra por debajo del promedio de Latinoamérica (3.1%), según el Reporte Nacional de Inclusión Financiera del 2017.
El dato.30%
Es la penetración de los seguros en zonas urbanas de México
La densidad del sector asegurador, que se mide a través de la prima per cápita, en México es de 186 dólares, añade el Reporte Nacional de Inclusión Financiera, mientras que el promedio en Latinoamérica es de 251 dólares. Países como Costa Rica (220 dólares), Brasil (332 dólares) y Chile (630) están por encima de México y si nos comparamos con Estados Unidos, la diferencia es abismal. Su densidad es de 4,096 dólares.
Atender al sector es fundamental porque “la penetración de los seguros financieros mejora la calidad de vida de las personas. Ese bienestar le hace bien a las personas y al país,” dice María Luisa Ríos Vargas, directora de Comunicación y Relaciones Públicas de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).
Para que mejore el porcentaje de penetración de seguros en el país hay dos cosas importantes, dice la vocera de AMIS: crear políticas públicas que fomenten el seguro —como pasa en las grandes economías del mundo— y experimentar con productos más sencillos y con indemnizaciones que se ajusten a las nuevas necesidades de los clientes.
“Los mexicanos tenemos la ideología de ‘Dios proveerá’ y eso es un problema. Los seguros se han vuelto un tabú porque se perciben muy difíciles y complicados”.
Pilar Rivera Popovic, directora técnica de vida de MAPFRE México.
A las aseguradoras en México “les falta conocer al cliente para poder hacer perfiles y seguros a la medida, además de invertir en autenticación a través de medios electrónicos, que facilitarían los trámites”, asegura Salvador Hernández.
Las brechas
La separación del país entre sur y norte es tan evidente que existe el proyecto de las Zonas Económicas Especiales en México. Un lado crece más que el otro y uno es más atractivo para los inversionistas. Guanajuato tuvo un crecimiento del PIB estatal de 5% en 2017, mientras que Oaxaca fue negativo de 4.63%.
Esta desigualdad también permea hacia el campo de la previsión financiera. “De manera general se observa que los estados del norte del país se encuentra en el nivel medio o superior en la prima emitida per cápita a nivel nacional, mientras que la mayoría de las entidades del sur del país se encuentran en el nivel inferior,” establece el Reporte de Inclusión Financiera de 2017. Añade que en las zonas urbanas, la población adulta tiene una cobertura de 30%, en comparación con las zonas rurales (poblaciones de menos de 15,000 habitantes), donde la penetración es de 15%.
Otra brecha es la de género. “A nivel nacional, en las zonas urbanas, solo 26% de las mujeres tiene algún tipo de seguro, mientras que 34% de los hombres cuenta con este tipo de producto”, asegura el mismo reporte. La diferencia es de ocho puntos porcentuales.
“Más allá de una cuestión de género, una de las principales razones por las cuales no se observa una mayor penetración de mercado en las zonas rurales es la educación financiera, así como algunas barreras en materia de contratación de seguros como la firma autógrafa, la necesidad de nuevos canales de distribución y de operación adecuados,” dice Manuel Escobedo, presidente de AMIS.
Para Escobedo, es muy importante que el próximo Gobierno “se convierta en socio estratégico de la industria aseguradora para instrumentar una Política Pública de Administración de Riesgos que contribuya a gestionar riesgos públicos tan relevantes como el envejecimiento, la salud, la prevención ante catástrofes naturales, el desarrollo agropecuario y el aseguramiento de los bienes del estado”. De esta manera, explica, el aseguramiento es una de las alternativas para la transferencia del riesgo.
Las opciones reales
Muchas personas saben que tener un seguro es importante, y a pesar de ello, no lo contratan. Hay barreras culturales que impactan la posibilidad de avance de este producto financiero.
“Los mexicanos tenemos la ideología de ‘Dios proveerá’ y eso es un problema. Los seguros se han vuelto un tabú porque se perciben muy difíciles y complicados”, dijo Pilar Rivera Popovic, directora Técnica de Vida de MAPFRE México durante su participación en Milenio Foro “Mujer Prevenida Vale por Dos”, y agregó “pero creo que nos toca ser responsables de informarnos sobre las herramientas que hay en el sector para transferir los riesgos”.
Además, “tenemos una fuerte aversión a los riesgos,” explica Salvador Hernández.
Los seguros son herramientas para cubrir desde la salud hasta el patrimonio por vía privada. Esto cuando en México “la seguridad social es un derecho constitucional de los trabajadores mexicanos, no es un obsequio del patrón, ni es optativo otorgarla,” afirma Francisco J. Gutiérrez Zamora F., presidente del Comité Técnico Nacional del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) en su artículo “¿Me perjudica no tener IMSS?”. Para el especialista, las compañías que no ofrecen seguros accesibles conforme lo indica la ley, están “evadiendo esta obligación constitucional”.
Dentro de ese marco legal existen los seguros básicos estandarizados y los microseguros. En el primer caso, una mujer de 40 años puede pagar una prima anual en promedio de 200 pesos por una protección por fallecimiento con sumas aseguradas de 100,000 pesos, de acuerdo con el Registro de Tarifas de Seguros Básicos (RESBA) de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).
El segundo caso, se trata de seguros especializados que cubren lo siguiente: operaciones de vida, accidentes, enfermedades y daño, crédito de vivienda, entre otras, como afirma la Circular Única de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Los microseguros tienen como objetivo que la población de bajos ingresos tenga acceso a la protección “mediante la el uso de medios de distribución y operación de bajo costo”.
El dato.186
Dólares es la densidad del sector asegurador en México, mientras que en Chile es de 630
Estos dos seguros básicos ya tienen su historia en la oferta de productos. Además, existen nuevas opciones gracias a los avances tecnológicos. Dentro del desarrollo del sector Fintech, la unión entre el sector financiero y el tecnológico, hay un porcentaje que se enfoca en la rama de seguros denominado Insurtech.
“Esta innovación permitirá la modernización y desarrollo del sector financiero y se pueden obtener beneficios, como son: reducción de costos, mejor distribución y diversificación competitiva,” dice Escobedo de AMIS. Pero para que funcione el uso de las nuevas tecnologías aplicadas al seguro, tendrán que tener “la capacidad de regular este tipo de modelos donde se proteja al usuario contemplando todos los elementos de seguridad,” agrega.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), las empresas Insurtech son una buena opción para los cerca de 30 millones de mexicanos que trabajan en la informalidad. Un ejemplo es 4UNO, enfocada en trabajadoras y trabajadores domésticos.
El objetivo final del sector asegurador es “proteger nuestras metas porque siempre puede presentarse un imprevisto que esté fuera de nuestro control”, dice Sofía Macías, experta en finanzas personales y autora de libro Pequeño cerdo capitalista. Para eso todavía pueden convencer a muchos mexicanos y crecer para lograr un negocio mucho más atractivo, la clave está, como dice María Luisa Ríos de AMIS, en poner al cliente al centro y entender sus nuevas necesidades.
Con información de Regina Reyes-Heroles C