César Alierta, expresidente de Telefónica, falleció hoy en la ciudad española de Zaragoza a los 78 años de edad, como consecuencia del agravamiento de una enfermedad respiratoria, según fuentes cercanas al empresario.
Nacido en Zaragoza el 5 de mayo de 1945, Alierta fue uno de los directivos más influyentes de la economía española durante las últimas décadas. Una trayectoria que estuvo marcada tanto por sus éxitos empresariales, como la expansión internacional de Telefónica, como por su fuerte perfil político y algunas sombras como las acusaciones de corrupción en “Tabacalera”.
Se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza en 1967 y en 1970 se sacó un Máster en Administración de Empresas por la Universidad de Columbia (Nueva York). Tras su etapa formativa, comenzó su carrera profesional como analista financiero en el Banco Urquijo, entidad en la que fue escalando posiciones hasta convertirse en director general del área de Mercado de Capitales.
En 1985 dejó el Banco Urquijo y fundó Beta Capital junto a varios socios. Alierta ejerció durante años como presidente de la firma de inversión. Posición que a partir de 1991 compatibilizó con la presidencia del Instituto Español de Analistas Financieros y de la Asociación Española del Mercado de Valores (AEMV). También formó parte del consejo de administración y de la comisión permanente de la Bolsa de Madrid.
En 1996, vendió 30 por ciento que aún poseía de Beta Capital al banco holandés Mees Pieerson y abandonó la AEMV para acceder a la presidencia de Tabacalera a propuesta del gobierno de José María Aznar. Alierta fue el encargado de ejecutar su privatización y su fusión transfronteriza con la compañía francesa Seita. Nació así Altadis, empresa que presidió hasta julio de 2000.
Impulsor de Telefónica
No obstantes, en España se considera que su gran legado profesional fue la transformación y expansión que registró Telefónica bajo su presidencia. Aunque ya formaba para del consejo de administración de la operadora desde 1997, fue en julio de 2000 cuando fue designado presidente de la compañía de telecomunicaciones en sustitución de Juan Villalonga. Un cargo en el que permaneció durante casi 16 años.
Cuando asumió la presidencia de Telefónica en el 2000, la compañía se encontraba inmersa en una crisis de identidad, con una deficitaria filial de medios de comunicación y con problemas para entrar en el nuevo mundo digital que por aquel entonces comenzaba a abrirse paso en la economía global.
Alierta logró tomar las riendas de una compañía marcada por las luchas internas y una todavía excesiva vinculación al poder político (su privatización se completó en 1997) y llevarla a la primera división mundial. Las acciones de Telefónica, conocidas popularmente como “Matildes”, alcanzaron los 22 euros en 2008 y la compañía llegó a ser incluso la tercera operadora de telecomunicaciones del mundo por capitalización.
Bajo su presidencia, Telefónica registró una expansión internacional sin precedentes. Destaca su apuesta por América Latina y el desembarco del grupo en Reino Unido y en Brasil, que hoy son dos de los cuatro mercados claves de la compañía, junto a España y Alemania.
Otro de los logros de la era Alierta en Telefónica fue la apuesta decidida por las infraestructuras. El directivo fue el responsable de la integración en 2006 de Telefónica Móviles, inicialmente una compañía cotizada independiente, dentro del grupo. Además, lideró el despliegue de la fibra óptica, convirtiendo a Telefónica y a España en referentes en el desarrollo de esta tecnología. De hecho, durante años nuestro país tuvo más fibra que Alemania, Reino Unido, Francia e Italia juntos.
También fue el impulsor de los servicios convergentes con la creación de Movistar Fusión, que por primera vez unía en una única tarifa servicios fijos y móviles. Además, sentó las bases de la apuesta de la compañía por los contenidos, que comenzó con la creación de Imagenio (luego Movistar+) y que culminó con la compra en 2015 de DTS, la antigua Canal+.
Sin embargo, la carrera profesional de César Alierta también tuvo sus sombras. Su peor momento fue todo el proceso judicial que rodeó a la denuncia presentada contra él por corrupción durante su gestión al frente de Tabacalera.
En noviembre de 2002, la Asociación de Consumidores y Usuarios de Servicios Generales de Banca y Bolsa (AUGE) presentó una querella contra Alierta y su sobrino Javier Placer por el uso de información privilegiada o insider trading y prevaricación en una operación de compraventa de acciones de 1997.
La querella no se admitió hasta junio de 2003 y tras declaraciones y un largo proceso judicial, en 2010 el Tribunal Supremo (TS) les absolvió aceptando la prescripción del delito.
Además, la influencia de Alierta no se limitó al ámbito económico, sino que traspasó también a la esfera política. El directivo fue el ideólogo e impulsor del Consejo Empresarial para la Competitividad, una organización que aglutinó a las grandes empresas españolas, que representaban 35 por ciento del PIB español.
Nació a principios de 2011 con miembros tan relevantes como Isidoro Álvarez, Emilio Botín, José Manuel Lara, Leopoldo Rodés y el propio Alierta. De la mano de Telefónica, BBVA, Santander, CaixaBank, El Corte Inglés, Iberdrola o Ferrovial, su voz fue clave para reivindicar el papel de las empresas españolas en medio de una de las mayores crisis económica globales.
MRA