Nob Hill, en el elegante centro de San Francisco, recibió ese nombre en la jerga del viejo mundo por sus residentes ricos y con muchas conexiones. Muchos de sus residentes son las personas con los ingresos más altos del mundo. Sin embargo, oculto entre las enormes mansiones y los hoteles pretenciosos, hay un departamento que es un experimento en curso del micro-living futurista.
Bumblebee Spaces, una empresa de robótica, diseña y construye depósitos y camas para un apartamento compacto. Los muebles y las posesiones se ocultan en el interior de cajas en el techo, que se levantan y bajan con el toque de un iPad. Las correas de suspensión, con capacidad para sostener hasta 1,361 kilo- gramos, soportan las cajas, mientras que los sensores de seguridad montados en la pared están listos para poner un freno si algo —o alguien— se interpone en el camino. Una cama tamaño queen size se baja del techo, con lo que tranquilamente una sala se convierte en una habitación.
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Las posesiones cotidianas no se ven por ningún lado. El software del sistema cataloga cada artículo del hogar mientras lo guarda —paraguas, platos, cubiertos, papeleo y así sucesivamente—, permitiendo a los residentes llevar un registro de sus pertenencias sin tener que preocuparse por dónde colocarlas. Con el tiempo, este sistema de almacenamiento inteligente aprenderá los hábitos de las personas que viven aquí. Sabrá bajar el cereal del desayuno por la mañana, o botas para caminar un sábado por la tarde.
Con solo 12 metros cuadrados, el espacio en la sala principal es limitado, pero Bumblebee no promueve su sistema como la respuesta a la crisis de la vivienda de la ciudad. Más bien, quiere que la gente de San Francisco considere su tecnología de almacenamiento de techo como una forma de lujo urbano, por eso se ubica en Nob Hill. Por ahora, el departamento es el hogar de los empleados de la compañía, que se mudan durante unos meses para probar el producto y experimentar de primera mano su pretensión de crear “una nueva manera de vivir al desbloquear la tercera dimensión”.
Más por menos
El espacio es limitado en la ciudad más cara de Estados Unidos (EU). Los alquileres son más caros que en Manhattan. El precio promedio de una casa (1.6 millones de dólares) es seis veces más alto que el promedio nacional.
La falta de viviendas asequibles en San Francisco es casi tolerable si tienes un trabajo en una de las compañías de tecnología más grandes del mundo, como Facebook, Google o Apple. Incluso así, comprar una propiedad está fuera del alcance de la mayoría. Solo para alquilar cómodamente en San Francisco se requiere un ingreso anual de 164,000 dólares, de acuerdo con el sitio de finanzas personales GoBanking Rates. Las personas que ganan menos se vuelven creativas, construyen casas con literas, vehículos recreativos, dormitorios y microdepartamentos.
La brillante idea de Bumblebee era tratar el techo como una quinta pared. Al almacenar todo por encima de la altura de la cabeza, los pisos y las paredes se liberan, e incluso los departamentos pequeños se sientan más espaciosos. El plan de la compañía es refinar su diseño y vender un producto fabricado en masa con un costo de entre 6,000 y 10,000 dólares, que tarda una hora en instalarse. Trabaja con Veritas Investments, el propietario más grande de San Francisco, para equipar más departamentos en toda la ciudad.
El cofundador, Sankarshan Murthy, dice que comenzó la compañía después de mudarse de la costa este al área de la bahía para trabajar como ingeniero en Apple.
“Me di cuenta de que los alquileres de un departamento de una habitación en Mountain View eran más altos de lo que yo pagaba por una hipoteca de una casa de cuatro habitaciones en Baltimore”, dice. “Entonces me pregunté: ‘¿cómo se aprovecha al máximo un espacio más pequeño?’ Y me di cuenta de que cuando rentas utilizas un plano bidimensional de piso y desperdicias el aire y el volumen por el que pagas de todos modos”.
Hasta ahora, solo hay unos cuantos departamentos de Bumblebee en funcionamiento. Las personas que han vivido en ellos dicen que es divertido ver la robótica funcionando y disfrutan el espacio adicional. También enfatizan lo seguros que se sienten los sistemas.
Vivir en regla
La restricción de la vivienda en San Francisco no comenzó con el auge de la tecnología, aunque la llegada de empleados acomodados agravó el problema. Más bien, es un legado de leyes restrictivas de zonificación, creadas para limitar la densidad de construcción y para controlar quién llega a vivir y en dónde.
Las leyes de zonificación regulan las alturas de los edificios y sus usos, razón por la cual tantos vecindarios en el centro de la ciudad se parecen más a enclaves suburbanos. Shaw dice que estas leyes tuvieron su origen en algo de lo que a pocas personas en San Francisco les gusta hablar: la segregación racial.
Agregar nuevas viviendas será difícil mientras permanezcan las leyes de zonificación. La alcaldesa London Breed prometió más desarrollos cuando tomó protesta en 2018, pero la oferta de viviendas sigue siendo limitada. Los residentes rechazan las solicitudes, alegando que San Francisco se transformará en una ciudad de torres de acero y vidrio al estilo de Nueva York.
Hasta que se construyan más casas en el estado, es poco probable que los precios bajen. Mientras tanto, la variedad de ideas para lidiar con una ciudad superpoblada seguirá creciendo, pero es poco probable que sean atractivas.