México, potencia para el turismo de cruceros

Los cruceros traen 7.2 millones de turistas a México, pero para crecer se debe diversificar la oferta, invertir en infraestructura y garantizar la seguridad.

Leonardo Peralta
Ciudad de México /

Estar sentados en el Bionic Bar del crucero Harmony of the Seas es presenciar una mezcla de espectáculo y mixología, pues dos brazos mecánicos crean cocteles con base en las órdenes enviadas por los parroquianos desde las tabletas disponibles en cada mesa del bar.

Inaugurado en mayo de 2016, el Harmony of the Seas es uno de los cruceros más grandes del mundo, con capacidad para transportar hasta 6,700 pasajeros y una tripulación de 2,100.

Los cruceros se han convertido en ciudades flotantes que están cambiando las demandas de uno de los sectores turísticos más importantes de México y que atrae a casi 7% del total de viajeros internacionales que llegan al país según la Secretaría de Turismo (Sectur).

Estos buques son una industria que tiene siglo y medio de actividad. Desde la década de 1860, la empresa Thomas Cook realizó viajes de placer en embarcaciones que partían de Inglaterra con destino a costas americanas y Egipto.

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En México, el puerto de Manzanillo registró, en 1936, la llegada del crucero Príncipe David con 302 pasajeros estadounidenses, y, para 1946, la línea Grace Line ya comercializaba cruceros con parada en este puerto. Sin embargo, los arribos se mantuvieron esporádicos por décadas, dice Claudia Martínez, académica en la Universidad del Caribe. “No había la capacidad para recibir grandes barcos en los puertos mexicanos y los pasajeros que deseaban conocer alguno, abordaban lanchas que los llevaban hacia los muelles”.

En México, el puerto de Manzanillo registró, en 1936, la llegada del crucero Príncipe David con 302 pasajeros estadounidenses, y, para 1946, la línea Grace Line ya comercializaba cruceros con parada en este puerto. Sin embargo, los arribos se mantuvieron esporádicos por décadas, dice Claudia Martínez, académica en la Universidad del Caribe. “No había la capacidad para recibir grandes barcos en los puertos mexicanos y los pasajeros que deseaban conocer alguno, abordaban lanchas que los llevaban hacia los muelles”.


Leven anclas

La situación empezó a cambiar en la década de 1970, cuando el gobierno creó los Centros Integralmente Planeados (CIP), destinados a la atracción de turismo internacional por medio de grandes hoteles, campos de golf e instalaciones para recibir cruceros en Huatulco, Los Cabos y Puerto Vallarta.

El siguiente empujón para la industria de los cruceros en México fue en 1993, cuando se modificó la Ley Federal de Puertos que creó la figura económica de las Administraciones Portuarias Integrales (API), entidades que a su vez podían subconcesionar el uso de muelles para la recepción de cruceros.

[OBJECT]La apertura de la legislación hizo posible que los puertos despuntaran. Por ejemplo, Cozumel recibió las inversiones suficientes para abrir tres terminales de cruceros. Con esto, la cantidad de barcos se incrementó vertiginosamente. En 1992, primer año del que hay estadísticas, Cozumel recibió 485 cruceros. Para 2017, ya con toda la infraestructura desarrollada, la cantidad de arribos llegó hasta 1,240; en número de visitantes, esto significó pasar de 609,000 hasta rebasar los cuatro millones de visitantes el año pasado.

En total, la cifra de turistas que llegaron en embarcaciones de crucero a todos los puertos mexicanos pasó de 1.9 millones de personas, en 1992, hasta 7.2 millones en 2017; un crecimiento de 378% en 25 años.


Destinos por explorar

México es potencia para el turismo de cruceros mundial. Según la Florida-Caribbean Cruise Association (FC-CCA), hacia 2016 alrededor de 24 millones de personas viajaron en crucero, de ellos 6.4 millones tocaron puertos mexicanos.

Estimaciones de la Asociación Mexicana de Empresas para la Atención a Cruceros Turísticos (Amepact) indican que en promedio un visitante que llega a puertos mexicanos gasta alrededor de 90 dólares al día. La derrama económica ascendería a más de 576 millones de dólares (mdd) anuales, alrededor de 11,940 millones de pesos (mdp) al tipo de cambio de finales de 2016, sin contar los beneficios que recibe el puerto por pago de derechos y que pueden llegar a los 360,000 pesos por arribo.


Las cifras podrían ser mayores, sobre todo, las del gasto de los viajeros. Además, la derrama se concentra en una cantidad muy limitada de puertos. Datos de Sectur indican que de los 32 muelles con capacidad para recibir turistas, en cinco se concentraron más de 84% de las llegadas: Cozumel y Mahahual, en Quintana Roo; Ensenada, en Baja California; Cabo San Lucas, en Baja Californa Sur, y Puerto Vallarta, en Jalisco.

En el otro extremo, 11 puertos como Veracruz y Altamira (este último en Tamaulipas) no recibieron un solo barco en 2017. Esto sucede porque los puertos mexicanos caribeños están cerca de los llamados home ports, lugares donde los cruceros pueden avituallarse y hacer reparaciones, de acuerdo con Arturo Musi, presidente de la Amepact. “Sitios como Miami y Puerto Cañaveral están cerca de Cozumel, por lo que las operadoras de cruceros pueden llegar rápidamente”, señala. Por su parte, la FC-CCA dice que “México es un país que puede ofrecer destinos diferentes para diversos itinerarios”.


Los retos de la industria

El tamaño y la capacidad de los barcos crece aceleradamente. Los datos de la Sectur indican que en 1992 cada crucero llevaba consigo un promedio de 936 pasajeros, mientras que para 2017 la cantidad virtualmente se había triplicado alcanzando los 2,862 viajeros por nave.

Pero también están comenzando a zarpar en el mercado megabuques, como el Harmony of the Seas. Según el presidente de la Amepact, esto representa un reto en la infraestructura portuaria. “El calado de los puertos para cruceros, es decir, su profundidad, solía ser de ocho metros, pero con los nuevos barcos, se requieren mínimo 11, además de ciabogas (espacios para maniobrar) de más de 200 metros”.

[OBJECT]Para atender a esta nueva generación de megacruceros es preciso renovar los puertos que los reciben, pero esto ha ocurrido de manera dispareja según la académica de la Universidad del Caribe, Claudia Martínez. “Algunos como Puerto Progreso, en Yucatán, deben ser dragados todo el tiempo y, por ende, reciben una cantidad limitada de barcos”.

Otro de los retos para los puertos receptores es la vulnerabilidad ante las crisis de seguridad. “Las navieras monitorean todo el tiempo los potenciales riesgos de sus pasajeros, en virtud de la gran responsabilidad que asumen”, explica Arturo Musi de la Amepact.

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En enero de 2011, un crucerista resultó herido de bala en un enfrentamiento en Mazatlán y acto seguido las empresas de cruceros cancelaron masivamente sus arribos. El resultado fue que de los 192 cruceros que llegaron al puerto en 2010, para 2012 la cantidad se redujo a uno solo.

Un deterioro en las condiciones de seguridad en estados del Caribe mexicano podría desencadenar una situación similar a la de Mazatlán, con consecuencias desastrozas para el sector.


Hacia dónde ir

En el mediano y largo plazo, otro reto para la industria de los puertos en México está en incentivar a los turistas de las embarcaciones a incrementar su ticket promedio en tierra firme.

Los cruceros al convertirse en ciudades flotantes, desincentivan el descenso de los turistas hacia los puertos de llegada. “Se piensa que el crucero es un viaje de alto costo, pero en realidad es tan barato como 50 dólares la noche”, dijo Martínez. Esto hace que el turista a bordo disponga de menores recursos para gastar, amén de que los nuevos cruceros incorporan diversiones cada vez más sofisticadas con costos adicionales.

“En la medida que los barcos incorporan más diversiones, el viaje se convierte en el destino”, señaló Arturo Musi de la Amepact.

Una estrategia posible sería la creación de un home port mexicano, que permita a los cruceros hacer viajes más largos por costas mexicanas. Otro camino es la inversión en el desarrollo de nuevos puertos para la recepción de cruceros, o la mejora de algunos existentes. “Puerto Chiapas o Dos Bocas en Tabasco podrían representar interesantes opciones para turistas que buscan atracciones más allá del sol y la playa, como conocer haciendas cafetaleras o ruinas arqueológicas”, dice Claudia Martínez.

Sin embargo, se necesita que los operadores de las API, el gobierno federal y los estatales impulsen a los puertos mexicanos. Al respecto los entrevistados coinciden en que la estrategia se ha mantenido congelada en el tiempo. En 2004, se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Política Pública de Cruceros, que involucraba la creación de Comités Locales de Cruceros, donde operadores de API, junto con las autoridades locales y empresarios turísticos, podrían recomendar medidas para impulsar la recepción de cruceristas.

Estos comités, junto con otras iniciativas no se han concretado. ¿Estarán listos los puertos mexicanos para aceptar su reto?


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