Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) deben confirmar esta semana la elección del ex ministro australiano Mathias Cormann como nuevo secretario general de la organización para sustituir al mexicano Ángel Gurría, después de haber conseguido más apoyos que la sueca Cecilia Malmström.
Si no hay sorpresas de última hora, Cormann habrá salvado las críticas que recibió durante su campaña por haber sido miembro destacado más de siete años de un gobierno señalado por respaldar el uso de los combustibles fósiles, y en particular el carbón, cuando la lucha contra el cambio climático es una de las banderas de la OCDE.
El pasado viernes fue propuesto por el embajador británico, Christian Sharrock, al resto de sus colegas de los otros 36 Estados miembros para que se ponga al frente de la organización durante un mandato de cinco años a partir del 1 de junio.
Sharrock, que como decano ha dirigido desde el mes de septiembre el proceso de selección para designar al sucesor de Gurría, llevó a cabo consultas confidenciales bilaterales con los otros representantes y, en la quinta, les pidió que se pronunciaran por el australiano o por Malmström, la otra finalista.
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Cormann se impuso frente a Malmström
Para romper el empate que se produjo entonces -lo que significa que al menos un país se abstuvo- los convocó a todos el pasado viernes para una nueva votación secreta, y ahí Cormann obtuvo un apoyo superior al de la antigua ministra sueca y ex comisaria europea de Comercio.
Teóricamente cualquier país podría poner su veto al nombramiento en el Consejo de la OCDE, que probablemente se celebrará el lunes o el martes, ya que la elección necesita consenso, pero resulta difícil imaginar que alguno quiera hacer correr el riesgo de desestabilizar el funcionamiento de la organización.
Para los que podían tener dudas sobre su compromiso con la acción para hacer frente al cambio climático, el propio Cormann quiso dar garantías en un comunicado hecho público inmediatamente después de que se supiera que iba a ser propuesto como secretario general.
Aseguró que mantendrá las grandes prioridades de Gurría, y entre ellas la de "alentar y promover una acción ambiciosa y eficaz a escala mundial sobre el cambio climático" con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono "de aquí a 2050".
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La recuperación, misión histórica
Más allá de esta cuestión controvertida, este hombre nacido hace 51 años en Bélgica, que emigró con 25 años a Australia y ha sido allí la persona que más tiempo ha ejercido el cargo de ministro de Finanzas (hasta finales de octubre) recordó que la "misión histórica esencial" que tiene la OCDE en este momento es afrontar la crisis del covid.
Se trata, según las palabras de este destacado miembro del Partido Liberal australiano, de "promover un crecimiento económico más fuerte, más sano y más justo y mejorar las condiciones de empleo y de vida".
Otro de sus objetivos declarados es "finalizar" un acuerdo multilateral sobre la fiscalidad digital, que había encallado por el bloqueo de la Administración de Donald Trump y que ahora ha vuelto a la mesa de negociaciones gracias a la nueva posición de Estados Unidos con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.
La búsqueda de ese compromiso multilateral para que las grandes compañías digitales paguen impuestos allí donde tienen sus clientes y no solo donde más les conviene ha sido también una de las últimas grandes apuestas del todavía secretario general, que desde 2006 ha transformado profundamente la OCDE.
En estos 15 años con Gurría al frente, la OCDE ha dejado de ser el club de ricos y de ultraliberales como lo descalificaban sus detractores. En este tiempo han entrado siete países más, entre los que hay dos latinoamericanos, Chile (2010) y Colombia (2020), a los que se añadirá formalmente en unas semanas Costa Rica.
Gurría no ha sido ajeno a este hecho, como tampoco a que entre los seis candidatos a la adhesión haya otros tres latinoamericanos: Argentina, Brasil y Perú.
Esa mirada particular hacia Latinoamérica probablemente va a cambiar con un Cormann que no esconde su voluntad de reforzar el peso de la organización "en la región Asia-Pacífico".
AMP