Mujeres buscan medio para subsistir en aplicación de uñas

Los salones de manicura generan buenas ganancias, gracias a la clientela que repite el servicio de aplicación de uñas o cambio de color, por lo menos cada 15 días.

Unas uñas promedio oscilan entre los 300 y 400 pesos. (Especial)
Norma Ponce
Chihuahua /

Derivado de la crisis económica y la pandemia de covid-19, mujeres en Chihuahua han buscado la manera de reinventarse. Algunas han volteado a ver como una oportunidad de negocio la aplicación de uñas.

Alejandra Chávez lleva más de 10 años en este rubro y confiesa que comenzó por gusto. Ahora cuenta con una academia de uñas y un salón con ocho empleadas.

“Es un negocio muy noble siempre y cuando le eches ganas. Puedes acomodar a tus tiempos, trabajar a tu ritmo. Hay muchas que empiezan desde bien chiquitas hasta personas, otras son personas que cuentan con una profesión, mujeres casadas, personas que quieren un ingreso extra o que se quieren ahorrar el servicio porque les encanta esto de las uñas”, indicó.

Tal es el caso de Brenda Estrada, una joven de 18 años que, junto con sus padres, perdió su trabajo como encargada de una cooperativa escolar. Esta situación la obligó a reinventarse y ahora pone uñas desde su casa.

“Tuvimos que buscar otra alternativa porque nosotros también perdimos el trabajo por la pandemia, trabajábamos en escuelas y pues se detuvo todo. Hace un mes y medio tomé el curso y gracias a Dios aprendí rápido.
“La atención al cliente es muy importante. Si uno les pone atención, les escucha, platica con ellos, los clientes vuelven. Incluso echan el chismecito”, explica.
Brenda Estrada, una joven de 18 años que pone uñas desde su casa. (Especial)

A juicio de estas mujeres, las uñas representan un accesorio que simbolizan la feminidad y el empoderamiento.

Wendy Ordoñez, por ejemplo, es una clienta de Alejandra que hace días celebró la renuncia de su trabajo con unas uñas almendradas, de tamaño mediano, en color rojo.

Justamente decidió renunciar a su trabajo porque le prohibían llevar sus uñas arregladas. Una regla que no la hacía nada feliz.

“Empezaron a ponerse estrictos en ciertas maneras, empecé a estar en disgusto ahí , llegó un punto en el que no podía llevar las uñas arregladas, no esmalte, no shellac, ni acrílicas y fue un punto de quiebre porque ya no me sentía yo bonita con mi imagen.
“Me encanta venir a estos espacios porque es terapia, me hace sentir bonita, llegas con un estado de ánimo y sales completamente diferente. En época decembrinas escogí el rojo porque es un color que me hace sentir feliz”, indicó.

Graciela Pérez es otra clienta de Alejandra que acudió esta semana a ponerse unas uñas cuadradas, color nude porque tiene la boda de su hija. 

“Normalmente no me cuido mis manos porque me gusta la albañilería la carpintería, soy costurera, pero creo que las mujeres tenemos que buscar diferentes recursos para lucir siempre bellas, por dentro y por fuera”, expuso.

Los salones de manicura generan buenas ganancias, gracias a la clientela que repite el servicio de aplicación de uñas o cambio de color, por lo menos cada 15 días.

Unas uñas promedio oscilan entre los 300 y 400 pesos y su precio puede aumentar si se le agregan diseños o las desean más largas.

Muchos clientes acuden con su manicurista mostrando fotos de Pinterest, Instagram o piden, incluso, uñas como las de Cardi B o Rosalía, artistas que se han convertido en un icono en este gremio, por llevar las uñas más largas y extravagantes posibles.

Se pueden encapsular frutas, mariguana, agregar piedras swarovsky o gomitas de ositos. Todo es posible de acuerdo al gusto y cartera del cliente.

En el caso de los hombres, por lo general son diseños más minimalistas.

“Por lo general es shellac lo que se ponen, piden rayas, cuadrados todo eso, una vez un chico se puso unas flamas”, comentó Alejandra.

Insiste en que es un negocio tan noble y accesible que se puede iniciar con 5 mil o 10 mil pesos y el tiempo de recuperación puede ser inmediato.

“Después de tomar el curso, en una fiesta o boda con tus familiares, te agarras poniéndole uñas a tus primas y ahí ya se recuperó el costo del curso.

“Muchos empiezan en un lugarcito en su casa, compran su mesita, compran su lámpara. Hay mucha competencia en los materiales y cada vez venden en cantidades más pequeñas… lo más caro pudieran ser los geles, la lámpara, el esmeril, pero de que se puede, se puede. Es una inversión que rápido la sacas, siempre y cuando le eches ganas y seas bueno”, agregó.

EHR

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